Por Andrés Mangone
En esta escena el protagonista es el actor César “el chino” Arakaki. Las actrices y los actores conocemos la importancia de dar bien los pies, especialmente al protagonista, a quien consideramos como el cuerpo que entrega todo, o todo en una medida distinta, un caudal superior, un compromiso de máxima, al que debemos cuidar y proteger para que la obra marche y se consume el objetivo dramático.
Protegerlo porque ese máximo compromiso también implica una particular debilidad. Dar el cuerpo y también el alma, al máximo. Una exposición para acceder a la poética teatral que sólo es posible si la presencia protagónica encuentra sus soportes.
César puso el cuerpo, en diciembre de 2017, junto a más de trescientos mil otros, en la zona del Congreso, sala en la que se estaba consumando uno de los embates contra las jubilaciones, y los cuerpos de jubiladas y jubilados, a los que los pueblos del mundo no podemos acostumbrarnos a pesar de sus repeticiones.
El cuerpo del chino asumió en este drama su papel y cubrió con su existencia a cuerpos de ancianos estafados, los cuales, todos vimos, recibieron una represión inaudita y una cacería en motos de varias horas.
La reforma previsional pasó y nuestros viejos perdieron un poco más. Nadie del gobierno de Macri ni de las fuerzas que apalearon manifestantes está cuestionado por la justicia que hoy persigue a nuestro actor sin ninguna prueba. A nuestro actor principal. Arakaki es hoy el actor más importante de nuestro país.
Lo es por su monólogo en funciones, “Tintorero”, de Ivan Moschner. Lo es (y no lo es) porque también monologa en la más absoluta distracción del conjunto de los miles que integramos el afamado teatro nacional, porque no lo vemos, no le damos el pie, y no damos pie con bola con lo que está pasando.
Lo que tenemos es que la justicia lo condenó a más de tres años de cárcel. Sí, cárcel. Efectiva. Repito: un actor, afiliado a la Asociación Argentina de Actores, que participó como todes les actores, del repudio manifiesto a la reforma del macrismo.
César fue denostado de inmediato por los medios masivos, a los que les acteres solemos repudiar por todos sus artilugios de la así llamada “formación de opinión”, y de la que no estamos pudiendo evadir su difamación primero, su silencio después, sobre nuestro compañero.
Nuestro sindicato y el conjunto de los trabajadores del sector debemos reaccionar, porque lo que tenemos es que a César lo quieren preso, al menos, los que ejecutan esas decisiones en este estado de cosas, en el Estado, y porque estamos siendo cómplices del aislamiento de nuestro protagonista principal del momento.
Mañana tenemos una oportunidad en la audiencia del Congreso Nacional.
César, junto a Daniel Ruiz, otro condenado en otro atropello judicial, tienen una oportunidad el 13 de abril en Casación.
Les actores, y el conjunto de los trabajadores, necesitamos recordar bien la letra y reclamar activamente las absoluciones a los condenados por manifestarse, manifestarnos ya contra la criminalización de la protesta, la cual crece en nuestro país a manos del Poder Judicial, o asumir nuestro olvido ante todos los ataques a nuestras condiciones de vida, la facilidad que brindamos para clausurar nuestras expresiones, incluyendo las artísticas, e incluso para que nos metan en cana.
- Viernes 31 a las 16 horas, audiencia pública en el Congreso de la Nación, convocada por la diputada Romina Del Plá, junto a los diputados que adhieran, referentes de D.D.H.H., sociales, estudiantiles y sindicales.
- Jueves 13 de abril a las 11 horas, audiencia de Casación por la apelación, tribunales de Comodoro Pi.
- No a la criminalización de la protesta social. Absolución para César Arakaki, Daniel Ruiz y a todos los procesados por luchar.