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Opinión

Las apelaciones que se vienen

Se espera por el veredicto en el juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa y más allá de la expectativa que se ha generado, cualquiera sea el fallo del Tribunal, se avecina una batalla judicial con los recursos que interpondrán las partes

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Por Néstor Llidó

El clamor popular de Perpetua para Todos se vio reflejado en el pedido de la pena máxima para los ocho acusados por el asesinato de Fernando Báez Sosa que formularon tanto la Fiscalía, como los abogados querellantes. Y tal como se esperaba, en contraposición la defensa de los imputados apuesta a las condenas por un delito que no contemple la figura del homicidio agravado, sino que en manera subsidiaria, lo considere homicidio en riña o preterintencional (sin intención del resultado muerte), al margen de un pronunciamiento alegórico por la absolución.

Resta una semana para que se conozca la decisión de los tres integrantes del Tribunal Oral Criminal Nro. 1 de Dolores, esos que encabezaron 13 audiencias, escucharon a los testigos, observaron una y otra vez los videos del ataque criminal y ahora tienen en sus manos una resolución, destinada a recibir cuestionamientos. Y más allá de que haya perpetuas u otro tipo de penas, hasta menores y que deriven en la excarcelación de algunos de los ocho acusados o que sigan presos, se avecina un largo peregrinar de apelaciones. Sin dudas, arrancará ante la Casación Penal bonaerense, luego la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires y hasta quizás, llegar a la Corte a nivel nacional, agotando todas las instancias posibles.

Cuesta aceptar esa frase de “el hecho no está probado” que lanzó el abogado defensor Hugo Tomei y del análisis de las evidencias también la de “todos mataron” esgrimida por los letrados de la familia Báez Sosa y los dos fiscales. En lo práctico, se observa que varios de los imputados no golpearon, aunque hayan contribuido con su accionar y encubrimiento, además establecer la premeditación como plan homicida es otro de los puntos que entran en seria discusión.

Desde la empatía con Graciela Sosa y Silvino Báez, esos padres que perdieron a su único hijo, ese pibe que estudiaba, desarrollaba tareas solidarias y solo pretendían pasar unos días de vacaciones con sus amigos en Villa Gesell, se da toda una corriente que camina hacia una condena que sirva como ejemplo, que castigue a los autores del ataque. Empero en un debate oral y público, donde se exponen y contraponen las pruebas, hay toda una serie de elementos jurídicos que operan y deben formar parte de los fundamentos de la sentencia, cualquiera sea el veredicto.

No se trata de un Prode, donde apostar a que ocurrirá con el fallo. Y donde si hay perpetua o penas menores, nada hay que festejar como sociedad y si mucho que replantearse. Se trata de cuestiones difíciles de interpretar, como toda aquella que se mueve entre la razón y el sentimiento. Y si sabe que, aunque la mayoría aguarde el fin de este juicio, solo es el principio de las apelaciones que se vienen.

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Opinión

Malvinas y Atlántico Sur: profundizar la Soberanía Popular para recuperar el ejercicio de la Soberanía Nacional

César Trejo es veterano de Malvinas y Director del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús.

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Por César Trejo

El año pasado, durante la conmemoración de los 40 años de la recuperación transitoria de nuestras Islas Malvinas y demás territorios que aún permanecen usurpados por el colonialismo británico, se produjeron dos manifestaciones singulares.

Por primera vez en cuatro décadas, un gobierno encaró el homenaje a los combatientes, sin incurrir en los lugares comunes de la victimización, reconociéndolos como a Héroes Nacionales, y destacando el sentimiento compartido mayoritariamente con la consiga “Malvinas nos une”.

Finalizando el año, los festejos argentinos por el triunfo en el Mundial de Fútbol, mostraron con total contundencia y a escala planetaria, lo que venía expresándose en infinitas manifestaciones populares en toda la geografía de la Patria en forma subterránea.

La entonación de “Muchachos”, poniendo a los más grandes ídolos futbolísticos de nuestra historia junto a “los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” y el recurrente mantra “y ya lo ve…y ya lo ve…el que no salta, es un inglés…”, sentenciaron el fracaso definitivo de la política de desmalvinización cultural promovida por la inteligencia y la diplomacia británicas. Al menos, entre las mayorías populares.

Así como la dictadura militar no estuvo a la altura de las circunstancias, impidiendo la participación popular, tampoco hoy la dirigencia política –salvo honrosas excepciones-, parece estar en condiciones de salir del laberinto en que nos encontramos.

El actual Gobierno nacional ha tomado decisiones que se enmarcan en el camino adecuado. En materia de política exterior, anunció la finalización de las medidas acordadas en lo que fuera conocido como el “pacto Foradori-Duncan”, suscripto durante el gobierno de Mauricio Macri. En materia de Defensa Nacional, durante la última gestión de Agustín Rossi y la actual de Jorge Taiana en el Ministerio de Defensa, se inició la recuperación de las capacidades militares en nuestra Patagonia, se establecieron objetivos adecuados en la Directiva Estratégica Nacional y se encuentra promoviendo a través del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) la paulatina restitución de nuestras capacidades en la materia.

Sin embargo, quienes militamos la Causa de Malvinas desde el campo nacional y popular, creemos que estas medidas son gestos en la dirección correcta, pero que no alcanzan para enfrentar el formidable despliegue desarrollado por las potencias colonialistas a las que nos enfrentamos.

Durante las más de cuatro décadas posteriores a la batalla de 1982, Gran Bretaña y sus aliados de la OTAN construyeron bases militares que amenazan la Paz en el Atlántico Sur, y a cada uno de los países suramericanos. Extendió su pretensión territorial colonial desde las islas ocupadas (Malvinas, San Pedro y Sándwich del Sur), hacia la plataforma continental de 350 millas, proyectándose hacia el territorio antártico argentino y chileno. Desde la suscripción de los Acuerdos de Madrid I y II, saquea nuestros recursos ictícolas, lo que les permite auto-sustentar la economía de la colonia y se prepara para la explotación hidrocarburífera, cuando las condiciones internacionales hagan rentable la explotación offshore.

En las postrimerías del gobierno de Boris Johnson, se publicó un documento titulado “Gran Bretaña: su carácter global en una era competitiva: Revisión Integrada de la política de seguridad, defensa, desarrollo y exterior”, donde se afirma la decisión de relanzar a la Comunidad Británica de Naciones como uno de los poderes que disputen la hegemonía global, y ligando los planes de defensa y seguridad en la conquista de sus intereses económicos, estratégicos y geopolíticos.

De más está decir que uno de los escenarios principales para tal dominio, es el Atlántico Sur.
Para enfrentar esta situación, nuestro país necesita de toda su energía y capacidad, que tiene su base en la voluntad del pueblo argentino por afirmar su soberanía. Pero también, en la renovación de su clase dirigente, surgida de su base social y comprometida con la concreción de su definitiva Independencia.

Como estrategia principal, dos son los factores que se imponen:

  1. El encarecimiento de los costos de la ocupación, que implica no sólo actuar con firmeza en el Atlántico Sur, sino también en la afectación de la cartera de negocios británica en el continente argentino (minería, energía, finanzas)
  2. La aceleración del proceso de integración suramericana, que garantice actuar de conjunto contra el neocolonialismo anglosajón.

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