La violencia verbal está conformada por el maltrato psicológico, el abuso mental, el abuso verbal y el abuso emocional. Los agresores que hacen maltrato psicológico, lo realizan mediante verbalizaciones agresivas, tanto directas como sarcásticas o irónicas. Estas personas poseen una serie de rasgos característicos. Por ejemplo, se creen dueños de la verdad, descalifican al otro colocándolos como seres inferiores, son autoritarias y tienden al control de su entorno. Son rígidas e inflexibles en su posición. No reconocen sus equivocaciones ya que piensan que los demás no tienen razón. Son culpabilizadores. Son egoístas y narcisistas. Su base de personalidad es psicopática.
En el maltrato hacia el niño/a, se desarrolla mediante cualquier forma de interacción en donde la descalificación aparece con regularidad y la denigración es permanente, por parte de un adulto. Se lo insulta, o se lo llama con apodos ridículos, hacerle burla, humillarlo, descalificarlo, menospreciarlo. UNICEF señala que el niño es aterrorizado y amenazado. Se lo puede explotar y corromper, aislarlo, rechazarlo, hasta ignorarlo. Puede ser testigo de violencia doméstica.
Línea 102 Si necesitas ayuda o conoces a alguien que esté expuesto a violencia, llamá al 102. Es un servicio gratuito y confidencial, de atención especializada sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes. Podés llamar ante una situación de vulneración de derechos. Si vivís una emergencia llama al 911.
También este tipo de violencia se observa en las relaciones de pareja. En la violencia verbal, emocional y/o psicológica en las parejas, hay insultos, humillaciones, hostigamiento de manera regular, críticas permanentes, descalificación y desvalorización, gestos de desprecio, ridiculización, celos, y posesividad, entre otros. Todo esto se naturaliza en la relación. Básicamente se encuentran dos comportamientos principales que son las actitudes de hostilidad y menosprecio, culpabilización, dominación mediante el infligir miedo. También se observan amenazas.
Si vivís una situación de violencia de género o conocés a alguien que necesite ayuda llamá gratis al 144, mandá un mensaje al 11 5050 0147 o por WhatsApp al +54 911 2771 6463. También podés descargar acá una app para recibir ayuda de profesionales.
En una final que alcanzó picos de 31 puntos de rating y cosechó más de ocho millones de votos, Marcos Ginocchio fue elegido como el ganador de la décima edición de Gran Hermano Argentina. El segundo puesto fue para Nacho Castañares y el podio lo completó Julieta Poggio.
Hay varias razones que explican el éxito de esta edición de GH. La principal es la consecución de un logro que parecía inalcanzable para los formatos de la última década: la integración con las redes sociales y el universo de consumo digital, que desplazó a la TV de su protagonismo histórico en la agenda social y cultural.
En ese sentido GH logró un maridaje perfecto. El reality se consumió tanto por Twitter, Instagram, TikTok y las plataformas de streaming como por TV. Los nombres de los participantes y los diferentes hashtags asociados fueron tendencia desde el primer hasta el último día.
Una clave es que los participantes que salían de la casa eran elegidos por la gente a través del voto negativo. Así, el reality capitalizó al máximo uno de los fenómenos más notables de la era digital: el “hate”. Cada semana una nueva “cancelación”.
Los primeros pasos
Así, el primer mes de la competencia estuvo signado por la salida de la casa del grupo que se autodenominó “los monitos”: Holder, Martina y Juan fueron eyectados por el público, que condenó su juego calculador y agresivo. El único sobreviviente fue nada menos que Nacho. El joven de 19 años fue el que menos se hizo odiar y supo reconvertirse.
Lo cierto es que muchas veces Nacho fue a placa con otros participantes que contaban con un mayor rechazo popular, y poco a poco fue consolidando su chapa de candidato gracias a su carisma y sus virtudes para mantener una buena convivencia.
Es que, en esta edición de GH, las jugadas osadas, las traiciones y las maniobras para desestabilizar a un contrincante, fueron castigadas por el público.
Ese fue el caso de Coti y Cone, que luego de la “traición” de la correntina a sus supuestas amigas (Juli, Dani y Romina), fue el blanco predilecto del voto rechazo. Otro tanto sucedió con los falsos juramentos y los chismes de Tini, que le costaron su expulsión en dos ocasiones, una situación que arrastraría la salida de Maxi, su pareja.
Por su parte, Agustín, compadecido en un comienzo por ser víctima del bullying de sus compañeros, luego reveló sus miserias y el “humo” que rodeaba sus supuestos estratagemas. Solo resta destacar su incomprensible amistad con el bueno de Marcos.
Una bisagra en el juego
Hubo un punto de inflexión luego del regreso de cuatro jugadores (Agustín, Tora, Tini y Daniela), que se sumó al ingreso de dos nuevos (Ariel y Camila). Cargados con información del exterior, estos ingresos desestabilizaron los esquemas planteados hasta ese momento.
El risueño y optimista Ariel sacó de quicio a Alfa, el gran patriarca del certamen. La unión simbiótica entre Camila y Walter deterioró el vínculo de Alfa con buena parte de los participantes, en especial con Romina, y horadó su imagen hasta desembocar en su salida.
Daniela desencadenó con su regreso su tan esperada venganza que resultó en la salida de Coti y Cone pero también en la de Thiago, quien parecía un firme candidato a ganar, pero cuyas actitudes se fueron ganando el repudio, quizás desmedido, de una parte de la audiencia.
La entrada de la Tora, por su parte, fortaleció a Nacho y le dio una aliada que propulsó su derrotero hasta la final.
Más allá de las declaraciones de “tio facho” de Alfa, la conversación política se coló poco dentro y fuera de la casa, siendo la única excepción la de Romina, cuyo paso por la función pública fue combustible del odio desde una parte de la grieta. Así y todo, su generosidad y su nobleza la llevaron hasta las puertas de la final.
Aunque entre los tres finalistas se cataloga a Nacho como el más “estratega”, lo cierto es que Julieta Poggio fue protagonista de algunas de las mejores jugadas. Desde el “hashtag fuera malas vibras” que interpretó a la perfección el clima del exterior, hasta la que fue, quizás, la mejor jugada del certamen, el sorpresivo salvataje de Camila que condujo a la histórica placa Alfa vs Romina. Dicho esto, la joven también protagonizó la peor movida del ciclo: su fulminante a Camila fortaleció a la gemela y derivó en la salida de Daniela.
El premio mayor
El premio mayor finalmente fue para Marcos, el tipo tranquilo. Más de 6 millones de personas lo eligieron, y es evidente que se trata de una persona amable, atenta y humilde, muy apegada a su familia, que posee la extraordinaria virtud de elegir muy bien cuando hablar y cuando callarse.
El Argentino
Con un final a lo Truman Show, con el salteño emocionado soltando un “te quiero mucho” para “Big” antes de salir por la puerta, terminó uno de los ciclos más exitosos de la historia de la televisión argentina. Un fenómeno que expresó de lleno las contradicciones nacionales, la necesidad de evasión, la valoración de la honestidad y la amabilidad, y el asedio del “hate” y la grieta permanente.
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