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Bombas racimo, balas de uranio y minas, las temibles armas que EEUU y Reino Unido le dan a Ucrania

Este tipo de armamento es rechazado por organizaciones humanitarias y en tratados internacionales, ya que matan indiscriminadamente, son peligrosas para civiles y riesgosas aún luego del fin del conflicto.

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El-Argentino-Guerra Ucrania Rusia.

Por Camil Straschnoy

Ucrania recibió el jueves pasado las bombas de racimo enviadas por Estados Unidos, prohibidas por más de 110 países y según Naciones Unidas también utilizadas por Rusia durante la guerra iniciada hace más de 500 días, en la que ya se usaron otros armamentos cuestionados como las municiones de uranio empobrecido y las minas antipersona.

Los mecanismos de estos tipos de armas son muy diferentes, pero comparten que son rechazadas por organizaciones humanitarias, e incluso por tratados internacionales, ya que matan indiscriminadamente, son peligrosas para la población civil y son riesgosas aún luego del fin del conflicto.

BOMBAS DE RACIMO

Estados Unidos anunció la semana pasada que suministrará bombas de racimo a Ucrania, en lo que el presidente Joe Biden calificó como una “decisión difícil” pero justificada bajo el argumento que las tropas ucranianas están «quedándose sin municiones» en momentos en que intentan recuperar territorio con su contraofensiva.

Las bombas de racimo, usadas por Washington en Vietnam, Irak y Afganistán y provistas por Rusia a Siria para la guerra en ese país árabe, detonan en el aire y liberan cientos de submuniciones en un amplio radio de entre 200 y 400 metros.

Más allá de la extensa área que atacan, su riesgo principal está vinculado a que algunas de estas minibombas no detonan y se quedan enterradas, con una tasa de fallo de entre 5% y 30%, por lo que gran número de víctimas colaterales son civiles, incluyendo niños, que se topan con ellas.

Aliados como Canadá, España y Reino Unido criticaron la decisión de la Casa Blanca por violar la Convención de Oslo de 2008 que prohíbe el uso, producción y transferencia de este armamento, ratificada por más de 110 países, pero que no es legalmente vinculante para Estados Unidos, Ucrania ni Rusia por no haberla firmado.

Las fuerzas del Kremlin ya usaron este tipo de armamentos en 24 oportunidades durante el primer mes de la invasión a gran escala, de acuerdo a un informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU presentado a fines de marzo del año pasado.

“Desde el punto de vista militar se cree que estas armas lograrán frenar el avance ruso, aunque está generando una nueva escalada en el conflicto y la consecuencia directa será la muerte y heridos civiles ucranianos, tanto por el uso por parte de Rusia como de Ucrania”, explicó a Télam María Pia Devoto, directora de la Asociación para Políticas Públicas y parte de la Coalición de las Bombas de Racimo, una red de organizaciones que promueven la prohibición de este tipo de armamento.

La experta argentina indicó que existen distintas estimaciones sobre la tasa de falla de estas submuniciones que no explotan y son un peligro para la población civil: «Según la Cruz Roja, la tasa seria entre el 10% y el 40% y el Pentágono afirma que las que transfieren tienen una tasa máxima del 2,35%, aun cuando sus normas de exportaciones estipula que no pueden hacerlo si existe una falla mayor al 1%”.

“Más allá de lo que digan uno y otro, una submunición puede no explotar al impacto por numerosas razones. La tasa de falla es un número, en general, de laboratorio, incluso virtual, porque en el terreno las condiciones pueden ser completamente diferentes e incluso pueden fallar porque no son lanzadas desde la altura que impone las características de esa munición”, manifestó.

Y apuntó: “Ucrania tomó varios compromisos para su utilización, como que serían solamente utilizadas dentro del país, donde no haya civiles y solo en lugares donde estuvieran desplegadas las tropas rusas. Aunque este sea el caso, la tasa de falla dejará submuniciones sin explotar y esto contaminará el terreno y matará o dejará heridos a civiles en el futuro”.

MUNICIONES DE URANIO EMPOBRECIDO

En marzo de este año, Reino Unido anunció el envío a Ucrania de municiones de uranio empobrecido, un arma eficaz para perforar los blindajes dado la densidad del material, pero cuestionado por los riesgos para los militares que maniobran con ellas y para la población de las zonas donde se use, por su carácter tóxico y contaminante pese a ser cerca de 60% menos radiactivo que el uranio natural.

Empleadas en las dos guerras del Golfo de 1991 y 2003 y por parte de las fuerzas de la OTAN en Kosovo a fines de la década del 90, grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, China y Francia cuentan en sus arsenales con este tipo de armamento, según la Coalición Internacional para la Prohibición de las Armas de Uranio.

Ria Verjauw, vocera de esta organización que insta a su prohibición total, indicó a Télam sus peligros: “El uranio empobrecido genera en el momento del impacto un aerosol de partículas micrométricas y submicrométricas que pueden dispersarse entre decenas y centenares de metros del objetivo”.

“Estas partículas de uranio empobrecido pueden ser inhaladas, ingeridas y penetrar en el organismo a través de las heridas. El tamaño nano de estas partículas hace que puedan atravesar el tejido del pulmón y puedan circular por el cuerpo”, manifestó y agregó que esta exposición radiactiva y tóxica química “provoca malformaciones congénitas, nacimientos prematuros y cáncer”.

La activista antibélica belga afirmó que las mujeres y niños “son más vulnerables a este tipo de contaminación” y manifestó que las municiones de uranio empobrecido que fallan en su objetivo “se corroen muy lentamente, liberando su toxicidad a las aguas subterráneas y al suelo, envenenando el medio ambiente y a los seres humanos”.

El Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas concluyó que la exposición al uranio empobrecido no causaba intoxicaciones significativas, pero el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) afirmó que podría existir riesgo de radiación para las personas que manipulen fragmentos de sus cartuchos.

Aunque las consecuencias científicas de este armamento están en debate y su uso no está prohibido por el derecho internacional, las municiones de uranio empobrecido fueron citadas como unas de las causas posibles de problemas de salud de los excombatientes de la guerra del Golfo, o del número elevado de casos de cáncer o malformaciones congénitas en la ciudad iraquí de Faluya.

Más recientemente, un informe preliminar de 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente expresó su preocupación por el posible uso de uranio empobrecido en Ucrania, al advertir que puede causar «irritación cutánea, insuficiencia renal y aumentar los riesgos de cáncer».

MINAS ANTIPERSONA

Las minas antipersona están diseñadas para matar o mutilar a quien se aproxime o las contacten y su peligro permanece incluso después del fin de una guerra, ya que pueden quedar enterradas y convertirse en un riesgo enorme para la población civil.

Instaladas a mano o dispersas en el terreno a través de un cohete, vehículo especializado o un avión, pueden quedar activas por décadas, lo que representa también un peligro para la ayuda humanitaria o para las personas que se desplazan por el conflicto armado.

Las minas terrestres convencionales dirigidas a vehículos enemigos son permitidas por el derecho internacional, pero los aparatos antipersonales que buscan mutilar o matar a humanos están prohibidas bajo el Tratado de Ottawa de 1997, firmado por más de 130 países.

Human Rights Watch publicó varios informes que documentan el uso de al menos 13 tipos de minas antipersonales por parte de las fuerzas rusas en Ucrania desde el inicio de su invasión y denunció que los militares ucranianos también utilizaron este armamento que tenían de la época soviética en Izium, en el este del país.

Grandes potencias como Rusia, China y Estados Unidos no firmaron el tratado que veta estas armas, pero sí lo hizo Ucrania, que prometió a la ONG examinar las evidencias presentadas e investigar la situación.

Cerca de 30% del territorio ucraniano podría tener minas, pero es «imposible contar y mapearlas» en un país en guerra, admitió Baptiste Chapuis, de la ONG Handicap International, en declaraciones a la agencia de noticias AFP.

«Desde una perspectiva militar, la guerra en Ucrania marca el gran retorno del uso de minas», señaló Stephane Audrand, un especialista en riesgo internacional, quien señaló que son empleadas en «cantidades fenomenales».

Franja de Gaza

Según la ONU, en Gaza hay al menos 10.000 palestinos bajo los escombros

Se advierte que remover los cadáveres podría tardar hasta tres años, debido a la falta de excavadoras y equipos pesados.

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La Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés) afirmó que al menos 10.000 personas están sepultadas bajo los escombros en la Franja de Gaza. Según la entidad, barrios enteros han sido arrasados por los intensos bombardeos israelíes en el enclave palestino desde que se inició la escalada militar, el 7 de octubre de 2023.

Al citar a la Autoridad palestina de Defensa Civil, el organismo advierte que la recuperación de restos humanos de entre los escombros es un gran desafío, debido a la falta de excavadoras y otros equipos pesados, por lo que ese proceso podría llevar hasta tres años con las herramientas primitivas que se tienen a mano.

Entre tanto, las autoridades palestinas hicieron un llamado urgente para «permitir la entrada del equipo pesado necesario para que nuestros rescatistas puedan salvar las vidas de los heridos por los continuos bombardeos israelíes, así como extraer los cuerpos de los mártires, que se están descomponiendo bajo los escombros y provocando un desastre sanitario».

Esta situación se produce en medio del aumento de las temperaturas en el territorio palestino, que acelerarán el proceso de descomposición de los cuerpos e incrementarán la potencial amenaza de propagación de enfermedades.

Zona devastada

Por su parte, el Servicio de Acción contra las Minas de las Naciones Unidas (UNMAS) advirtió previamente que en el enclave, altamente urbanizado, hay 37 millones de toneladas de escombros, incluyendo más de 800.000 toneladas de asbesto.

Además, UNMAS calculó que podría haber unas 7.500 toneladas de artefactos explosivos sin detonar esparcidos por toda la Franja, cuya limpieza podría llevar hasta 14 años. Una misión del equipo de evaluación de la ONU informó, el 10 de abril, que las calles y otros espacios públicos de la ciudad palestina de Jan Yunis quedaron sembradas de municiones sin detonar tras la retirada de las tropas israelíes.

En un recorrido por el área, el equipo encontró bombas de 500 kilogramos «tiradas en las intersecciones principales y dentro de las escuelas».

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