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Análisis

Tristón, algo solitario, definitivamente final

“Como si el paredón de la Historia no existiese”. Ahí va el que anda con las flores frescas preparadas para esquivarle al destino. La oportunidad de lo que no iba a ser, lo que se justifica hasta el hartazgo que no se pudo y lo que no queda tiempo que sea en ésta suerte de anticipación póstuma que invita a buscar una lucecita en el sombrío presente.

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Por Carlos Caramello

¿Qué es ese olor descompuesto, ese efluvio de flores muertas que filtra por las hendijas de La Rosada? ¿De dónde viene ese congojo de lloronas profesionales que recorre la calle Balcarce hacia el Sur? ¿Y la luz de esas velas titilantes que cuela por los visillos y las cortinas de voile?

Aun a través de los vapores espesos del licor lo veía todo con demasiada claridad. Se había derrotado a sí mismo. Y ya era tarde para enmendarlo. El Abogado del Diablo – Morris West

Nada. Olvidate. El tipo va. Fiel al estilo que le ha impuesto el marketing de la social plutocracia intenta morir con los zapatos abotinados puestos. Deslizando sus “serias intenciones” de candidato,  sacrificando a los últimos devotos en pie del Grupo Callao para oxigenar su ciclo de ineficacia, negocios y entrega solapada.

Elitista y desnacionalizador -como la casi totalidad de la progresía mundial-, con su perfil megalómano y su encanto de operador un tanto desvencijado, sigue deambulando sin notar que ya ni siquiera es un pato rengo. Es más, si a pato hay que referirse, mejor hablemos del famoso y nunca bien ponderado “criollo”.

Buenas lectoras del momento, algunas ratas y varias lauchas -tan traidoras como sabias-, escapan de la debacle para refugiarse en la política: el gobierno de científicos no les ha funcionado, acaso porque como advertía Perón en Conducción Política, “tenemos tantos formados por nuestras facultades y, sin embargo, no he visto ninguno que se haya destacado en el orden de la conducción política”. Además, de aquel gabinete academicista y erudito que tanto lo emocionaba, ya no queda ni uno, salvo que cuenten los enroques.

Y no es que no esté bien “tener estudio”. Lo que no está bien es creer que saber sobre algunas cosas es lo mismo que poder hacer algunas cosas. Hay grandes diferencias. Y si no lo creen, pregúntenle a los eunucos del Harem.

Otro apoyo que se disgrega es la obesidad cegetista. Más importante que defenderlo parece ser prepararse para atacar a Cristina. Esta vez con un armado electoral que ni siquiera tiene la honestidad de brazo político: le alcanza con fragmentar y aportar a la derrota porque, al fin y al cabo, si una ventaja tienen sus cuerpos rollizos es rebotar, y siempre caer parados.

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Y no hablo del Movimiento Obrero Organizado ni de los honestos dirigentes que defienden trabajadores. No me refiero a los que ordenan, reclaman, luchan, recuperan la calle. Digo del sindicalismo de doble ventanilla: ese que demanda como proletario y cobra como patrón mientras los muchachos les roban el atril del escenario. Poné la fecha, la p… que te p…

Quedan, además, los desocupados, los parias del perpetuo desempleo, los siervos del planeo. Esos otros, que son el verdadero “el otro”. Pobres con los que un par de crápulas ataviados de dirigentes sensibles, hacen su agosto y “llenan la política”. Desesperados que cartonean, changuean, truecan y finalmente marchan por un plan que, sólo a veces, llega entero. Los nuevos invisibles, que se desloman con quehaceres de una dureza infinita y ni siquiera consiguen ser reconocidos como trabajadores por muchos “clasemedia” que temen caer un poco más abajo de la lona y creen que, para salvarse, hay que asirse de los que los empujan para abajo.

Y también quedan las minorías, claro, las mi-no-rías: importantes. trascendentes, significativas… Pero que no alcanzan para pintar la pieza. Y que tendrían un mejor sentido si todos comieran; tuviesen empleos dignos, participaran del futuro y de la cama caliente en el invierno.

Sin embargo, el tipo… va. A pesar del aroma a coronas rancias, las dispersas tropas en estampida, el fracaso de los sabiondos, la recurrente insatisfacción minoritaria y los millones de argentinos haciéndose añicos en el caleidoscopio de la indigencia, va.

Hacia un final inexorable va. Siempre rosqueando, operando, prometiendo. Un WhatsApp por acá, un copetín al paso… Va. Construyendo destrucción ahí donde había esperanza, desazón en donde hubo certezas, incertidumbre donde habitaba el Peronismo… va. Rodeado por el coro de amanuenses y alcahuetes, va. Como un bólido va.

Como si el paredón de la Historia no existiese.

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Análisis

Al que no le gusta, se jode

Desarmada la operación mediática lanzada por el gobierno nacional a través del Ministerio de Capital Humano, la sociedad se prepara para una semana que tendrá en el martes 23 un punto fuerte que sin dudas va a tener la atención de todos.

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Martín Epstein*

Desde que Javier Milei y su ladero Luis Caputo lanzaron su programa de ajuste brutal del gasto muchos sectores fueron alertando sobre una política de características criminales: eliminación de partidas para alimentos para comedores, licuación de jubilaciones y pensiones, recortes en medicamentos oncológicos son solo algunos ejemplos del carácter inhumano que encarna el proyecto libertario.

Ya en sus primeros días con el anuncio del congelamiento de las partidas para educación superior, fijadas en los mismos niveles del presupuesto 2023 sin ningún tipo de actualización se inició un derrotero que tiene ahora una fecha que será simbólicamente potente. La confrontación del auto percibido académico contra todo lo que represente la Academia es sin dudas un claro signo del resentimiento con que Milei dirige el país. El ataque a la educación pública se convirtió en las últimas semanas en la impronta del Gobiernos, y muchos de sus referentes abrieron fuego intentando debilitar un reclamo que se explica casi por sí solo. Repetir el presupuesto del 2023 para este año representa una reducción por efecto de la inflación del 75%, ubicando la asignación para educación superior en sus niveles más bajos en décadas.

El torpe intento por imponer desde las redes un aparente acuerdo, que no era más que una propuesta y que solo contemplaba aumento de partidas de funcionamiento dice mucho más que lo que en números circuló. Con la intención de desalentar la convocatoria se quiso hacer creer a la sociedad que el problema se resolvía, y no habría entonces motivos para sostener un reclamo que acompaña no solo a los rectores de las universidades nacionales, sus docentes y no docentes. Diversos colectivos sociales, organizaciones territoriales y organismos de derechos humanos, referentes del mundo de la cultura y la política, las conducciones del movimiento obrero organizado están convocando y serán parte de una movilización que promete ser masiva.

A lo mejor por ahí viene la explicación de los intentos fallidos por erosionar y debilitar la expresión popular que se dará cita este próximo martes. Nos veremos en las calles, como siempre, porque como se cantará muchas veces en esa jornada que promete ser histórica: Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode.

*Politólogo y Analista Económico del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)

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