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Análisis

Cuestiones de fondo

El fondo monetario aparece como el fundamento de la cuestión política cuando en realidad es solo un aspecto de la misma.

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Por Santiago González Casares @filosofopueblo

“A los amigo

¿En dónde estábamos? ¡Ah sí! …. Retomemos, pues la realidad política, la real verdadera, no deja mucho tiempo que perder. Adentrémonos de inmediato en el pensar. Dejen el teléfono un segundito, miren hacia arriba, respiren hondo, profundo… Pensemos! Cuando permanece tanto tiempo en altas rotaciones la misma noticia, más tarde que temprano debemos alertar sobre su estatuto, su condición y su posibilidad. Sobre todo, aquellos que nos dedicamos al pensamiento, que hacemos de esto un oficio, más aún, que intentamos forjar una artesanía del pensamiento. Nuestra prioridad es, elementalmente, las cuestiones de fondo. Cuando se aparenta discutir sobre alguna supuesta cuestión de fondo, es con nosotros con los que debéis hablar, o quizás, si es esto lo que intento aquí, debemos tomar la palabra nosotros, aquellos que nos dedicamos a esto. Seguramente, los más atentos de Uds., habrán podido distinguir en la @rroba del acápite “filósofo del pueblo”, y esto lo debo aclarar. El filósofo del pueblo no es aquel que posee, que detiene el pensamiento del pueblo, ni representa de manera alguna su destino. El filósofo del pueblo simplemente se dedica a las cosas del pensar, como en el pueblo hay un zapatero para los zapatos, un abogado para los asuntos jurídicos, estamos los filósofos que nos dedicamos al fondo de todo asunto, al origen principal. No es casualidad que se trate aquí de eso mismo, del fondo, del fundamento.

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Es que aparece en la norma de la discusión política actual, en la mediática, una falsa igualdad en los términos. El fondo monetario aparece como el fundamento de la cuestión política cuando en realidad es solo un aspecto de la misma, aunque sin duda importante, definitivamente incompleta. Y si bien este problema aparece como fundamental, no solo no lo es, sino que, pero aun, no debería serlo. Es que el fondo (fundus) es el origen etimológico del fundamento, y es esta la razón por la cual se confunden tan fácilmente el uno con el otro. El principio y la causa de la cuestión política se confunden con el Fondo Monetario Internacional. Porque claro los tres términos que forman estas siglas tienen una fuerza impresionante, es casi una descripción palabra por palabra del sistema actual en el que vivimos. En el fondo de la cuestión aparece el sistema financiero, pero no es esa la verdadera cuestión de fondo. Hete aquí lo que se presta a confusión, porque el problema de fondo no es ni la moneda, ni el mercado, el problema es otro, el problema es el fundamento que le da entidad a todo esto: el trabajo humano.

En filosofía el fondo se dice fundamento y ha sido evocado desde los albores de su gesta. Desde los primeros filósofos poetas, la filosofía ya definía el comportamiento que iba a seguir a lo largo de su historia, sería una búsqueda, un camino hacia el fundamento. Los primeros fundamentos fueron los elementos, pero pronto serían las ideas y luego el firmamento. Sin embargo, en la modernidad el fundamento es absorbido por el sujeto individual, por la pregunta que encarna su pensamiento (egocogito, egosum). Descartes augura en el comienzo de sus meditaciones metafísicas la necesidad de dudar de todas las opiniones recibidas, ya que a partir de ellas no podemos construir un conocimiento sólido. Debemos entonces poner en duda todo aquello que hemos dado hasta ahora, por cierto, quizás sea este un buen momento para poner en duda lo que se construye alrededor nuestro y buscar un nuevo comienzo que permita ocupar el lugar del fundamento. Es que detrás de todo fundamento, al menos a partir de la modernidad, se esconde el ser humano, es eso lo que le da sentido a todo el resto, tanto a la economía como a su organización política. Quizás tanta discusión acerca del fondo nos ayude a develar lo que realmente se oculta detrás, lo que le da vida a todo los demás, lo humano y su búsqueda de la felicidad. Es que fondo no solo es fondo, es también fundamento, el principio del conocimiento y la causa del movimiento, es la belleza y sobre todo el Bien.

Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

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Análisis

Esequibo, el viejo cuento de piratas y la doctrina Monroe

La prensa mundial está feliz. Tiene una nueva historia de terror para jugar con los nervios del público.

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Por Oleg Yasinsky*

El tirano venezolano armado por el dictador ruso está por invadir un pobre país indefenso para quitarle su territorio y sus riquezas.” De diferentes formas repiten más o menos la misma idea que debería alertar al mundo democrático y aumentar el dudoso rating de sus principales guardianes: las FFAA de los EEUU y de la OTAN.

Para entrar en materia, imaginemos una escena de tiempos pasado: A las bahías de la costa sur del Caribe, que durante siglos fueron tan apreciadas por los piratas ingleses llegan los buques de guerra de la recién triunfada y aplaudida por las masas progresistas del mundo democracia estadounidense y le dice a la corona de Londres, “se acabó. Ustedes se van. Esto ya es nuestro. Y si quieren quedarse les tocará negociar ahora con nosotros”.

Esta es la “Doctrina Monroe”, que hace pocos días celebró su 200 aniversario (pese al dicho de que no hay un mal que dure cien años), un pensamiento imperial hecho un proyecto oficial de todos los gobiernos norteamericanos sin excepción ninguna, que lo pusieron en práctica con sus marines, golpes de estado, bloqueos económicos y campañas mediáticas con su gran especialización en guerra informativa.

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América para los americanos“, proclamada por el único país americano sin nombre propio, y que ponía a todo un continente en la mesa de las élites más insaciables e ignorantes del mundo, fue solo un preludio para la actual agenda de la guerra global, donde los adversarios ya se ven enfrentados en las trincheras de los pueblos de América contra el gobierno racista gringo de turno, sino en la hidra transnacional financiera de color, nacionalidad, edad y sexo indefinidos, con su representación legal y mundana en el departamento de estado de los Estados Unidos y en frente, la humanidad entera.

Un tema muy importante relacionado con la “Doctrina Monroe” es el apoyo, hace 200 años, de los EEUU a la lucha de los países latinoamericanos por su independencia, con el propósito de volverlos permanente y completamente dependientes de sus propios intereses.

Estamos viendo que la lógica de las “revoluciones de colores” comenzó hace 200 años, y que nuestros pueblos necesitaron a grandes visionarios como Simón Bolívar y José Martí para de inmediato darse cuenta de esta amenaza mortal. En el siglo pasado su realización consistía en una permanente imposición de los brutales regímenes fascistas y de las democracias bananeras en América Latina.

En este siglo, la globalización neoliberal la convirtió en el virus planetario. Ahora vemos con algo de asombro, que los países de Europa Occidental, que hace poco a muchos de nosotros nos parecían ejemplares y tan dignos de imitar, que ahora son incluso más patios traseros de EEUU que sus vecinos geográficos. Pero la actual “Doctrina Monroe” necesita una redefinición.

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En lugar de “América para los americanos“, ahora con la bendición del Santo Musk debería ser “La Vía Láctea para las trasnacionales”.

Pero, por ahora, bajemos de las estrellas a la selva del Caribe. A cualquier persona que conozca mínimamente la historia de la conquista y la independencia de América, el surgimiento de la Gran Colombia y luego de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá mientras en el norte del continente permanecían intactas las colonias europeas, la farsa judicial del laudo arbitral de 1899 en la lejana París, sin la participación de Venezuela y los múltiples ejercicios geográficos de los cartógrafos europeos imperiales, (los mismos que separaron con líneas geométricas a los pueblos de África para imposibilitar la integración del continente), no le puede quedar duda a qué país debería pertenecer la orilla occidental del río Esequibo.

No es un tema de revisionismo histórico sino de mínima lógica de los intereses foráneos. Guayana parece ser un Kosovo suramericano con el único propósito de ser el centro infalible para cualquier provocación contra los vecinos irrespetuosos de la “Doctrina Monroe”.

La excusa del crecimiento económico de Guayana del 58% es una farsa. Es como hablar del “milagro económico de Pinochet” mientras la mitad del país apenas sobrevivía.

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Según el contrato del 2016, la ExxonMobil pagaba al estado guayanés el 2% de sus utilidades hasta recuperar el 75% de su inversión.

Por la experiencia mundial sabemos, que ExxonMobil siempre tendrá los lobbistas y abogados mucho mejores que el gobierno de Guayana (por si acaso algún día a ese gobierno se le ocurriera dejar de ser su gerente), quienes siempre demostrarán que su cliente trabaja con las mínimas utilidades, sufre enormes pérdidas, no recupera la inversión y su trabajo en el país es casi una obra de beneficencia.

Otro ejercicio interesante sería comparar los activos de ExxonMobil y del estado guayanés. Según la información abierta, en 2021 la empresa ExxonMobil tenía un capital de USD 338 923 millones. El PIB de Guayana en el mismo año equivalía a USD 8 044 millones.

No es difícil deducir entonces el tipo de relación existente entre el estado y la empresa privada, que lo contrata para sus necesidades empresariales.

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La historia del Esequibo

Es injusto que el continente conozca la causa de las Malvinas y hasta los últimos meses ni siquiera conociera el nombre de Esequibo, que el mundo sigue escribiendo con la ortografía inglesa como “Essequibo”.

En vez de un jaguar de la selva guayanesa se asoma un león escondido en la sombra del escudo real británico.

Tampoco conoce el mundo la historia de la rebelión y la masacre de Rupununi en enero de 1969, cuando los indígenas y mestizos se sublevaron en esta parte del Esequibo, por sus derechos a ser parte de Venezuela, y el gobierno de Caracas de entonces, prefirió no complicar las relaciones con sus amos y vecinos, ignorando la tragedia a pocos kilómetros de su frontera oriental, dibujada por los ingleses.

Cuando el ejército guayanés torturó, violó y asesinó a quién sabe cuántos civiles, pues nadie supo con exactitud estos datos, ya que en esta tierra de nadie todas las estadísticas son relativas, las únicas cifras que merecieron un buen cálculo fueron las de los barriles de petróleo para ExxonMobil.

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El bello paisaje rupestre de Esequibo, con sus mil encantos, sorpresas y secretos, está por despertar, para empezar por fin a vivir su propia historia que camina por los senderos de la selva con los pies descalzos de su gente.

*Periodista ucraniano chileno, investigador de los movimientos indígenas y sociales en America Latina, productor de documentales políticos en Colombia, Bolivia, Mexico y Chile, autor de varias publicaciones y traductor de textos de Eduardo Galeano, Luis Sepúlveda, José Saramago, subcomandante Marcos y otros al ruso. Columnista de RT y Tele Sur.

Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

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