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Mujeres

Miles de mujeres marcharon por la calles porteñas para conmemorar el #8M

La manifestación hacia el Congreso colmó desde las 16 las siete cuadras que separan la Avenida de Mayo de la avenida 9 de Julio con cantos, pancartas y tatuajes que reivindicaban derechos y conquistas, jornada en la que también se realizó un nuevo Paro Internacional de Mujeres.

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Miles de manifestantes pertenecientes a agrupaciones feministas, políticas y sociales conmemoraron hoy el Día Internacional de la Mujer (8M), que incluyó diferentes movilizaciones, actos y otras actividades, entre ellas una marcha y concentración frente al Congreso de la Nación.

La marcha hacia el Congreso colmó desde las 16 las siete cuadras que separan la Avenida de Mayo de la avenida 9 de Julio con cantos, pancartas y hasta tatuajes que reivindicaban derechos y conquistas, en el marco de un nuevo Paro Internacional de Mujeres.

La movilización convocada desde el colectivo “Ni Una Menos” reunió a organizaciones sociales, políticas y sindicales, y también a miles de mujeres y disidencias que se sumaron solas, en parejas, con amigas o en familia.

A pesar del calor que algobiaba a los manifestantes en los veredas con sombra o dentro de los quioskos para comprar bebidas frías, caminar en la Avenida de Mayo se volvía muy complicado por la cantidad de personas que pasadas las 17.30 todavía continuaban arribando a la zona.

En las fachadas se repetían pintadas con consignas sobre la igualdad de oportunidades laborales, junto a afiches que reclamaban justicia por víctimas de femicidio o la aparición con vida de jóvenes desaparecidas; en tanto que en las banderas de organizaciones cómo “La Poderosa” reclamaban por el proyecto de Ley que busca garantizar un ingreso a las cocineras de comedores comunitarios.

Las columnas de organizaciones como el Movimiento Evita, el Movimiento Popular La Dignidad, la Corriente Clasista Combativa, la Martín Fierro o la Cámpora sumaban la música de bombos y redoblantes, mientras que diversos artistas populares hacían espectáculos de malabares, danza o tango a lo largo de la concentración.

Fanny, una inmigrante boliviana que encabeza un comedor comunitario en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, afirmó: “yo hace tiempo que venía con el comedor y no me había metido en la discusión del feminismo porque pensaba que no era algo urgente, pero el año pasado compañeras del Movimiento Evita me insistieron para que viaje al Encuentro Nacional de Mujeres y eso me cambió la cabeza”.

“No es que yo no identificara antes lo que pasaba cuando fajaban a una vecina en el barrio o el miedo de nuestras hijas a volver de noche, pero creía que teníamos que concentrarnos en la urgencia del hambre; en el encuentro me di cuenta que éramos muchas de todo el país en la misma y cuando volví empecé a charlar de estas cosas con mis vecinas y por eso hoy vinimos todas juntas”, añadió.

Camila, una estudiante secundaria que llegó con sus compañeras de escuela desde el barrio porteño de Liniers, dijo a Télam que “el año pasado ya nos habíamos organizado para venir por nuestra cuenta, y este año decidimos volver, para nosotras estar acá es importante porque la marea verde de la legalización del aborto la vimos por la tele y todavía no nos dejaban venir porque decían que éramos chicas”.

“No se trata sólo de la Educación Sexual Integral que tenemos que tener como corresponde en la escuela o de los métodos anticonceptivos o de los noviazgos violentos; todo eso es parte de la lucha, pero nosotras pronto vamos a empezar a buscar trabajo, y lo que queremos son oportunidades que no nos limiten por ser mujeres, y aprendimos que eso se gana acá en la calle”, completó.

Romina, una empleada administrativa que vino con su beba de 8 meses, dijo a Télam: “soy una trabajadora que está en blanco en un ámbito laboral en el que me reconocen mis derechos y lamentablemente eso en Argentina todavía es un privilegio; por eso vine, porque hay millones de mujeres que tienen que elegir si ser madres o trabajar y eso tiene que acabarse”.

“Mi pareja y yo tenemos trabajos estables y bien remunerados, y familias que nos apoyan en el cuidado de nuestra beba; pero hay muchas mujeres que no tienen nada de eso que debería garantizar el Estado, y así como la legalización del Aborto se parió en la calle, con esto también tiene que pasar lo mismo”, finalizó.

Sobre la esquina de 9 de Julio y Avenida de mayo, la agrupación “Madres de víctimas de trata” se concentró en el lugar bajo el lema “los prostíbulos son terrorismo de estado”, donde montaron una gran bandera con las fotos de diferentes mujeres víctimas de trata.

Una de las mujeres que estaban en ese espacio era María López, de la localidad Almirante Brown, que desde hace 10 años lucha por la aparición de su hija Ailén.

“Estos 10 años representan una lucha constante en donde lamentable no somos escuchadas por la justicia por varios factores tanto judiciales como políticos”, sostuvo. Al respecto señaló: “Nosotras luchamos para que ninguna piba más sea víctima de la prostitución”.

En las calles del centro porteño había una variedad de pintadas sobre el asfalto con frases como “existo porque resisto” o “aplicación de la Educación Sexual integral”.

Cultura

“Hermanas”, una muestra sobre la memoria y la lucha feminista a partir de la historia de las Mirabal

La muestra, que llega al Museo Evita, Con una curaduría sensible y un abordaje íntimo, la exposición “Hermanas” recupera la vida de las dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal para visibilizar su lucha y su legado.

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A partir de hoy se presenta en el Museo Evita una muestra que recorre las biografías de las hermanas Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por el dictador dominicano Rafael L. Trujillo y convertidas en emblema mundial de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, una historia que también rescata por estos días el realizador argentino Juan Pablo Buscarini en su serie “El grito de las mariposas”.

Con una curaduría sensible y un abordaje íntimo, la exposición “Hermanas” recupera la vida de las dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal para visibilizar su lucha y su legado. La muestra, que llega al Museo Evita (Lafinur 2988, CABA) desde la Casa Museo Hermanas Mirabal de República Dominicana, propone un ejercicio de memoria sobre la vida de estas estas mujeres, cuyo asesinato marcó la caída del trujillato y perpetuó a las mariposas como símbolo de lucha contra la violencia de género.

La fecha del crimen fue declarada posteriormente “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El repaso por sus semblanzas comienza con la potencia de la fotografía. En la antesala de la muestra se exhiben cuatro retratos: tres de ellos muestran los rostros jóvenes de las hermanas y están en tonos sepia porque se trata de las típicas fotos antiguas que se tomaban en primer plano. Pero hay uno de esos retratos a color y exhibe a una mujer mayor que lleva un aplique de una mariposa en su saco. Se trata de Bélgica Adela Mirabal Reyes o “Dedé”, la cuarta hermana que sobrevivió y contó la historia.

Durante los últimos años de vida, Dedé se empeñó en escribir la historia del asesinato de sus hermanas, no solo como una forma de trasmutar el dolor si no también como un ejercicio de memoria, verdad y justicia, en un libro que tituló “Vivas en su jardín”. “Yo no soy escritora, no sé con qué palabras explicar tanto dolor”, escribió Dedé en esas páginas.

¿Cómo fue la vida de estas hermanas?¿Qué huellas imborrables dejaron en la historia de República Dominicana y en Latinoamérica? La que guía el recorrido por la vida de estas hermanas y sus huellas imborrables en la historia de República Dominicana y en Latinoamérica es Jimena Coppolino, curadora de la muestra y responsable de la obra de teatro “25 de noviembre o el comportamiento de las mariposas”, donde reconstruye la historia de las Mirabal, producción que le dio la oportunidad de conocer el territorio donde sucedieron los hitos de la vida de las hermanas.

“Salcedo, el pueblo natal de ellas, es un pueblo muy chiquito, lleno de plantas, árboles y flores. Casi rural todavía. Ahí se emplaza la Casa Museo Hermanas Mirabal, que en su momento fue la casa de la familia y lo que tiene este espacio es que fue el refugio de Patria, Minerva y María Teresa con su madre y sus hijos meses previos al asesinato”, cuenta la curadora.

Cuando el Museo Evita y la Casa Museo Hermanas Mirabal convocan a Coppolino, coincidieron en que “había que narrar en Argentina a las Mirabal, contar su historia más en detalle” y “Hermanas” es un título que no solo remite al vínculo familiar de las Mirabal sino a la hermandad, la sororidad y la lucha feminista”.

Al ingresar a la sala, una cronología detalla los sucesos históricos de la República Dominicana entrelazados con la vida de las Mirabal. Los colores de la línea de tiempo, verde y negro, corresponden al “Movimiento Revolucionario 14 de junio” que ellas fundaron y que luchaba contra la dictadura de Trujillo, que se extendió entre 1930 y 1961, considerada una de las más sangrientas de América Latina.

En las fotografías, que según cuenta la curadora corresponden a “una colección fotográfica familiar escueta”, las Mirabal aparecen en situaciones sociales, elegantemente vestidas o posando.

“Están muy poco registradas, primero por las tecnologías de ese momento y, por otro lado, porque su actividad política y social era clandestina”, explica Coppolino, pero la escasez de imágenes no impide que la historia se narre.

La vectora de la revolución, María Argentina Minerva Mirabal Reyes (1926), desde muy pequeña tuvo interés por temas relacionados a la libertad, la igualdad, las artes y la pintura.

“Estudió abogacía, después de luchar mucho por llegar a esa posibilidad en una universidad”, recapitula Coppolino sobre el recorrido estudiantil de esta hermana en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Sin embargo, Minerva no pudo ejercer su profesión. El Estado dominicano recién reconoce su título en 2020 con motivo de los 60 años de su asesinato.

“Sus hermanas, Patria (la mayor) y María Teresa, acompañan a Minerva con todo el compromiso pero la inspiradora de este compromiso fue ella. María Teresa seguía a Minerva desde muy chiquita y la acompaña en la militancia. Patria tenía un rol más logístico”, cuenta la curadora.

Luego, la curadora señala una fotografía de Patria cuidando sus plantas en un jardín y advierte: “Acá hay un detalle interesante”. La hermana mayor fue una apasionada por la pintura y la jardinería. Estudió dactilografía y con su esposo Pedro González tuvieron tres hijos: Nelson Enrique, Noris Mercedes y Fidel Raúl Ernesto. En su casa, Patria acogió las reuniones de los participantes del movimiento. También se festejaron cumpleaños y otras celebraciones para justificar los encuentros donde se realizaban tareas abocadas a la resistencia, como la confección de artefactos explosivos.

Cuando la dictadura de Trujillo descubre el Movimiento, a la familia Mirabal le quitan sus bienes, varios integrantes van presos y la casa de Patria se regala a Alicino Peña Rivera, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Peña Rivera la derrumba, dejándola en ruinas y fue él quien, posteriormente, dirigió el asesinato de las Mirabal. Actualmente, el jardín de esta casa es un Jardín Memorial.

Las hermanas fueron capturadas en el puente de Marapicá junto a Rufino de la Cruz, un agricultor y transportista que conducía el vehículo en el que viajaban y fueron asesinados.

La prensa dominicana tituló: “Tres madres de familia y un conductor mueren en fatal accidente”. “Ese accidente no lo cree la sociedad dominicana y termina siendo el hecho que, de alguna manera, le da fin a una de las dictaduras más sangrientas de Latinoamérica”, explica la curadora y agrega: “La sociedad dominicana empieza a considerar que ahora también matan mujeres”, porque las Mirabal “hacían todo lo que se esperaba de una mujer”.

El Argentino

Sobre la cuarta hermana y la principal narradora de esta historia, Cappolino cuenta: “Hay algo muy conmovedor del rol de Dedé, que tiene que ver con la crianza de sus seis sobrinos, ya considerados hijos que quedan huérfanos a partir del asesinato; además de los tres hijos que ya tenían”. Con el tiempo, la sociedad dominicana se refirió a Dedé como “Mamá Dedé”, un apodo que resuena con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina.

La muestra “Hermanas”, que podrá visitarse de martes a domingos de 11 a 19, también recoge imágenes de las marchas feministas recientes junto con animaciones de mariposas que parecen volar por la sala, como forma de conmemorar a las hermanas Mirabal y también reivindicar la libertad, la transformación y la lucha contra todas las formas de violencia de género.

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