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Entrevista

Diego Eloy Ramírez: “Que el pensamiento nacional no sea silenciado”

El periodista recorre algunos aspectos centrales de su libro “El último maldito. Conversaciones con Norberto Galasso”.

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Diego Eloy Ramírez: “Que el pensamiento nacional no sea silenciado”

Por Laura Bitto

Con prólogo de Sergio Palazzo y reseña de Maximiliano Molocznik, el periodista Diego Eloy Ramírez se sumerge en la historia nacional a través de los nudos esenciales de la obra de Norberto Galasso. 

El pensamiento de izquierda nacional, la unidad latinoamericana, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Hugo Chávez, el papa Francisco y una pincelada por la vida y obra de Galasso.

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Diego Eloy Ramírez es profesor del seminario de Pensamiento Nacional en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora y militante popular.  

-¿Cómo definirías el pensamiento nacional?

-Es el contradiscurso del pensamiento dominante. Somos un país semicolonial y a diferencia de las colonias, donde un ejército domina un territorio a través de las fuerzas, en la semicolonia la cuestión cultural toma un papel relevante, es lo que llamamos la colonización pedagógica. El pensamiento dominante actúa en todas las esferas de la sociedad, el deporte, la literatura, el cine, la economía, la política y el pensamiento nacional lo cuestiona. Lo que hace nacional a una idea no es su origen, sino su correspondencia con la realidad y sus necesidades. John William Cook, como charlamos en el libro con Norberto, decía que el liberalismo económico no era antinacional porque lo inventaron los ingleses, era antinacional en la medida que nos ponía en manos de ellos. Galasso es un pensador de la izquierda nacional y entiende que la realidad concreta está sobre la abstracción. El apoyo al peronismo en un ciento por ciento tiene que ver, entre otras cosas, con entender que allí latía un proceso incipiente de liberación nacional.

¿Ese proceso de liberación nacional está enlazado con la Patria Grande?

-Cuando analizás los puntos cardinales del pensamiento de Galasso, además de la izquierda nacional está el concepto de la Patria Grande porque justamente hay una historia común en Latinoamérica. La unidad latinoamericana es clave para Norberto y también lo es entender que las revoluciones son un proceso que hay que profundizar en el tiempo. Todos los procesos hay que analizarlos en su contexto histórico y ver quiénes representan los intereses imperialistas y quiénes no.

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-¿Qué te cuenta Galasso sobre Néstor y Cristina?

-Néstor Kirchner recomendaba leer la obra de Galasso a la militancia y particularmente la biografía de Perón. Norberto dice que en los gobiernos de Cristina hubo un enorme avance en la cuestión histórica de Cristina, la batalla de Vuelta de Obligado, el Salón de las Mujeres del Centenario, el Museo del Bicentenario en el que Galasso participó del armado. En 2014, Cristina lo declaró Embajador de la Cultura Popular Argentina. 

-¿Sobre Chávez?

-Chávez tiene una visión de San Martín bastante negativa en un principio. En Venezuela decían que era amigo de los ingleses. Norberto cuenta que le entregó el libro “Seamos Libres y lo demás no importa nada” y el comandante Chávez lo leyó en pocos meses. Allí Galasso deja en claro que San Martín admiraba a Bolívar y destierra esa falsa dicotomía que algunos intentaron instalar. A Chávez le cambió la perspectiva, lo impactó muchísimo, empezó a recomendar el libro y se editó en Venezuela y luego en Cuba.  

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-En tu libro hay también una anécdota con el papa Francisco

-Sí, el capítulo se llama “Francisco: el papa que recomienda leer a Galasso”. Invita particularmente a leer la biografía de Perón. Dice que es la mejor por su rigurosidad histórica. Norberto Galasso es uno de los mejores historiadores del siglo XX. Y su humildad es admirable. 

-¿Por qué “El último maldito”? 

-Malditos era un término que utilizaba Arturo Jauretche para referirse a aquellos hombres y mujeres silenciados por la historia oficial. Galasso es uno de esos malditos, la última dictadura censuró sus obras y a la vez fue el biógrafo de otros malditos. El título tiene un doble sentido. Por un lado, Norberto es el último de los grandes pensadores que nos quedan, y por otro, es aspiracional, se trata de que no existan más malditos, que el pensamiento que impulsa la liberación nacional no sea silenciado.

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Cultura

Mariano Pacheco: “Pensar el presente y reimaginar un futuro en clave emancipatoria”

En diálogo con El Argentino, el autor de “La democracia en cuestión: la larga marcha hacia la emancipación”, reflexionó sobre la situación actual y la importancia de repensar la política desde una perspectiva crítica y popular.

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Foto: Macarena Panal

En “La democracia en cuestión: la larga marcha hacia la emancipación”, su nuevo libro, el periodista Mariano Pacheco analiza tres ciclos políticos, teoriza sobre la democracia desde una perspectiva filosófica y examina la experiencia revolucionaria latinoamericana.

“La democracia en cuestión: la larga marcha hacia la emancipación” se presentará este martes 5 de diciembre a las 19 en Caburé Libros, en México 620, San Telmo.

Además, reflexiona sobre la situación política actual del país, los factores de la derrota electoral y la importancia de repensar la política desde una perspectiva popular.

-En tu libro analizás la cuestión democrática ¿Cómo caracterizás los diferentes ciclos del proceso político de los últimos 40 años?

El Argentino

-El libro transita por tres carriles. Un apartado se dedica a pensar estas cuatro décadas en función de establecer tres ciclos fundamentalmente del proceso político, uno se denomina de lucha desde abajo, que va desde Malvinas, aún en dictadura, hasta el 2002. Otro, de gobiernos progresistas, hasta el 2015, donde inicia el tercero que caracterizo como de dispersión e incertidumbre. El segundo carril tratar de recuperar un archivo más filosófico para pensar teóricamente la democracia desde coordenadas que no sean las liberales. Con referencias como Spinoza, Marx, Gramsci y García Linera. Y el tercer carril transcurre por una recuperación de las revoluciones latinoamericanas, los CDR de la Revolución Cubana, los caracoles zapatistas y las juntas de buen gobierno, hasta el círculo virtuoso de los movimientos sociales y el instrumento político que lleva a Evo Morales al gobierno en Bolivia y la Revolución Bolivariana de Venezuela, encabezada por Hugo Chávez.

-¿Alguna clave para pensar lo que estamos atravesando políticamente en el país hoy?

-Sobre el final del libro se intenta pensar la salida de la pandemia, y cómo las economías populares y los feminismos, que han hecho un gran aporte para repensar el sujeto de transformación y el mundo del trabajo, y dan las claves de cómo pensar lo plebeyo hoy, cómo analizar la política argentina desde un punto de vista popular y no desde las lógicas de la política tradicional. Repensar la política argentina desde abajo es lo que está en discusión desde hace tiempo al interior de un peronismo que aparece fuertemente institucionalizado con lógicas muy liberales, muchas veces profundamente distanciado de las vivencias, del sentir popular y en el medio aparece este fenómeno de Milei.

-¿Qué pasa cuando la democracia es cuestionada y se legitima electoralmente la ultraderecha?

-La cuestión democrática, si bien restringida y con muchas problemáticas, parece ser el campo de la época donde se dan las discusiones y cuando es cuestionada por derecha es importante hacer de esa democracia una bandera para la emancipación de los sectores populares, pero poniéndola en discusión. Es como un doble movimiento, que implica una reivindicación, pero también una problematización. Para no terminar festejando 40 años con 40% de pobres ni terminar tirando por la borda todas las conquistas que se han obtenido en estas cuatro décadas. Esa contradicción aparece trabajada en el libro para tratar de pensar el presente y reimaginar un futuro en clave emancipatoria y no de conformidad con políticas que intentan paliar situaciones para estar menos mal como viene sucediendo en el último tiempo.

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-¿Por qué perdió el peronismo?

-Por un lado, la incapacidad del gobierno de cumplir con su contrato electoral de 2019. Por más que haya habido pandemia, sequía y todas las cuestiones que se quieran plantear, Argentina no es un país pobre. Se podrían haber hecho muchas cosas para resolver las necesidades del pueblo. Por otro lado, hay elementos políticos, culturales como el cuestionamiento a “la casta” que viene a plantear Milei, que en realidad es un planteo de la izquierda española y que en Argentina muchos hemos usado para cuestionar la profesionalización de la política. En tercer lugar, la incapacidad de los planteos del progresismo, las izquierdas y las corrientes nacional populares de comprender las transformaciones que han acontecido en el mundo, en Latinoamérica y en el país, en los últimos 40 años. Muchas veces se habla teniendo en la cabeza un tipo de sujeto que no existe más y no terminan de entenderse todas las dimensiones y problemáticas que aparecen.

-Entonces ¿Qué elementos hay que incorporar en la etapa que se abre para ofrecer un horizonte posible?

-La cuestión estratégica es el tema de época para pensar a mediano y largo plazo. El pragmatismo ha dejado a la política huérfana de proyección y atrapada en el tacticismo y en resolver lineamientos muy generales para el corto plazo. Los procesos de cambio fundamentales los hicieron pueblos hambreados, en medio de guerras y situaciones catastróficas. Y, en esos contextos adversos, hubo análisis rigurosos, proyectos de largo plazo para construir horizontes, no sólo para un país sino para el mundo entero. Se trata de recuperar algo de eso. Hay algo en el orden de la lucha cultural, en sentido de poder tener un proyecto de sociedad que tenemos que elaborar más allá de intentar ganar elecciones. Lo que vivimos es una situación catastrófica de la humanidad, en un sistema capitalista que no da para más y que hay que poder suplantarlo por otro tipo de sociedad y eso se elabora en las luchas, en los procesos de organización, pero también conceptualizando la experiencia y pudiendo analizar las transformaciones del mundo contemporáneo.

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