Por Gustavo Zapata (Secretario general de CTA MHI).
El leon con peluca, ese crayón que algunos se meten en la nariz para dejar de ser buenas personas, baja en la estima pública y es atacado como un molesto competidor por la turba linchadora que hasta ayer le lustraba los botines. Una sra con máscara de tía perversa que oculta un ser perverso, capaz de quitarle un trozo de jubilación a los ancianos o de ordenar disparar por la espalda a gente desarmada, se pone las fajinas de gendarme una vez más para mostrarse más dura que los duros. Un evasor rubio y heredero millonario de un padre al que denunció, se postula como capo de la banda para hacer lo mismo pero más rápido… tarifazos, reducir salarios, meter presos sindicalistas, espiar a todos y todes, endeudar y comprar al precio que él pone los dólares y fugarlos con sus amigues.
En otra baldosa de la misma vereda, un sr calvo de experiencia inmobiliaria propone eyectarse desde esa Miami trucha llena de pobres y gente en la calle, para llenar el país de pobres y gente en la calle, su mejor producto. Sin mencionar el senador chistoso cordobés, el dipu tuitero que se pelea con todes, el viejito del flota flota que grita, la empleada de la embajada fiscal de la República, el emperador de Jujuy…podemos seguir, pero aburre.
“En el ajedrez de juntos por la catástrofe, la tia Pato ya compró armas de contención masiva cuando era titular de Seguridad, el inmobiliario de la CABA un sistema de espionaje para saber dónde y en qué andan millones”.
Lo más trágico para nuestra generación es que este desfile de esperpentos cubre las expectativas, llena esperanzas y proyecta las miserias de una buena parte de los que quisieran ser rubios, vivir rodeado de alambre electrificado, comprar y vender lo que sea (y a quien sea) en dólares, pisar cabezas de morochxs y hacer puntería con pibes de gorra. Abuelxs, madres y padres e hijxs de quienes aplaudieron a los matarifes de uniforme, compraron dos por uno en su patria adoptiva, metieron los dólares en los bancos que encerró su procer pelón, compró dólares cuando su nuevo líder se los permitió y ahora no sabe como llegar a fin de mes. Pero eso sí, insultan a los gritos a quienes nos sacaron verdaderamente del 2001, generaron trabajo y fábricas, subieron los salarios y nos desendeudaron para tener una posibilidad de país distinto. Alberto gobierna una sociedad con 40% de habitantes que apoyan a mucha mala gente.
Ya no hay guerras civiles como las de antes, para saldar estas diferencias. Un paso hacia la humanidad decente…por ahora. El diálogo y el consenso no parecen surtir efectos en esa porción de enajenados que ayer ante un razonamiento respondían “se robaron todo”. Y que hoy repiten como mantra “Cristina es mala”.
En el ajedrez de juntos por la catástrofe, la tia Pato ya compró armas de contención masiva cuando era titular de Seguridad, el inmobiliario de la CABA un sistema de espionaje para saber dónde y en qué andan millones, ensayaron una Gestapo participativa para invisibilizar sindicalistas, tienen jueces para sepultar causas y denuncias… de vez en cuando sacan el ello a pasear y dicen lo que piensan mostrando la culata, para que recordemos quién manda y lo que nos espera si tocamos sus cosas.
El único camino, como siempre lo fue, es juntarnos los que realmente pensamos y estamos dispuestos a poner el cuero y las manos, para alzar una barrera democrática, legal y movilizada a estos godzillas televisivos y reflotar las banderas y la mística que nos permitió correrlos del gobierno en 2019, aunque no del poder. Parafraseo un viejo poema español: “Que Dios ayude a los buenos, cuando son más que los malos”.
Hay muchas banderas en el estante de las esperanzas: reducir la jornada laboral, aumento masivo de salarios, que la deuda la paguen los que la fugaron, salario básico universal, impuestos a la fortunas descomunales, retenciones diferenciadas para grandes agroexportadoras y créditos para los chacareros chicos, empresa nacional de alimentos… puedo seguir, pero eso hay que discutirlo y convertirlo en fuerza social organizada desde las unidades básicas y aliadas, sindicatos, lugares de trabajo y los barrios, para que se conviertan en políticas publicas que levanten el alma de nuestro pueblo hacia otra victoria.
Porque necesitamos una victoria más.