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Análisis

Vientos de integración

Con el auspicio de Lula como presidente anfitrión, casi la totalidad de los mandatarios sudamericanos convergieron ayer en Brasilia para relanzar a la UNASUR

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Por Emiliano Guido

Los presidentes de Sudamérica, salvo la ilegítima mandataria de Perú Dina Boluarte (que llegó al cargo tras el golpe constitucional a Pedro Castillo), volvieron a verse la cara y darse la mano tras un largo período sin registrarse cumbres regionales significativas. En concreto, con el auspicio político del Jefe de Estado anfitrión Luiz Inácio “Lula” Da Silva, los gobiernos del Cono Sur se reencontraron en una cita atípica, una cumbre ajena a cualquier tipo de corsé institucional -el cónclave en la capital brasileña se realizó, en los hechos, por afuera de las arquitecturas comunes de la región-, pero con el capital de contar con la voluntad política necesaria para sentar las bases de una refundación integracionista.

En términos oficiales, los líderes sudamericanos dialogaron en Brasilia para construir “salidas políticas consensuadas a los temas de agenda convergentes, tanto en materia de infraestructura económica, comercial o energética”. Pero, bajo esa esquela informativa bien intencionada, pero con poca sustancia política, el motor del suceso radica en un hecho bien concreto que surcó todos los off periodísticos lanzados al continente ayer desde Brasilia: el interés de los presidentes progresistas por relanzar al bloque UNASUR.

Un dato interesante del reencuentro presidencial sudamericano en Brasilia fue la participación del Jefe de Estado venezolano Nicolás Maduro, que no pisaba suelo brasileño desde el 2015 para manifestar, primero, su rechazo al golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, y su desacuerdo político profundo con el gobierno de Jair Bolsonaro. El regreso de la Venezuela bolivariana y chavista a un mecanismo de concertación zonal, la futura mesa política común incluirá a gobiernos progresistas moderados como el liderado por Gabriel Boric en Chile, implica superar la reitera diatriba macartista contra Caracas y sumar al concierto regional a una administración con fuentes reservas petroleras.

En segundo lugar, resulta significativo destacar la intención diplomática de Brasilia de sentar en el nuevo espacio integracionista a todos los gobiernos sudamericanos, incluso a los que tienen una visión aperturista de la economía zonal. Por ese motivo, ayer Lula como su par argentino Alberto Fernández celebraron la participación del presidente neoliberal ecuatoriano Guillermo Lasso.

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Gisela Padovan, secretaria para América Latina y Caribe de la Cancillería brasileña, fue muy explícita cuando en rueda de prensa reiteró cuál era el objetivo político de una cita impulsada por un presidente como Lula que puede jactarse de haber protagonizado tanto la primera como la segunda oleada progresista: “Brasil desea que este diálogo sirva para discutir la posibilidad de volver a contar con un mecanismo de integración puramente suramericano, que sea permanente, inclusivo y moderno que incluye a los doce países de la región, independientemente del color de su Gobierno”.

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Al que no le gusta, se jode

Desarmada la operación mediática lanzada por el gobierno nacional a través del Ministerio de Capital Humano, la sociedad se prepara para una semana que tendrá en el martes 23 un punto fuerte que sin dudas va a tener la atención de todos.

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Martín Epstein*

Desde que Javier Milei y su ladero Luis Caputo lanzaron su programa de ajuste brutal del gasto muchos sectores fueron alertando sobre una política de características criminales: eliminación de partidas para alimentos para comedores, licuación de jubilaciones y pensiones, recortes en medicamentos oncológicos son solo algunos ejemplos del carácter inhumano que encarna el proyecto libertario.

Ya en sus primeros días con el anuncio del congelamiento de las partidas para educación superior, fijadas en los mismos niveles del presupuesto 2023 sin ningún tipo de actualización se inició un derrotero que tiene ahora una fecha que será simbólicamente potente. La confrontación del auto percibido académico contra todo lo que represente la Academia es sin dudas un claro signo del resentimiento con que Milei dirige el país. El ataque a la educación pública se convirtió en las últimas semanas en la impronta del Gobiernos, y muchos de sus referentes abrieron fuego intentando debilitar un reclamo que se explica casi por sí solo. Repetir el presupuesto del 2023 para este año representa una reducción por efecto de la inflación del 75%, ubicando la asignación para educación superior en sus niveles más bajos en décadas.

El torpe intento por imponer desde las redes un aparente acuerdo, que no era más que una propuesta y que solo contemplaba aumento de partidas de funcionamiento dice mucho más que lo que en números circuló. Con la intención de desalentar la convocatoria se quiso hacer creer a la sociedad que el problema se resolvía, y no habría entonces motivos para sostener un reclamo que acompaña no solo a los rectores de las universidades nacionales, sus docentes y no docentes. Diversos colectivos sociales, organizaciones territoriales y organismos de derechos humanos, referentes del mundo de la cultura y la política, las conducciones del movimiento obrero organizado están convocando y serán parte de una movilización que promete ser masiva.

A lo mejor por ahí viene la explicación de los intentos fallidos por erosionar y debilitar la expresión popular que se dará cita este próximo martes. Nos veremos en las calles, como siempre, porque como se cantará muchas veces en esa jornada que promete ser histórica: Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode.

*Politólogo y Analista Económico del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)

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