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Sociedad

En 10 años se triplicaron los dispositivos conectados a Internet

El ecosistema tecnológico aceleró su crecimiento en la última década y se estima que hacia 2027 habrá cerca de 30 mil millones de unidades generando información y subiéndola a la red.

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El avance del Internet de las Cosas (IoT, según la sigla en inglés) a nivel global atraviesa las diferentes actividades, de cara a un futuro mediato hiper conectado. Según información reciente de Statista -empresa alemana especializada en datos de mercado y consumo- el número mundial de dispositivos conectados pasó de 4,2 mil millones en 2016 a una proyección de 22,2 mil millones en 2025.

Este incremento, de 382%, resulta impulsado fundamentalmente por el desarrollo y la adopción masiva de la tecnología IoT, que viene transformando nuestro modo de interactuar con el entorno digital y físico. De cara al futuro, nuevas tecnologías como Wi-Fi 7 dinamizarán aún más el crecimiento de dispositivos conectados: para 2027 se proyecta en 29,7 mil millones.

Wi-Fi 7 será el gran protagonista de 2024
La tecnología de Wi-Fi 7, que se estima alcanzará un uso masivo durante 2024, mejora significativamente la velocidad y la eficiencia espectral (cantidad de información que se puede transmitir por unidad de ancho de banda o frecuencia en un canal de comunicación) promete mejorar la experiencia del usuario en aplicaciones sensibles al tiempo, como juegos en línea y realidad virtual.

El informe de Statista resalta que el crecimiento exponencial del IoT está afectando a diversas industrias, desde el ámbito del consumidor hasta la salud y la manufactura. El uso de “wearables”, -dispositivos que se llevan puestos, frecuentemente integrados al cuerpo o la vestimenta, mochilas, etc.- está en aumento, con aplicaciones significativas tanto en el cuidado de la salud como en la industria 4.0.

Los wearables están cumpliendo un rol clave en el sector de la salud al proporcionar datos en tiempo real que permiten un monitoreo continuo. Aseguran que hacia 2025, el mercado de wearables en este rubro alcanzará un valor de más de 70 mil millones de dólares, con dispositivos que van desde monitores de frecuencia cardíaca hasta dispositivos de seguimiento de la actividad física.

A su vez, en la industria 4.0, los wearables se han convertido en herramientas esenciales para mejorar la eficiencia y la seguridad laboral. La adopción de dispositivos vestibles en entornos industriales está en aumento, y los especialistas calculan que este segmento del mercado alcanzará los 12 mil millones de dólares para 2025.

“Internet de las Cosas ha dejado de ser una visión futurista para convertirse en una realidad palpable que transforma la forma en que vivimos y trabajamos. Wi-Fi 7 emerge como el pilar tecnológico que impulsa este cambio, proporcionando velocidades inalámbricas sin precedentes y mejorando la conectividad en todos los ámbitos” explica Alejandro Girardotti, Director Senior de Productos, Innovación y Alianzas Estratégicas de Cirion Technologies, empresa especializada en la materia.

“A medida que el número de dispositivos conectados siga en aumento -completa Girardotti- el potencial del IoT para cambiar nuestras vidas solo crecerá, llevándonos hacia un futuro más inteligente e interconectado”.

Según la consultora Research and Markets, el mercado global de inteligencia artificial está preparado para experimentar un crecimiento sustancial, proyectándose un aumento desde los US$150.200 millones en 2023 hasta alcanzar los US$1.34 billones para el año 2030.

Por su parte, OMDIA -empresa también especializada en análisis e investigación de consumo- el tamaño del mercado global de la IA en telecomunicaciones se valoró en US$1.450 millones en 2022 y se anticipa que crecerá a una tasa de crecimiento anual compuesta del 28,2% desde 2023 hasta 2030.

Otras estimaciones sobre el tema, como la que surge de estudios de PricewaterhouseCoopers (PwC) sugieren que la tecnología de IA podría generar US$15,7 billones en ingresos para 2030, impulsando el PIB de las economías locales en un 26% adicional. En cualquiera de las proyecciones, el salto cualitativo del próximo lustro impondrá una velocidad inédita a la tercera revolución industrial en marcha.

Análisis

Vidas precarizadas: un silencio ensordecedor

La fase Neoliberal, de un capitalismo feroz, enraizó sus tentáculos a nivel global.

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Por Marina Luis*

¿“Crisis temporal o estallido”? una pregunta desarrollada en mi último libro, hace poco más de dos años. Vidas mercantilizadas, empujadas a buscar satisfacciones a través de una especie de encantamiento hipnótico, cayendo como “pescados en la sartén de una cultura frita” (1), consolidando y con una velocidad inquietante, los engranajes de la gran maquinaria, ahora llamada “anarco capitalista”.

Paradójicamente lo único que “derrama” en este sistema, son humanos que sobreviven, o quedan como despojos invisibilizados y expulsados de nuestra casa común, deambulando o cayendo como mera escoria, fuera de la escena.

  1. Tiempos de implosión

Nuestros jóvenes van quedando capturados como carnadas, en las redes de consumo, cuya consecuencia es el ingreso a un mundo de espejos. Un laberinto, con reflejos brillantes, que enceguecen y dificultan una salida vivible. Promesas de felicidad, que alimentan más y más consumo, hasta la asfixia o el derrumbe, sin la mínima distancia de rescate, que marca la capacidad reflexiva.

Todos “amuchados” en un tiempo implosionado, con una especie de agujero negro en el interior de remolinos circulares, a punto de tragarse lo que hay.

El pasado no se historiza en el presente, ya no funciona con sus balizas de referencia. Los soportes simbólicos e identificaciones estructurantes, quedaron pulverizados en el tacho de las obviedades, sin ningún sentido ordenador. Lo que proyectamos como futuro, carece de las vías de elaboración, que permitan sostener algún por-venir edificante e inclusivo.

“Vías muertas”, que no son las que canta Manal en su Avellaneda Blues, más bien se asemejan a un tiempo ocluido, con un presente perturbador, y un futuro amenazante, si por caso Amor y Lazo se ausenten definitivamente.

Sociólogos investigan lo “Social Implosionado”, diferenciándolo del estallido. La implosión es la forma que reviste el lazo social en la precariedad.

Una detención cargada de pesadez, un silencio repleto, saturado, “un conflicto que se traga a sí mismo, con una insoportable densidad”. (2)

¿Cuál es el límite de los cuerpos que lo sostienen? Sujetos obedientes al orden establecido, ilusionando obtener la migaja de alguna potencia salvadora, tan solo flasheada con algún “like” en las redes. 

Una locura pendiendo del único hilo especular, siempre a punto de cortarse, y amenazados con caer en el vacío. Las respuestas no se hacen esperar: posiciones sacrificiales que mantienen guaridas de un odio aniquilante, depresiones, consumos, fragilidades psíquicas extremas. Esto es lo que se constata en la clínica actual, cuando lo mortífero toma cuerpo.

  1. Ruido comunicacional

Asistimos a la degradación máxima de la palabra, que nombra, articula, re-crea, comunica, historiza.

Reducida a breves latiguillos que escupen odio, o a cambiantes argumentos, cuyo único objetivo es destruir las diferencias que molestan, los disensos, en fin…a los demás, que pasan a la esfera del capital sobrante.

Un peligroso ejercicio de la actual dirigencia de nuestro país, avalada por representantes de la vida institucional y política y soportada por una sociedad adormecida.

Parece no haber límites, ni topes, las fronteras se disuelven, los diques se derrumban y lo que inunda es un “da todo lo mismo”, “son todos iguales”.

Sin embargo, en ese mismo ruido comunicacional que nos invade, lo que extraviamos es una nota esencial, que llamativamente argumenta un único sentido, se inclina en una misma dirección, engrosando las arcas de los grandes oligopolios de poder, descuartizando geografías, sin que podamos después reconocernos, en lo que nombrábamos como: La Patria.

Cerebros colonizados, absorbidos en la era consumista, justo allí donde las subjetividades no cuentan, ni de a una, ni de a muchos, ni de a todas/os, sepámoslo clarito y de una vez!!

Consumidos y sin tiempo más que para sobrevivir. Se anulan las pausas para pensar, los intervalos que marcan el ritmo temporal en los vínculos. 

Sumergidos en un ruido comunicacional: se oyen insultos degradantes, oraciones inconexas, argumentos dislocados y en ajenidad con los acontecimientos, Pero nada se escucha. 

¡No hay conversación!

La diferencia entre enunciado/enunciación se funde en un continuo, donde ya no hay nada para comunicar.

Milan Kundera lo define con particular claridad: “La conversación no está para llenar el tiempo, sino que, al contrario, es ella la que organiza el tiempo, la que lo gobierna e impone las leyes que hay que respetar.”

  1. “Jugo de tomate frío, en las venas…” 

¿Seguiremos mirándola pasar? O tal vez ¿fingiendo demencia?

Expresión frecuente en nuestros días, cual escapismo hacia un área anestesiada e indiferente, que sospechamos no sólo de corto alcance en su eficacia, sino tal vez sin el registro del peligro de un límite difuso, entre el “como sí” y la locura que representa la desconexión absoluta de la vida entre y con los otros.

Tal vez necesitemos un shock de realismo, algún estímulo que despierte de la narcolepsia social, del conflicto que se traga a sí mismo, y recobrar la energía que entibia el alma, que hace emerger sentimientos, y entonces cuando digamos “humanidad”, no sea una palabra vacía, sino lo que nos define y representa entre las especies del planeta, ante aquello que lo des-humaniza.

Podríamos cambiar el “jugo de tomate frío, en las venas…”, que cantaba el gran Javier Martínez y como homenaje a su pasión creadora, dejar que fluya en nuestras venas, sangre caliente al abrigo del debate en nuestras comunidades. Que las investigaciones dejen de ser escritos de letra muerta o narcisismos de mero confort intelectual, y que pasen a vivificarse y a corporizarse, favoreciendo la trama donde Amor y Trabajo, vuelvan a ser referentes privilegiados de la vida en comunidad.

  1. El arte del encuentro

El trabajo dejó de ser un espacio festivo, esperanzador, se vuelve un tiempo de desgaste cada vez mayor, porque el supuesto “premio” de superación y rendimiento individual, choca inevitablemente con un imposible, traducido en la impotencia del “siempre falta algo pal peso”, arañando algún hilo que se deshilacha en un entramado social precarizado.

Trabajo y Amor, dos términos esenciales, en la obra Freudiana, como frenos a la disposición a enfermar. Anudan lo que se va tejiendo en el vínculo con los otros, la trama de las relaciones humanas, reparten y organizan el tiempo, las celebraciones, los proyectos.

Salir del mundo especular, es encontrarse con los otros, los diferentes, torcer el re-sentimiento de una vida mercantilizada, carente de expectativas, para reencontrarse con sentimientos que hacen lazo, un desafío que sale al rescate de la dignidad humana.

No se trata de la nostalgia de “todo pasado fue mejor”, más bien podemos cantar con la Portuaria, que nos trae un buen recordatorio: “nada es mejor, nada es igual, el tiempo es amigo si estás donde estás”.

Retomar el arte del encuentro, con su potencia creadora, recorriendo sus bordes, resituando sus límites, tal vez posibilite leer y trabajar las huellas que albergan los conflictos, haciéndole lugar a una implicación que no omita los malestares en la cultura y en los desencuentros.

Despertar a lo que hay que hacer, a lo que nos aguarda en el tiempo que nos toca, seguramente puede producir incomodidad, puede impactar, indignar, pero también reunir, movilizar…ya que el adormecimiento hipnótico, de una sociedad consumida por el agobio, cargando con las consecuencias de territorios implosionados, consolidando o avalando la locura que los engendra, lleva agazapado en su seno, una figura de lo real horroroso: ¡lo siniestro! que se hace presente entre nosotros, sin que podamos dimensionar siquiera, sus mortíferas consecuencias.

Otorgarle valor a cada instante con los otros, preserva el tejido social y crea lazos.

Vale como ejemplo este pequeñísimo fragmento

Llega Ana corriendo por el pasillo de un Hospital, y con expresión doliente, gritó: 

ay! que suerte que está acá, necesito contarle lo que me pasa…”

Contar con otros, contarle, contarnos entre los otros, podría restaurar el espacio por donde respirar y tejer la trama de un tiempo “más feliz de vivir”.

*Psicoanalista, Especialista en Psicología clínica, Docente y Supervisora en Hospitales y Centros de Salud.(marina.luis@hotmail.com)

(1) Los Hilos del Tiempo: usos y costumbres

     M.Luis, (La docta ignorancia)

(2) Implosión

      L.Barttolotta y Gago (tinta limón)

(3) Lo ominoso Vol XVII- Freud (Amorrortu)

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