Por Andrea Reyes

★ En un escenario de fuerte tensión social y sindical, el próximo 18 de diciembre la CGT y las CTA convocan a una movilización en rechazo al proyecto de Reforma Laboral impulsado por el Gobierno nacional. En paralelo, la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) anunció un paro nacional con movilización para esa misma jornada.

En este contexto, el dirigente ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero, secretario general de la Unión Ferroviaria Oeste y referente de la corriente sindical A Luchar y de Izquierda Socialista, dialogó en exclusiva con El Argentino. Sobrero, que participará de la protesta, cuestiona el rol de la conducción de la CGT y le reclama avanzar hacia un paro general y un plan de lucha nacional. Advierte, además, que la reforma no apunta a crear empleo sino a profundizar la precarización y que, sin una respuesta unificada, el proyecto podría avanzar pese a la resistencia social.

El sindicalismo combativo y la izquierda se concentrarán a las 15 horas en Avenida de Mayo y 9 de Julio, desde donde marcharán con una columna independiente hacia Plaza de Mayo.

-De cara a la movilización del jueves 18, ¿qué se espera concretamente de esta jornada? ¿Puede incidir en el debate parlamentario y frenar el avance de la reforma en el Congreso?

-Nosotros, con la marcha, lo que estamos haciendo es mostrar el descontento de los laburantes. Ahora, creer que con una sola movilización vamos a hacer cambiar de opinión al Gobierno no es así.

También es un momento para discutir con las direcciones gremiales que durante muchísimo tiempo estuvieron calladas y que tienen que entender que hay que salir a dar la pelea.

La verdad es que nosotros tenemos poca confianza en muchos dirigentes de la CGT. Por eso estamos impulsando el sindicalismo combativo con los gremios en los que sí confiamos: el Garrahan, SUTNA, Ademys, ADOSAC y nosotros. Somos varios sindicatos que nos empezamos a juntar porque con estos dirigentes no se puede ir ni a la esquina.

-Usted sostuvo que la CGT “estuvo obligada” a convocar a la marcha. En este escenario, donde la central moviliza pero evita el paro general, ¿actúa por convicción para enfrentar la reforma laboral de Milei o sólo para contener la presión de las bases y del sindicalismo combativo?

-La CGT sabía perfectamente que si ellos no salían, íbamos a salir nosotros y iban a quedar muy descolocados. Eso lo sabían. Nosotros convocamos a la marcha un día antes y, de alguna manera, se vieron obligados a hacerlo.

Esto no significa que estemos en condiciones de reemplazar a la CGT, ni mucho menos. Pero evidentemente empieza a haber una presión desde las bases que a estos viejos dirigentes les molesta. Hay un hartazgo en el movimiento obrero. Un dirigente gremial no puede salir a la calle como salimos nosotros y que la gente lo putee. Eso, más allá de que no les importe demasiado, sí les preocupa: perder el control de los gremios. Por eso están obligados a salir.

-Si la CGT y las CTA no avanzan hacia un paro general y un plan de lucha nacional, ¿existe el riesgo de que la resistencia quede fragmentada y el proyecto termine consolidándose?

-Son dos discusiones. Primero, en el Congreso nosotros tenemos muy poca confianza. El Gobierno de Milei tuvo minoría parlamentaria todo este tiempo y, sin embargo, logró sacar todas las leyes que quiso. Evidentemente el peronismo votó muchas de esas leyes, y eso no debería haber pasado.

Lo que buscamos ahora es meter la presión suficiente para que se vean obligados a convocar a un plan de lucha y, si es posible, a un paro general. Eso va a depender pura y exclusivamente de que logremos una movilización muy fuerte, que no puedan frenar. Algo parecido a lo que pasó en Portugal, donde los sindicatos -que no son combativos- se vieron obligados a salir porque no les quedó otra alternativa.

-El Gobierno sostiene que aún conserva un fuerte respaldo social. En ese contexto, ¿cómo imagina que puede ser la movilización del 18?

-En primer lugar, este es un gobierno elegido democráticamente y nosotros lo reconocemos como tal. Ahora, eso no le da derecho a hacer cualquier cosa. Están impulsando una ley que no va a crear trabajo. Uno de los propios representantes que participó en su elaboración fue claro al decir que esta ley no va a generar empleo. Entonces queda claro que el único objetivo es perjudicar a los laburantes. Frente a eso, tenemos que reaccionar.

-Entre trabajadores informales circula la idea de que esta reforma no los afectaría directamente. ¿Qué hay de cierto en esa percepción?

-A los trabajadores informales también les afecta. Si cada vez hay más desocupados, ¿hacia dónde vamos? Van a tener cada vez menos posibilidades incluso dentro de la informalidad.

Entiendo que hoy están en una situación de enorme vulnerabilidad. Lo que no voy a entender es que quienes todavía conservan derechos no los defiendan.

-Desde su perspectiva, ¿cuáles son los puntos más regresivos de la reforma laboral y qué modelo de país expresa este proyecto?

-No hay que mirarla solo como una reforma laboral. Es una reforma laboral, jubilatoria, impositiva, extractivista y de entrega de tierras. Es un plan económico integral que no pudieron sacar con la Ley Bases y ahora están fragmentando para imponerlo de a poco, con el objetivo de cambiar la estructura del país.

Buscan convertir a la Argentina en una colonia, con un gobierno subordinado a Estados Unidos, unaeconomía primarizada, sin valor agregado, con empresas que cierran y a las que no les importa despedir trabajadores. Es el único gobierno que yo conozco que festeja los despidos.

Todos los gobiernos intentan mostrar que crean empleo, aunque sea mentira. Este gobierno festeja que la gente sea despedida. Eso nos obliga a preguntarnos por qué está gobernando Milei. Y la respuesta también tiene que ver con la responsabilidad de quienes gobernaron antes y nos llevaron a una situación de extrema pobreza.