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Entrevista

“Estados Unidos es una fiera envejecida”

Entrevista a Nicolai Mijailov. @ElArgentino desde Moscú.

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El lingüista, escritor, culturólogo, aficionado a la mitología comparativa y a la filosofía, Nicolai Mijailov, dialogó con El Argentino desde Moscú sobre la composición de los BRICS, los imperios integradores de China, Rusia, India e Irán y la disputa geopolítica actual. 

-¿Cómo inició su investigación y hacia dónde la está orientando ahora?

-Comencé con una descripción general, encontré que la agrupación BRICS en realidad representa las culturas más importantes, lo que llamo macro-cultura que se diferencia de una cultura étnica o nacional. La síntesis de diferentes expresiones locales puede formarse solamente en caso de crearse un estado de forma imperial porque es el imperio el que puede integrar diferentes culturas, sin aniquilarlas. No es el caso de lo que han hecho los imperios coloniales como el español, el británico, el francés. Me refiero a un imperio integrador como el chino, en China existen alrededor de cincuenta etnias diferentes que tienen sus propios idiomas y que la única forma de entenderse es a través de la escritura china, que es universal. El imperio tiene que ser bilingüe, o multilingüe. Entonces, con estas características encontramos a China, Rusia, India y, siguiendo mis estudios, incluí a Irán, y resulta que ya es parte de los BRICS. Así, tenemos Pax Sínica, que es China, Pax Rusica, que es Rusia, Pax India y Pax Iránica.

-¿En Latinoamérica valora algún imperio de características integradoras?

-La civilización Inca, porque llegó a ser el imperio integrador. El imperio que dio cultura en todos los sentidos a un centenar de tribus diferentes. Conquistaba, pero de una forma integradora, en ninguno de los casos intentaron aniquilar una cultura distinta, mientras mantenían la élite dentro del imperio. Ellos preservaron su cultura autóctona, simplemente tenían que obedecer al culto principal, de Inti, del sol. Es un ejemplo tremendo del pensamiento imperial de carácter integrador.

-¿Y el mundo Árabe?

-Sí, me preguntaba si existe la civilización musulmana y resulta que no. Sí existe la fe musulmana, sin duda. Pero, cuando trato de dar título a la civilización, resulta que hay que basarse en la etnia, es posiblemente la única forma, entonces no tenemos Pax Arábica. Sí han logrado establecer cuasi imperios, pero no resultaron duraderos. Y lo esencial para una civilización es la trayectoria, la maduración. El imperio o un Estado tiene que llegar a una etapa madura, y algunos de ellos han durado sólo 300 años como máximo.

-¿Cómo relaciona este análisis con la geopolítica actual?

-la unión de estos cuatro imperios, China, Rusia, India e Irán, representa mucho poder. Es, más de la mitad del mundo. Pero tenemos una contra civilización anglosajona. Y tenemos allí un choque de civilizaciones, ellos pretenden ser superiores, los elegidos. La base de la geopolítica en realidad es el conflicto entre telurocracia y talasocracia. En el caso anglosajón, ellos mismos se autodeterminan como civilización moderna, civilización occidental, Nueva Atlántida. En mi libro también me dedico al tema de la esclavitud, porque es una característica de los anglosajones. Los norteamericanos y los británicos consideran al imperio romano como su fuente, se sienten sus herederos, y no sabemos de ningún otro tipo de imperio con el factor de la esclavitud tan desarrollado como el imperio romano. Los pueblos germánicos en realidad son nómadas, igual que los griegos y los fenicios, nómadas marítimos, por eso juegan el rol talasocrático. Se proyectan como colonizadores.

-¿Cuál la “idea nacional” de Rusia?

-Aquí hay una discusión interna que lleva años acerca de cuál es la idea nacional de Rusia. Putin, no es que te ofrece una fórmula, pero él postula que la soberanía garantiza para nosotros la existencia de Rusia y aunque habrá mucha gente insatisfecha con esta propuesta, sirve para convertirse en una idea nacional frente a siglos de conflicto con la contra civilización occidental. Desde el punto de vista geopolítico, es importante llamar “al objetivo”, explícita. Recuerdo a Reagan llamándonos como el “Imperio del Mal”, algo bastante abstracto, pero el título de adversario siempre lo hemos mantenido. Pero, actualmente nos llaman “el enemigo principal”. Como lingüista, entiendo que es una señal muy importante. Porque parece que estamos viviendo el último o tal vez penúltimo ciclo de la confrontación. Y otra señal es que esa batalla de siglos que llevamos con la contra civilización occidental refleja que estamos en la etapa prácticamente final. Cuando te dicen eres el “enemigo principal”, significa que estamos peleando de una forma definitiva para aniquilar al enemigo. Y me parece que se acerca el tiempo para la batalla final. Es difícil pronosticar cuál será el resultado. Porque no hay manera de aniquilarnos en el sentido militar. Me imagino que los Estados Unidos como imperio global no va a durar mucho tiempo, es una fiera envejecida. Simplemente, tienen que retirarse.

Cultura

«La noche adentro»: Un encuentro en el desierto

La noche adentro puede verse en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, Ciudad de Buenos Aires) a las 14:20 y 22:15 horas en la Sala 2 y, a partir del 9 de mayo, a las 18:30 en la sala 3.

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Por Nicolás Lachman

La acción transcurre en un paraje alejado mendocino en 1978. María (Mónica Lairana) trabaja junto a su padre (Chicho Vargas) y los días no se alejan mucho de lo monótono. Una noche, una militante herida (Valeria Luz Aparicio) golpea la puerta, buscando refugio. Entre el terror que reina fuera de la casa y las tensiones que crecen dentro, se desarrolla La noche adentro (dirigida por Carina Piazza y Alejandro Alonso, Argentina, 2023). De acuerdo con Piazza, la película es “un drama intimista en el que se cuelan algunas notitas de thriller”.

En ese sentido, como en un buen film de suspenso o terror, La noche adentro se destaca por un gran trabajo con el sonido y el fuera de campo: los ladridos de los perros, los utensilios de cocina, el camino de ripio y, sobre todo, el viento que ruge interminablemente y se eleva así a la categoría de cuarto protagonista. El largometraje de Piazza y Alonso no sólo es oscuro, sino también frío en su clima, aunque no sabemos si transcurre en otoño o en invierno. Sus colores apagados se interrumpen solamente cuando la ficción es alternada por imágenes documentales de los setenta filmados en radiantes e imprecisos colores (y sin sonido). Estas imágenes de archivo nos traen un marco histórico de luchas populares y represión y, además, de multitudes, que contrasta con el desierto y la soledad de la ficción.

La llegada de Salazar, la guerrillera herida y perseguida por la represión dictatorial, produce un choque en el hogar patriarcal donde poco parecía cambiar. Expresa una fractura, que se da no únicamente entre la militante y los no militantes, sino también entre la vida urbana y la rural y entre las diferentes edades y clases sociales. Piazza y Alonso aportan una mirada de género al cine sobre los años ’70.

Claroscuros

En ese triángulo que se construye en la clandestinidad, hay suspicacias, pero también un intento de comunidad; los seres pueden ser mezquinos, pero también valientes y solidarios. La guerrillera quiere volver con sus compañeros, pero no está en condiciones físicas y se encuentra en una geografía extraña. Padre e hija quieren retenerla y no sabemos si es porque quieren protegerla o si hay otras razones. El miedo y el deseo atrapa a todos y construye personajes complejos.

La noche adentro indaga sobre un sistema que construye modos de vigilancia y control, sobre cómplices y el espanto de quienes sufren las persecuciones y deben escaparse o morir, pero también sobre relaciones íntimas y personales y sobre el amor, la desesperación y los modos de sobrevivir y luchar en la coyuntura política”, contaron los realizadores.

El film continúa una línea de producciones mendocinas de valor -como La educación del Rey (dirigida por Santiago Esteves, 2018) y Muere, monstruo, muere (Alejandro Fadel, 2019)-, posibilitada en gran parte por el fomento a los cines regionales. Su continuidad se ve amenazada por la política (o, si se prefiere, ausencia completa de política) cultural oficial.

La noche adentro puede verse en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, Ciudad de Buenos Aires) a las 14:20 y 22:15 horas en la Sala 2 y, a partir del 9 de mayo, a las 18:30 en la sala 3.

Entrevista con Carina Piazza y Alejandro Alonso, realizadores de La noche adentro

“Las imágenes ofrecen una experiencia vital sobre el mundo”

“Durante la dictadura, nosotros éramos chicos, pero, en nuestros recuerdos, las vivencias de la época se han instalado y siguen latentes. Era una necesidad para nosotres hablar de esto, revisar eso que sentíamos, algo que no se hacía presente ante nuestros pequeños ojos, pero estaba allí y no podíamos evitar: la percepción de un entorno hostil y peligroso, del mal acechando afuera, implacable, arrasando con todo. La noche adentro es un ejercicio por reconstruir ese terror, nombrarlo y exponerlo, para que no se repita, para que no lo permitamos nunca más”, contó Carina Piazza, co-directora de La noche adentro, en diálogo con El Argentino.

– ¿Cómo fue el proceso de realización?

Piazza: Fue un proceso bastante extenso y se inició allá por 2014. Al principio era solo un sueño lejano, pero luego de un recorrido por diversos concursos de desarrollo, en el invierno de 2019 por fin pudimos filmar. Lo hicimos durante cinco semanas en la localidad de Lavalle, provincia de Mendoza. Después de eso, inmediatamente arrancamos con la post-producción, pero lamentablemente la pandemia detuvo el proceso. Con mucho esfuerzo, pudimos retomar el trabajo y finalmente estrenar en marzo del 2024, en medio de un contexto que nos habla de lo necesario de revisar nuestra historia.

– Entre otras cosas, se destaca el trabajo con el sonido y el fuera de campo. ¿De qué manera pensaron estas herramientas y las llevaron adelante?

Alejandro Alonso: Pensamos que, a través del sonido, quizás era posible narrar el estado de ánimo social de los años ‘70. Una presencia del terror que no podemos nombrar, pero sí intentar concebir a partir del sonido: un vacío, un agujero frío, intensificar la densidad de la rutina, suprimir sonidos de naturaleza que contextualizaban la historia, dejar el viento. Un sonido sordo, atmosférico, impersonal que da cuenta de los estados materiales y emocionales de los personajes, su soledad, pero también su tenacidad y persistencia. Usar el sonido como una fuente de conocimiento, como por ejemplo la rutina en el campo y el cuerpo sometido a esa rutina, el cuerpo herido y el cuerpo que intenta liberarse de esa costumbre, el cuerpo que huye o el cuerpo que sostiene un presente. Acentuar esa experiencia hasta que se vuelva exasperante.

– Cuéntennos acerca de las imágenes de archivo que atraviesan la ficción. ¿Por qué aparecen en esos momentos?

Alonso: El material de archivo, que fue cedido por Jorge Gusmán, interviene la ficción con la idea básica de construir un espacio temporal concreto, preciso, una forma del terror en alguna de las secuencias, pero también como un archivo afectivo, personal de los personajes. Sentimos que la experiencia de la memoria es capaz de hacer brotar encuentros imprevistos con los recuerdos que aparecen como pequeños instantes de verdad. Las imágenes ofrecen una experiencia vital sobre el mundo.

Futuro

– ¿Tienen pensado algún futuro proyecto audiovisual juntos?

Alonso: Por ahora, no como proyecto audiovisual. Es difícil pensar en el futuro realmente.

– ¿Cómo observan el presente y el futuro del cine nacional?

Piazza: El panorama resulta bastante desolador, con la desaparición del área de Fomento del INCAA y el despido y las licencias de los trabajadores, pensar en la posibilidad de líneas de apoyo y financiamiento resulta una ingenua fantasía. Sobre todo para quienes hacemos cine desde las provincias, el INCAA resulta fundamental. Es la política federal del instituto la que ha logrado descentralizar la producción cinematográfica, la que hizo posible que se filmara en todas y cada una de las provincias de la Argentina. Sin el INCAA, se restringe la construcción de nuestro imaginario, de nuestra identidad socio-política, se apagan nuestras voces, se cierran nuestros ojos.

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