Libertad cero: EEUU duplicó denuncias de pedidos de censura de libros
“la censura no ataca solo a los libros, cada vez hay más amenazas contra trabajadores de las bibliotecas, a su empleo, su seguridad y en algunos casos amenazas directas por proporcionar libros a los jóvenes y a sus padres que desean leer”, señalaron.
La Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos (ALA) informó que en 2022 se recibieron en ese país 1.269 solicitudes de censura de libros, en particular de obras vinculadas con la comunidad Lgtbqiqq+ y personas de color, cifra que representa casi el doble de la alcanzada en 2021.
En total, 2.571 títulos fueron objeto de la censura en 2022, informó esa institución según la agencia de noticias AFP, remarcando que en 2021 fueron 713 y 156 en 2020.
De esta manera, se marca un nuevo récord desde que esta asociación de bibliotecas de Estados Unidos, creada hace 140 años, empezó a recopilar este tipo de información hace 20 años.
De las denuncias, el 58% estuvieron dirigidas contra libros en bibliotecas y planes de estudios escolares y el resto contra títulos en bibliotecas públicas.
La lista de títulos afectados se dará a conocer a fines de abril durante la Semana Nacional de Bibliotecas, en Washington.
Algunos de los títulos cuestionados años anteriores fueron clásicos como “Matar a un ruiseñor”, de Harper Lee; “De ratones y hombres”, de John Steinbeck; y “Ojos azules”, de la ganadora del premio Nobel de Literatura Toni Morrison.
Antes de 2021, la mayoría de los intentos de silenciar un libro buscaban retirar o restringir el acceso. Ahora “estamos viendo que estas impugnaciones proceden de grupos de censura organizados que se dirigen a las reuniones de los consejos de administración de las bibliotecas locales para exigir la retirada de una larga lista de libros” para “que nadie los pueda leer”, dijo en un comunicado Deborah Caldwell-Stone, directora de la Oficina de Libertad Intelectual de ALA.
Su objetivo es “suprimir las voces de aquellos tradicionalmente excluidos de las conversaciones de nuestra nación, como las personas de la comunidad Lgtbqia+ o las personas de color”; son los lectores los que deben ser los que decidan qué leer y no “la autoproclamada policía del libro”, aseguró.
En tanto, la presidenta de ALA, Lessa Kanani’opua Pelayo-Lozada, remarcó que “la censura no ataca solo a los libros, cada vez hay más amenazas contra trabajadores de las bibliotecas, a su empleo, su seguridad y en algunos casos amenazas directas por proporcionar libros a los jóvenes y a sus padres que desean leer”.
Sobre la impugnación de un libro, la asociación que solo contabiliza las denuncias que recibe directamente, puntualizó que puede resolverse a favor de mantenerlo en la colección, restringir su acceso o retirarlo de la biblioteca.
Invisible tal como el mundo se le presenta desde que nació, tal como resulta ser la masculinidad trans para una amplia franja social, con una potencia sonora tal como el grito plural que antecedió a la consagración de derechos identitarios, desde hace nueve meses Eric Román Montenegro desembarca en diversos espacios con una certeza: la identidad de género, antes que partir de una geografía corporal, se funda en sentimientos y deseos íntimos, tan irrenunciables como la luz que precede el ingreso al escenario de este varón trans, donde reafirmará su decisión -y un reclamo, antes que personal, colectivo- de ser llamado por el nombre que escogió.
“Me propongo visibilizar las masculinidades trans porque las que suelen estar más visibilizadas son las feminidades trans”, reflexiona Eric, quien enseguida advierte acerca de la condición “personalísima” de cada identidad para asegurar luego que “el antes, durante y después de transicionar no me fue difícil” porque “soy una persona de carácter muy fuerte y siempre fui de la idea de que quienes estuvieses a mi lado no deberían juzgar mis decisiones”.
Bebé seismesino, las luces de la incubadora dañaron al punto de cegar sus ojos. Pese a no ver, Eric relata a Télam que “siempre” supo que aquella apariencia que dejó en 2017 atrás no se correspondía con el género que le asignaron al nacer.
“Hoy es un día muy especial para mí: mi cumpleaños número cuatro. Desde ese 19 de septiembre de 2018 en el que en mi DNI aparezco con mi nombre masculino es un antes y un después en mi vida. Estoy feliz”, posteó Eric aquel mismo día del año pasado en su cuenta de Facebook.
Y esa felicidad, antecedida de diversas batallas vitales, queda expresada, sellada en “Yo elijo mi nombre”, como de ninguna otra forma podría haberse llamado la performance musical que Eric realiza desde agosto de 2022 junto a Ivanna Soto, quien lo convocó, coescribió, dirige y actúa cual lazarillo en el marco de una obra cuya génesis se sitúa en el Laboratorio de Periodismo Performático, organizado por la revista Anfibia y Casa Sofía.
“¡Eric Román Montenegro! ¡Eric Román Montenegro! ¡Eric Román Montenegro!”. Con susurros; a los gritos; al ritmo de cumbia, rock, folklore o ska; acompañado en silencio o arropado en un coro de aplausos; con el eco visual que propaga una pantalla y el sonoro de una loopera, Eric martilla su nombre y conduce su mantra al pasaje más íntimo -de su vida y de la obra que protagoniza-: dejar al desnudo el mapa de cicatrices de tu tórax.
“Las cicatrices me traen recuerdos lindos porque con eso (las tres mastectomías a las que se sometió) pude ser lo que soy. No me confunden más en la calle con mi género anterior. Ahora soy siempre Eric”, dice. Y acto seguido enfatiza que siente orgullo de ser quien es y que no le avergüenzan las costuras de su pecho.
“Lo que procuro aclarar siempre es que hay varones trans que no tienen el deseo de hacerse una mastectomía y el hecho de tener tetas no va en contra de su identidad. Es algo muy personal”, refuerza Eric ante Télam, quien nunca ingirió hormonas para cambiar el registro contralto de su voz, la cual desde 2010 integra el Coro Polifónico Nacional de Ciegos.
El hecho de que Eric no vea catapultó su decisión de ser artífice de cómo quería verse a sí mismo y, sobre todo, cómo deseaba ser visto por los demás. Su refundación identitaria exterior conllevó primero la adopción de nueva vestimenta, luego un corte de pelo y finalmente la gestión del DNI que plasmó a sus 30 años su cambio registral. Con su voz siempre se sintió cómodo; le gustaba aquello de que lo creyeran varón cuando jovencito.
Ese impulso cobró fuerza tras conocer y trabajar junto a Ivanna. Corría el prepandémico 2019 y, de su mano, Eric se lanzó a explorar otros géneros musicales, por fuera del clásico. “Antes me gustaba un solo género, ahora quiero explorar de todo”, suelta con ahínco. “Yo creo que uno tiene que ir viendo qué caminos nuevos quiere explorar. Esta obra trata de ir probando otros géneros, todos los caminos que a cada quien se le presentan”.
En “Yo elijo mi nombre” a Eric se le presentan otros caminos además de los musicales. Cuando transita por diversos espacios escénicos acompañado por Ivanna, cuando se recuesta en el piso para iniciar un diálogo con su padre y su madre, cuyas voces aparecen acompañadas de imágenes, a quienes les reitera desde el suelo y cada vez que cree oportuno que su nombre es Eric.
“La mayoría de los abordajes de género parten de lo visual y en la obra buscamos trastocar esa perspectiva para adentrarnos en otra menos explorada: en el interior de las personas”, dice Ivanna. “Nosotros vamos de adentro hacia afuera” porque “la identidad de género no tiene nada que ver con el afuera, con algo que se pueda decidir, sino que es algo propio”.
Consultada por Télam, Ivanna señala que “Eric me interpeló en todos los sentidos, tanto en lo referente a la identidad de género como con formas de percibir el mundo. A partir de él empecé a percibir de modo diferente, a comprender otros modos menos visuales de percibir el mundo”.
¿Cuáles son las raíces profundas de la identidad? ¿Cuáles, las que corresponden a la génesis del género? ¿Qué caminos anteceden y conducen a su expresión? ¿Cuáles son los intersticios de la elección de un nombre? ¿Cuándo ese nombre queda, finalmente, aferrado y da sentido a una identidad? A esas preguntas trata de responder -o propiciar respuestas personalísimas- “Yo elijo mi nombre”, que será exhibida hoy a las 18 en el Centro Cultural Borges, en el marco del ciclo 2023 de Proyecto Ballena, y que llegará el 22 y 29 de junio a las 20.30 en la sala Timbre 4, en los tres casos en la ciudad de Buenos Aires.