Mañana comenzará el congreso partidario que oficializará la candidatura presidencial del líder Evo Morales. Durante tres días, en las instalaciones del mercado feriante popular “Lauca Ñ”, las banderas azules del MAS ondearán mecidas por el viento de Cochabamba para inflar de mística un hecho político irrevocable: la ruptura definitiva del ex Jefe de Estado con el otro referente del partido, el propio presidente de la Nación, el pulcro y respetado economista Luis Arce.
La noticia de la nueva postulación presidencial de Evo Morales -que implica poner en máximo hervor la interna contra el presidente que él mismo ayudó a consagrar en las urnas- expresa, además, la voluntad política de Morales por no ceder su liderazgo en la fuerza de estandartes azules y blancos. En el inicio de la gestión de Arce, el histórico líder cocalero señaló, por caso, diferencias concretas con la administración, por ejemplo con la gestión económica del recurso litio, a la que juzgó de timorata.
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Luego, el encono de Evo hacia su ex delfín político creció por temas más difusos, menos ideológicos. Morales cargaba de forma intermitente su rencor, por caso, contra determinado ministro, al que señalaba responsable de equis casos de corrupción, o por temas más lacerantes contra su persona. Evo llegó a decir, y aún lo afirma, que el gobierno nacional utiliza la maquinaria del Estado para orquestar una permanente campaña de desgaste mediático y persecución política contra su persona.
En los mapas institucionales y de la militancia territorial del oficialismo emergen zonas cálidas y frías para la perspectiva sensorial de la fuerza política de Evo Morales. En el Poder Ejecutivo, Luis Arce y el Vicepresidente David Choquehuanca, un intelectual de la causa identitaria aymara, cobra fuerza la asonada renovadora dentro del MAS. Por otro lado, en el Poder Legislativo, las voces a favor de Morales y Arce son a priori equivalentes, la misma relación de fuerzas equilibrada se manifiesta dentro de las organizaciones sociales campesinas e indígenas, hoy divididas por el señalado debate interno.
Por ser tan portentosa la interna entre Morales y Arce es que figuras del oficialismo como el ex ministro de Gobierno Hugo Moldiz advierten que, de seguir así la disputa, el movimiento popular indígena boliviano tiene riesgo de sufrir un revés en las próximas elecciones presidenciales.
“Se ha creado un punto de no retorno, pero en política misma las cosas no son definitivas. Si hay una división, unos más a este lado, otros menos a este lado, va a haber derrota. Creo que por encima de todo hay que discutir cuál es la perspectiva para la recuperación y profundización de la revolución boliviana”, dijo Moldiz, en entrevista con “Piedra, Papel y Tinta”, un programa televisivo integrante del pool mediático liderado por el diario paceño La Razón.
Por Martín Epstein (Politólogo y Analista Económico del CEPA)
Se presentaba como lo nuevo, rupturista y antisistema, pero a la primera oportunidad que tuvo se acomodó al lado de los jugadores de la champions de las finanzas y en vuelo privado encaró su primer destino como presidente electo. Así es, Milei se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en la cara visible de un nuevo viejo programa de valorización financiera, mucho más clásico y conocido que lo que el libertario pretendía en campaña. Telegramas de despido que empiezan a llegar bajo el amparo de la eliminación de la obra pública ya anunciada, incertidumbre respecto a continuidad de puestos de trabajo en todos los sectores de la economía, hasta inquietud sobre el cobro del aguinaldo de repente son parte de una diaria muy vertiginosa que nos empuja desde hace una semana.
La confirmación de Luis Caputo al frente del ministerio más importante, es toda una definición: Milei no va a ser quien tome las decisiones trascendentales en materia económica en el inicio de su gestión. La dolarización quedó en los papers académicos, la eliminación del Banco Central también parece ser slogan de una campaña que rápidamente quedará para el recuerdo. Pero, ¿para qué viajó la comitiva a Estados Unidos días antes de la asunción presidencial?
Milei, en principio, a un viaje casi místico religioso, pero su futuro ministro a hacer negocios. Sí, porque lo que se está cociendo en estos días no tiene otra explicación. Dicen desde el entorno de Macri-Milei que las LELIQs son un problema, que tiene que resolverse de forma urgente. Dicen, que si se desarman de manera rápida todos los pesos liberados en la economía provocarían una hiperinflación. Entonces, los dos caminos que plantean son la confiscación de depósitos vía plan Bonex, o tomar deuda en dólares para asegurar la salida de esos pesos. Pero, las LELIQs no son otra cosa que la contrapartida de los plazos fijos de los ahorristas, y de hecho, hoy ya están desarmándose a pases diarios (un instrumento mucho más líquido) por temor a una devaluación que el mercado descuenta cercana al 80% y su consiguiente suba de tasas de interés. No hay que hacer nada con las LELIQs, o con los pases, no hace falta tomar decisiones abruptas. Habría que generar incentivos para que desde los bancos se promueva el crédito, y con eso se resuelve el problema de los pasivos remunerados. Aunque sería un programa bien distinto del que se anuncia para el nuevo gobierno.
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La medida que se viene, ya se aplicó y parte de un error fundamental de conceptualización que los amantes de la valorización financiera repiten al infinito: igualar deuda en pesos con deuda en dólares. Es más, endeudarse en dólares para pagar deuda en pesos es como cuando en el juego de la oca caemos en el casillero que nos manda devuelta al inicio.
Argentina se encamina, una vez más, al sendero de endeudamiento, apertura, especulación financiera, y veranito en dólares mientras por abajo las PyMES se desploman, los puestos de trabajo desaparecen, y la desigualdad se profundiza.