Cultura
“El poncho no aparece”: Perón, folklore y picardía en la retórica de la lealtad
Del exilio de Perón a la guitarra de Argentino Luna. La historia detrás de una frase que desnuda la distancia entre el «chamuyo» y los hechos. Un recorrido por su significado.
★ La frase resuena en el inconsciente colectivo argentino con la fuerza de una sentencia inapelable: “Acá son todos gauchos, pero el poncho no aparece”. Se usa en las unidades básicas, en los asados y en las redacciones para describir una de las contradicciones más viejas de nuestra idiosincrasia: la brecha entre la promesa leal y el aporte concreto. Pero, ¿de dónde sale esta joya de la sabiduría criolla? La respuesta cruza los pasillos de Puerta de Hierro con los escenarios de Cosquín, en un viaje que va de la conducción política a la milonga surera.
La estrategia discursiva del General
Para entender el peso político de la frase, hay que trasladarse al Madrid de los años 60 y principios de los 70. Juan Domingo Perón, desde su exilio forzado, recibía un desfile incesante de dirigentes, sindicalistas y emisarios que viajaban desde una Argentina convulsionada.
Según reconstrucciones históricas y testimonios de quienes frecuentaban la residencia de Puerta de Hierro, el General utilizaba esta figura retórica para marcar la cancha. Los visitantes llegaban jurando lealtad eterna, prometiendo ejércitos de militantes y asegurando que la «resistencia» estaba financiada. Sin embargo, a la hora de sostener la estructura del Movimiento en el exilio o de garantizar la logística real, los recursos escaseaban.
Perón, un maestro en el arte de la conducción y conocedor profundo de la condición humana, usaba la metáfora con precisión quirúrgica:
- «Son todos gauchos»: sobraban las palabras de adhesión y la pose de «compadre» servicial.
- «El poncho no aparece»: faltaba «la guita», los fierros o el apoyo material contundente.
No era una queja por un robo, sino una lectura política sobre la especulación de ciertos sectores que decían «acompañar» pero cuidaban su propio capital.
La milonga de Argentino Luna: cuando la metáfora se hizo literal
Mientras Perón usaba la frase para disciplinar a la tropa, el folklore le dio su propia impronta. Existe una confusión popular —alimentada quizás por la estética similar de hombres de a caballo y barba tupida— que atribuye la frase a Jorge Cafrune. Sin embargo, los registros discográficos son claros: el autor e intérprete es Argentino Luna.
En el caso del cantor de General Madariaga, el contexto no fue político, sino vivencial. En 1973, el mismo año del retorno de la democracia, Luna grabó la milonga «Pero el poncho no aparece». La letra narra un hecho real: durante una reunión de camaradería, presumiblemente en una Semana Santa, alguien le escondió su poncho.
«Son todos buenos paisanos / son todos buenos de a uno / y no se ha llevado ninguno / mi poncho de la tejida…», recita Luna en la grabación original.
A diferencia del General, al «Negro» Luna sí le robaron la prenda (o se la escondieron como «gauchada» pesada). Su obra transformó una anécdota de fogón en una pieza fundamental del cancionero surero, masificando una expresión que ya estaba en el aire.
Arqueología de un dicho popular
Si bien Perón le dio volumen político y Luna popularidad artística, ninguno de los dos inventó la pólvora. Investigaciones sobre el habla de los argentinos rastrean variaciones de esta sentencia mucho antes del primer peronismo.
Publicaciones de la década de 1920, como la revista Los Pensadores, vinculada al Grupo de Boedo y a la intelectualidad de izquierda de la época, ya recogían expresiones similares como «todos son honrados, pero el poncho no aparece». Se trata, en definitiva, de un refrán preexistente en la cultura rioplatense, que el peronismo supo resignificar para explicar la tensión entre la retórica y la realidad efectiva.
Cultura
El Gobierno frenó la privatización de CINE.AR tres meses después del anuncio con bombos y platillos
El gobierno libertario frena el traspaso de la plataforma gratuita de cine nacional que en agosto había anunciado con bombos y platillos. Tres meses después, un nuevo interventor del INCAA considera que la medida no es conveniente.
★ El gobierno de Javier Milei dio marcha atrás con la privatización de CINE.AR, la plataforma gratuita de películas, series y documentales argentinos que depende del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). A través del Decreto 821/2025, publicado este miércoles en el Boletín Oficial, el Poder Ejecutivo frenó el traslado del sitio hacia la empresa Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal (CAI S.A.U.).
La decisión contrasta con el entusiasmo oficial de apenas tres meses atrás. El 7 de agosto pasado, la dirección del INCAA celebraba en redes sociales el inicio de la privatización: «Avanza la privatización de Cinear. Esta medida generará un ahorro de $330.000 USD anuales que dejará de salir del bolsillo de los contribuyentes. Liberaremos al Estado del gasto en salarios ($175k) y operación ($155k), un paso hacia la eficiencia y la libertad económica», anunciaba el organismo en su cuenta de X.
Un giro sin explicaciones
Según el decreto publicado en el Boletín Oficial, las plataformas CINE.AR, CINE.AR Play y CINE.AR Estrenos «continuarán actuando en la órbita» del INCAA. La justificación oficial se limita a citar un informe del nuevo interventor del instituto fechado el 16 de octubre de 2025, que «considera desaconsejable la transferencia» de las plataformas.
El gobierno no brindó mayores detalles sobre las razones técnicas o administrativas que motivaron este cambio de rumbo. Tampoco se especificó qué argumentos esgrimió el nuevo interventor para desaconsejar una medida que meses atrás se presentaba como un avance hacia «la eficiencia y la libertad económica».
Del discurso del ahorro al freno sin fundamentos
CINE.AR fue creada en 2015 y cuenta con más de dos millones de usuarios registrados en Argentina y el exterior. La plataforma ofrece acceso gratuito a producciones audiovisuales nacionales, consolidándose como una herramienta de difusión cultural y soberanía de contenidos.
En marzo pasado, el Decreto 194/2025 había ordenado su traspaso a la órbita de la entonces Secretaría de Comunicación y Medios, a cargo de Manuel Adorni. La medida se fundamentaba en la necesidad de «ordenar y equilibrar las cuentas públicas, transparentar el gasto y lograr que los recursos disponibles se dirijan a quienes más lo necesitan de manera eficiente».
El decreto de marzo también sostenía que «la transferencia de las mentadas plataformas a Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal responde a la necesidad de centralizar y racionalizar la estructura de la explotación de las señales, asegurando una mayor coherencia y coordinación en el desarrollo de las políticas audiovisuales del país».
Un área disuelta y una plataforma en el limbo
La decisión de frenar la privatización se produce semanas después de que se disolviera la Secretaría de Comunicación y Medios, justo cuando Manuel Adorni asumió como nuevo Jefe de Gabinete. Esta reestructuración dejó en el aire el destino institucional de varios organismos y plataformas que habían sido transferidos a esa área.
La marcha atrás con CINE.AR se suma a una serie de decisiones erráticas del gobierno libertario en materia de política cultural, que incluyen anuncios de desfinanciamiento, recortes presupuestarios y cambios constantes en la conducción de organismos clave del sector.
Puntos clave:
• El Decreto 821/2025 frenó la privatización de CINE.AR anunciada en agosto pasado por el INCAA
• Un informe del nuevo interventor del organismo del 16 de octubre considera «desaconsejable» el traspaso
• En agosto, el INCAA celebraba la medida como un ahorro de 330.000 dólares anuales y un avance hacia «la eficiencia»
• CINE.AR tiene más de dos millones de usuarios y ofrece acceso gratuito a producciones audiovisuales argentinas
• La decisión se produce tras la disolución de la Secretaría de Comunicación y Medios que iba a recibir la plataforma
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