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Eso que llaman Inteligencia Artificial

Algunas aventuras del colonialismo tecnológico.

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El-Argentino-El futuro del periodismo, cooperación e Inteligencia Artificial.

Por Fernando Buen Abad Domínguez

Por más entusiasmados que se muestren sus vendedores, no aceptemos esa “Inteligencia Artificial” de mercado como si fuese un logro tecnológico inocente. Más parece una emboscada para comerciar con el “big data” (y su saqueo de información) que, en la práctica, ha sido mayormente manipulación de datos para los negocios de la dictadura tecnológica imperial. No aplaudas la ingeniería burguesa para la alienación. Lo inteligente sería democratizarla.

Del uso mercantil de la “Inteligencia Artificial” podemos esperar todas las canalladas (y peores) que el capitalismo nos impone y nuestra tarea científica es desarrollar una Semiótica para la Revolución de la Conciencia, armada con métodos y praxis emancipadas y emancipadoras. Aquí no omitiremos el tejido militar subyacente en todo desarrollo de coloniaje tecnológico.

Se supone que “Inteligencia Artificial” debiera ser herramienta auxiliar de la Inteligencia Social para resolver los problemas que asfixian a la humanidad. Que debiera ser arma emancipadora para dignificar la producción social del conocimiento y la vida. No emboscada de mercachifles.

Esto no es una denostación del progreso ni de la tecnología, es una interrogación profunda sobre él, su veracidad y utilidad al servicio de qué de quiénes. Naturalizaciones del Espanto. Claro que escudriñamos el carácter contradictorio de la Inteligencia Artificial que, en el modo de producción burgués, tiende a manipular los productos del trabajo para encumbrar ganancias con el Caballo de Troya tecnológico de un “desarrollo” que sigue siendo la ley del amo para controlar a los pueblos, al tiempo que perfecciona las condiciones y las herramientas de dicho control en tiempos en que la IA va cobrando fama y aplicaciones todavía no explicadas ni consensuadas con los usuarios involucrados.

No pocos adoradores de la tecnología son fanáticos de cierta “eficiencia” que al capitalismo le resulta muy útil y refrescante. Alimentan sus anhelos de perfección productiva y rentable.

Ese dogmatismo también es templo de no pocos ejecutivos de oficina, asistentes administrativos y mandos intermedios que son fanáticamente optimistas sobre los beneficios de la IA en la totalidad del proceso de producción, con ello reverencian la sensibilidad de sus patrones y la certeza de que son, cada día, más invencibles.

Nosotros debemos estar advertidos y listos para ofrecer batalla científica des-alienante, en el corazón del propio proceso laboral incluso dentro de los campos científicos y académicos.

Dicen algunos que no se trata de omitir la intervención humana sino de perfeccionar sus capacidades. Desde 1956 John McCarthy la caracterizó, en el seno de la Conferencia de Dartmouth, como una diversidad compleja de especialidades que suponen su aplicación en campos del mercado, del entretenimiento o las actividades lúdicas, matemáticas, escritura y diagnóstico de enfermedades.

Sostienen algunos que sintetiza, sistematiza y simplifica operaciones intelectuales complejas. Eso incluye algoritmos simples o vinculación con redes neuronales artificiales, símiles de funciones propias del cerebro humano, con ayuda de modelos de aprendizaje en escalas y profundidades diversas.

Lo que se llama hoy “Inteligencia Artificial” interpela una multiplicidad de fenómenos y problemas sociales históricos que exigen posicionamiento de disciplinas actualizadas para una Filosofía de la Tecnología honesta que en tiempo real y despliegue una ética para las máquinas. Especialmente ante el uso de los datos (la información) que tiene rango histórico conflictivo de clase porque se trata de un Derecho Humano Fundamental e inalienable. En 2019 la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología (COMEST) de la UNESCO definió “Inteligencia Artificial” como producción tecnológica que involucra dispositivos con habilidades para copiar o reproducir funciones propias de la inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento, la solución de problemas, la interacción lingüística e incluso la producción de trabajos creativo y “arte”. Así de serio es el asunto científico y político.

En su fase actual, algunos dueños de las Inteligencias Artificiales como Alexa, el Google Siri, los traductores, YouTube, o “chatbots” como ChatGPT, y Tesla Autopilot… están empeñados en fabricarse prestigio como vanguardias seductoras para ganarse la confianza de un cierto “sentido común” al que suele dejar invisible la trastienda mercantil de sus inventos máquinas que “imitan” funciones cognitivas y el manejo o control procesadores, que almacenan datos (de propiedad colectiva) sobre un área para usar algoritmos, aprender de esos datos y manipularlos en toma de decisiones mercantiles. Eso incluye sensores físicos y sensores mecánicos, pulsos eléctricos u ópticos. Así de avanzados y así de peligrosos si no hay regulación democrática de su “desarrollo” y sus aplicaciones.

No nos amedrentan con oscurantismo tecnológico. Sabemos de sobra que la tecnología en manos del capitalismo es herramienta de saqueo, desinformación y opresión alienante. No nos toman el pelo con palabrerío “técnico”: “Inteligencia Artificial” a espaldas del pueblo es alienación.

Ahora dicen que se trata de un “aporte” donde convergen las más avanzadas prácticas tecnológicas con sus metodologías, conocimientos, profesionales y líderes científicos reunidos bajo un mismo propósito que en realidad no es otra cosa que perfeccionar el armamento explotador del capitalismo para sobrevivir a sus propias crisis terminales.

Esa versión de la “Inteligencia Artificial” (IA) intoxicada por la lógica de la mercancía, contra la humanidad, en realidad es una empresa “tecnológica” al servicio de las mismas ofensivas económicas y políticas, que son la esperanza de sobrevivencia del mercado mundial capitalista, que dice ser “la realidad”, sólo “la realidad” y nada más que “la realidad”. El modelo publicitario con que se vende, a sí misma la IA, anhela nuestra admiración y respeto. Nos pide defenderla con la vida porque enriquece a los medios, los modos y las relaciones de producción capitalistas. Y, dicen, que es por nuestro bien. Sube sus ganancias la Industria Militar.

Esa “Inteligencia Artificial” es una tentación a la que accede presuroso el Estado burgués, opuesto consustancialmente a la organización de las bases, especialmente de los trabajadores. Su “inteligencia” es audacia colaborativa costosa para apresurar la automatización coyuntural de los procesos de producción y la depauperación del trabajo mismo, pero con argumentos de “progreso tecnológico”. Simulación histriónica de las burocracias que siendo adoradoras del quietismo se estremecen extasiadas con la dinámica de esa “Inteligencia Artificia” que ayudará a frenarlo todo. Excepto las ganancias de sus jefes y dueños.

Su “Inteligencia Artificial” naturaliza un despliegue tecnológico “novedoso” para el secuestro añejo del plusvalor modernizado con la automatización de la producción hacia el plan supremo de aniquilar la competencia, consolidar monopolios y solidificar al imperialismo inteligentemente. Con su naturaleza inhumana, con una IA pensada para enriquecer las tareas de vigilancia y control social, de manipulación política, para modificar las subjetividades, para la invasión de la privacidad con productos inteligentes capaces de desfigurar la relación de los individuos con su contexto y consigo mismos. Una especie de sueño de la perfección donde es posible falsificarlo todo con el mínimo esfuerzo. Todo bajo control. Nuevo martillazo burgués sobre la tierra, el trabajo y el capital. ¿Inteligente?.

No es suficiente percatarse de que con esa “Inteligencia Artificial” el capitalismo anhela multiplicar sus ganancias. Es preciso explicar qué debe hacerse contra eso. Qué tácticas y estrategias políticas y científicas hemos de consensuar para someter, por ejemplo, a una ética social participativa el uso de huellas dactilares, el reconocimiento biométrico, los archivos que acumulan identificación, que observan y miden la vida (gustos, hábitos, preferencias cotidianas) con “inteligencia” empresarial mientras no pocos adictos al burocratismo lo ven con “buenos ojos”.

Qué hacemos para impedir que desde el Estado capitalista se ilusionen por el “desarrollo” de la IA y aplaudan su metabolismo cultural en el consumo, el comercio y las finanzas, con apologías al control, la vigilancia y el sometimiento de la población y hermosear tecnológicamente una idea “seguridad”, “confianza” y “felicidad” burguesa mientras trafican poder con los datos, su cantidad y su calidad… sus espejismos. En el contexto histórico, tecnológico e ideológico presente, la IA también es un disfraz ideológico, que esconde su verdadero motor que la Inteligencia del Mercado, es decir, el uso especulativo y de acumulación de clase. Esa es su “Inteligencia” verdadera, no la del bienestar humano sin excluidos.

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Los trabajadores volvemos a ponernos al frente, en unidad y con capacidad de decisión

Hacia el Paro Nacional del 9 de mayo.

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Por Hugo “Cachorro” Godoy, Secretario General de la CTA Autónoma

Son las 9 de la mañana de este lunes y por la autopista circunvalación de Rosario, camino a Santa Fe, una multitudinaria asamblea de trabajadores camioneros realizando su jornada de lucha en el mismo momento en que los trabajadores de ATE – ANAC me anuncian telefónicamente la contundencia de la medida en los aeropuertos de todo el país, que desarrollan en simultáneo con los trabajadores del transporte de la CGT, de nuestra CTA Autónoma y de la CTA de los Trabajadores, realizando una contundente medida de fuerza que precede a lo que va a ser el Paro General del próximo 9 de mayo.

Estas importantes medidas en unidad y masividad, vienen expresando un sentir muy potente que es rechazar la política económica, social y cultural que enarbola la motosierra y la licuadora que el gobierno de Milei lleva adelante, saqueando los bolsillos de los argentinos y entregando el patrimonio en una estrategia de disolución nacional, porque lo que se busca es que la soberanía del país y la soberanía sobre los bienes comunes sea avasallada y puesta en beneficio de los grandes grupos económicos.

Este presidente admira, obedece y saluda a quienes fugan capitales y los reconoce como héroes. Un presidente que alienta la rebelión de los ricos para que no paguen impuestos y que promueve leyes o dicta decretos como el DNU 70/23 o el Proyecto de Ley Ómnibus que algunos bien llaman la Ley Pasta Base porque es la antesala de la construcción del narcoestado en la Argentina. Un presidente que efectiviza a través de estas medidas la quita del pago de impuestos para los grandes grupos económicos, mientras que intenta restablecer el Impuesto a las Ganancias sobre los salarios de los trabajadores.

Las medidas que describíamos al inicio estuvieron precedidas por otras iniciativas de carácter masivo como lo fueron el Paro Nacional del 24 de enero, el Paro de las Mujeres y Diversidades del 8 de marzo, la masiva concentración del 24 de marzo recuperando banderas fundamentales por más Memoria, Verdad y Justicia, y la histórica marcha en defensa de las universidades y la educación pública, demuestran la enorme capacidad de nuestro pueblo para ponerle límites a esta nefasta experiencia de gobierno neofascista.

Una conducta de dignidad de nuestro pueblo, que evidentemente no tiene su correlato en buena parte de la representación política institucional, porque ya hemos visto como varios gobernadores se arrodillan ante las órdenes de las empresas transnacionales, a quienes han entregado el manejo del litio, del petróleo, del gas y el agua en cada una de sus provincias o ante las extorsiones del Gobierno Nacional, y cometen la infamia de haber aprobado en la Cámara de Diputados la media sanción a la ley “Base”, situación que esperamos no se repita en el Senado. Desde la CTA anunciamos que nos movilizaremos al Congreso cuando se trate la ley, y seguramente acompañados por varios sectores del campo popular como lo venimos demostrando hasta ahora.

Ante este escenario, hemos puesto en marcha una campaña de firmas para la anulación del DNU 70/23. No alcanza sólo con la derogación, porque en sus cuatro meses de aplicación se han producido reformas jurídicas que habrá que modificar, para lo cual es imprescindible que no queden firmes. Esto ya lo hicimos, por eso confiamos en nuestro pueblo, cuando se intentó dar garantía de impunidad a los genocidas con las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final, fuimos capaces de obligar al Congreso de la Nación a que se las derogara y anulara. Ahora vamos camino a una epopeya de similares características, esta vez para frenar a un gobierno que está reformando la Constitución por decreto.

Los trabajadores y las trabajadoras, en este Paro Nacional del 9 de mayo, en esta en esta campaña por la anulación del decreto 70/23 y en la tarea de derrotar a esta nefasta experiencia de gobierno neofascista, volvemos a ponernos al frente de estos desafíos, confiando en la unidad, en la solidaridad y en la conciencia de que sólo es posible alcanzar la plena soberanía nacional, construyendo poder y capacidad de decisión. Somos los generadores de las riquezas, y por tanto, con el derecho de decidir cómo esas riquezas deben ser distribuidas con equidad y con justicia. De allí, nuestra insobornable tarea de construir una democracia plena.

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