Por Santiago González Casares @filosofopueblo
Hace rato que me anda dando vueltas por la cabeza esta frase, se me aparece no solo frente a ciertos dilemas de la vida cotidiana, sino, sobre todo, frente a ciertas lecturas de la realidad política actual.
Me pregunto cuántos de nosotros, y cuando digo nosotros, no es un nosotros de señoría, sino que hablo de esa intima comunidad que se genera tanto en el acto de escribir como en el de leer, nosotros que estamos ahora, aquí, hablando.
Vos y yo, que estamos compartiendo una palabra, un gesto (el de leer, el de escribir) decía cuántos de nosotros conocemos el significado de la frase que elegimos de título, de todos, ¿UNO? Si bien es solo un aparente detalle, (este si es de señoría) el hecho de que la mayoría de nosotros no sepamos que significa esa frase, esa declaración inaugural “de muchos, Uno” muestra primero que ya no leemos, el ritmo vertiginoso de la información que nos bombardea lo impide.
Esto hace que a veces caiga en el desánimo, y pienso que quizás ya no seamos muchos los que aún nos endilgamos en esta gratuidad, en algo para nada, porque si, como el hecho de escribir, el hecho de ponerse a leer.
Quizás más grave sea que no sepamos que es el lema que se encuentra en el billete de un dólar, que es el lema del capital. Lo que sospecho es que quizás, tamaña frase, encierre algo profundo, algo trascendental. ¿Qué significa entonces, de muchos, Uno? ¿Para qué hablar del tema?
Por un lado, no es casualidad que la frase aparezca en el dólar, ya que el capital, más aún en su fase cibernética tiene todas las características de lo divino.
Sin ir más lejos, el capital es omnipresente (mercancía), omnipotente (mercado), omnisciente (algoritmo) tanto o más que cualquier definición teológica o expresión religiosa de la figura de Dios.
El capital tiene las dotes de definir, nada más y nada menos que la realidad. Sin duda me refiero al hecho del avance del metaverso, ese aparente e inminentemente reemplazo total y definitivo de lo virtual por sobre lo real (el oxímoron realidad virtual). Más allá de su presencia en el funcionamiento útil del mundo, es decir, su dimensión técnica, el capital en su forma cibernética logra ocupar hasta las profundidades más extremas de la subjetividad, el deseo y por qué no, la fe.
La realidad más real, el capital.En filosofía, la metafísica es aquella que se encarga de la realidad, la disciplina que dedica todos sus esfuerzos en intentar definirla. El Uno puede decirse de muchas maneras, es más, UNO es una de las primeras palabras de la filosofía (Parménides). Una imagen entre muchas, pero que tiene la ventaja de ser celebre y gráfica, es el Leviatán de Hobbes, aquel monstruo unánime hecho de todos y todas, al menos aquellos que aceptaron el contrato social, empeñando su libertad individual por la libertad política y colectiva. Uno seria entonces el pueblo, de muchos pueblos, este, el nuestro, la Patria.
Muchos siendo UNO es sin duda una imagen política, antes que nada. El desafío de la política seria entonces lograr acordar entre muchos y actuar como UNO, es decir en el caso del Leviatán mover cada parte del cuerpo colectivo de manera harmoniosa y efectiva para lograr el bienestar de cada átomo de ese cuerpo y al mismo tiempo, de su totalidad.
Que el bienestar del individuo sea el de la comunidad en tiempos electorales, es pensar la Unidad, el Uno y no la división, es el gran desafío de cualquier coalición que se presente para gobernar lo público, lograr el nos-otros unido y organizado.La pregunta es: ¿es ese nuestro lema?
¿Qué símbolo lo acompaña? En EEUU, el “de muchos, uno” está representado por un águila preparada para el combate; nosotros, ¿estamos listos para pelear por nuestros designios políticos? ¿Estamos listos para combatir como aquellas madres milagrosas de aquel entonces? ¿Sabemos a quién debemos combatir?
Hoy por la verdad memoria y justicia, mañana por la paz pan y trabajo, ¿existe alguno que se mantenga en el tiempo? ¿Y un símbolo? Quizás una simple variación del americano: De muchos, nos-otros.