A los once, ya cadete de uniforme, anduvo a los sablazos en España y el Norte de África. Formado, jugó el juego, se codeó con algunos, tomó nota y prestó atención.
Miró la orilla como un mocoso cualquiera. Lloró en silencio. No conocía otra madre más que por nombre. Todavía no estaba por encima de los pizarrones, ni se había convertido en el tipo del cuadro.
Corrientes afiló la punta del lápiz y anotó, cerrando el siglo XVIII y fiel a su estilo, otro correntino patrio. Quizás hijo de una india guaraní y Diego de Alvear, el tipo del cuadro partía, a los seis u ocho años, a tomar de la teta monárquica.
El Argentino
A los once, ya cadete de uniforme, anduvo a los sablazos en España y el Norte de África. Formado, jugó el juego, se codeó con algunos, tomó nota y prestó atención.
Nacido para sobresalir, hizo carrera y bancó la parada contra un fulano francés, también libertador. Mucho se atiende al tipo del cuadro sobre el conveniente recorte de sus logradas oraciones.
José de San Martín.
Entrecomillarlo sugiere someterlo al cuadro. Editarlo, funcionó de lo más bien para convertirlo y degradarlo a prócer. Poco se sabe de sus sustos, o de cada cuanto meaba. Si prefería vino, coñac o si hablaba dormido por las noches.
El tipo del cuadro supo tener un dulce, sentido y marcado acento andaluz. Con un metro setenta clavado, volvió sobre sus pasos. Se debatirá eternamente el motivo. Guitarrista y pintor con acuarelas, conoció a Remedios una noche en lo de Antonio y Tomasa.
Entre úlceras, asma, opio y hemorroides, cortó la manga del pujante centralismo porteño, y fue por todo; que para ello había venido. Fundó, por un momento, la patria grande.
El Argentino
Es difícil pensar que fue más que un tipo en un cuadro. Hemos aprendido, de manera injusta, sobre fechas y no pensamientos. América latina bien sabe de esto. Sobre los escritorios se desandan caminos, deshacen orígenes y doblegan voluntades.
José de San Martín, El Libertador.
Más que prócer argentino, libertador latinoamericano. Disminuirlo a nosotros es un sostenido un acto de egoísmo que sirvió para nunca sabernos hermanos. Vaya que dio resultado. La paciencia siempre estuvo del lado de los poderosos. Estos, no tienen más urgencia que planear proyectos predatorios ante las urgencias más próximas.
A Latinoamérica le robaron, también a sablazo limpio, el privilegio que alguna vez tuvo. El tipo del cuadro hizo lo suyo, ensilló al gauchaje, ordenó sus filas y ganó el camino.
Un único momento bélico en el territorio dejó la huella ancha un tres de febrero: San Lorenzo. Después, cruzó ocho veces los andes sin importarle un carajo el color del caballo.
Es más sencillo, incluso más cómodo, el pedazo de mármol erguido sobre alguna avenida, religioso para no perder la maldita costumbre, inhumano para que no sea del todo cierto, que confrontar con quienes han desatado el nudo mismo yugo que hoy nos doblega.
El Argentino
Que un enfermo sea tapa de todos los diarios nunca hubiese sido problema para el tipo del cuadro. A causas más grandes, los idiotas llaman la atención lo que canta el gallo.
Así de pequeñitos estamos. La libertad es solo un sustantivo pésimamente usado, cualquier hijo de vecino es un potencial enemigo y, así, el verdadero nunca muestra la cara.
Zitarrosa bien ha cantado: “no habrá camino que no recorramos juntos, tratamos el mismo asunto, orientales y argentinos, ecuatorianos, fueguinos, venezolanos, cuzqueños. Blancos, negros y trigueños forjados en el trabajo, nacimos de un mismo gajo, del árbol de nuestros sueños”.
El Argentino
José Francisco de San Martín murió un día muy parecido al de hoy, en otro tiempo, pero con los dueños del circo matando de similar manera. Una vez estuvimos de pie a razón de uno que, si se fijan bien, es muy parecido al tipo del cuadro.
El gran impedimento de las autoras argentinas siempre fue la invisibilidad.Sería bueno que se difunda por todos los medios a aquellas escritoras olvidadas, que abrieron caminos y muchas veces se las silencia.
El gran impedimento de las autoras argentinas siempre fue la invisibilidad. Los prejuicios contra los que han tenido que combatir. Sería bueno que se difunda por todos los medios a aquellas escritoras olvidadas, que abrieron caminos y muchas veces se las silencia.
Es importante que la educación se nutra de una literatura con sin distinción de género. Desde tiempos arcaicos la mujer tuvo que luchar para ser tenida en cuenta. Ojalá llegue un momento en el que impere la igualdad de lxs que escriben. Aún queda un camino. ¿Por qué tan pocas mujeres recibieron el Nobel de Literatura, el Premio Cervantes o tantos otros reconocimientos?
El Argentino
Llegar a publicar fue y sigue siendo difícil. Recién en el siglo XXI comenzó a abrirse el panorama. Ni Una Menos jugó un papel importante, la lucha feminista, cómo se debatió el aborto legal, seguro y gratuito. Surgieron muchas editoriales independientes en todo el país que permitieron a muchas escritoras ser visibles. La sociedad cambió y por ende también la literatura.
En la actualidad hay escritoras como Luisa Valenzuela, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Selva Almada, Camila Sosa Villada, Gabriela Cabezón Cámara, María Gainza, Claudia Piñeiro, Belén López Peiró, Yanina Rosenberg, Silvina Giaganti, Ariana Harwicz, Inés Garland, Leila Guerriero, Ángela Pradelli, entre otras. Sin olvidar a Liliana Heker, Alfonsina Storni, Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik, María Elena Walsh, Olga Orozco, Elsa Bornemann, Sara Gallardo, entre otras, y también a aquellas de épocas lejanas como Juana Manso, quien afirmó: “Y llegará un día en que el código de los pueblos garantizará a la mujer los derechos de su libertad e inteligencia”, Eduarda Mansilla, Juana Manuela Gorriti, Emma de la Barra, Elvira Aldao, Leonor Allende, Rosa Guerra y una larga lista de mujeres escritoras.
Hubo una literatura machista donde la mujer estaba relegada. Hoy se ha comenzado a dar vuelta esa concepción. Ahora reciben premios, ocupan lugares en las mesas de las librerías, se escriben críticas sobre sus textos y aparecen en los suplementos literarios y podemos ver a adolescentes con la foto de Alejandra Pizarnik como una referente.
En tiempos en los que la economía, la inflación y el aumento del dólar son los temas del día, es difícil vivir del trabajo autoral. Existen quienes lo logran, pero no son la mayoría. Es difícil mantenerse exclusivamente de los escritos y los precios de los libros están por las nubes.
Por suerte en Argentina existe un tarifario implementado por la Unión de Escritoras y Escritores que incluye rubros como redacción de prólogos y contratapas, conferencias, talleres, escritura por encargo y porcentaje por derechos autorales, todo estipulado de acuerdo con el salario mínimo vital y móvil, lo que permite reconocer a la escritura como un trabajo. Es importante reivindicar a todas las mujeres que escriben, a las que sufrieron marginación, a las excluidas. Es preciso rescatar esas botellas que contienen mensajes y flotan en el mar a la deriva. Nos están esperando