El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció que el Gobierno descartó un posible préstamo de 20.000 millones de dólares de bancos estadounidenses, asegurando que la suspensión fue una decisión voluntaria. El funcionario atribuyó la determinación a una mejora en las condiciones del mercado financiero tras las elecciones presidenciales.

Aclaraciones desde las redes sociales

Caputo utilizó su cuenta de X para responder a un video de una entrevista de octubre, donde había confirmado que se trabajaba en «otra facilidad por otros 20.000 millones». El ministro explicó que el monto estaba inicialmente previsto para una «operación de manejo de pasivos», una estrategia financiera que busca reestructurar o refinanciar la deuda existente para mejorar sus condiciones, como plazos o tasas de interés. Esta operación se había considerado con el apoyo de Estados Unidos, a través de Scott Bessent, en caso de que fuera necesaria para estabilizar las finanzas del país.

El funcionario contradijo así versiones de medios internacionales, como The Wall Street Journal, que indicaron que el plan se había «archivado» debido a la negativa de bancos privados a otorgar las garantías requeridas.

La visión del Gobierno sobre los mercados

«Post elecciones, dado que los mercados reaccionaron muy favorablemente, nos parece que es mejor señal poder hacer lo que estábamos considerando, sin esa ayuda adicional», escribió Caputo. Esta «reacción favorable» se refiere a una percepción de mayor confianza o estabilidad entre los inversores y agentes económicos que se manifestó después de los comicios, posiblemente traducida en movimientos positivos de activos financieros o en una reducción de la prima de riesgo argentina. Según el ministro, este escenario indicó que la economía argentina ya no requiere de un «blindaje externo» con fondos adicionales.

Desde el Ministerio de Economía, se busca presentar la suspensión del préstamo como una muestra de autoconfianza y solidez financiera. Esta postura se da en un momento estratégico, previo a un feriado cambiario de cuatro días, buscando consolidar la percepción de estabilidad económica.