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Opinión

Cien años de Revolución Surrealista

Por Fernando Buen Abad Domínguez

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Por Fernando Buen Abad Domínguez

Estamos cumpliendo 100 años del Primer manifiesto del Surrealismo (1924) y siguen vigentes sus fuentes revolucionarias con su interpelación profunda a la “realidad” del “establishment”, a sus mascaradas ideológicas y a las emboscadas burguesas pergeñadas para sofocar las verdades humanas. 100 años de un manifiesto, también, para la transformación del arte, de la filosofía, de la economía y del mundo. Eso denunciado por el Surrealismo, desde hace 100 años, sigue denunciando a la realidad como “muralla del dinero salpicada de sesos”. “El Surrealismo es un puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral.” (André Breton 19 de febrero de 1934-28 de septiembre de 1966)

Ese Manifiesto insurreccional sigue siendo fusión rebelde del “amor loco”, de la poesía de lo maravilloso y del humanismo creador como fuentes irreductibles de una revolución permanente del Sentido, como batalla vigente que, desde muy temprano en el siglo XX, presentó armas en pleno corazón de la podredumbre capitalista realmente existente. Están en el “Primer Manifiesto” los “principios” programáticos que ofrecen un método para la creación, la intervención directa en la vida y la subordinación de todos los instrumentos del conocimiento, incluido el arte, al servicio de la rebelión de los sentidos.

Ahí se propone detonar el edificio de la ideología dominante con los explosivos humanistas del arte en revolución. “Lo maravilloso no siempre es igual en todas las épocas; lo maravilloso participa oscuramente de cierta clase de revelación general de la que tan sólo percibimos los detalles: éstos son las ruinas románticas, el maniquí moderno, o cualquier otro símbolo susceptible de conmover la sensibilidad humana durante cierto tiempo.” André Breton. 

El Manifiesto Surrealista de 1924 es también radiografía un mundo que ha sido secuestrado, nos propone armas para combatirlo, echando mano de la emancipación de la imaginación, del amor y de la poesía. Sublevar la expresión libre, directa, sin la intervención de la “razón” hegemónica. Producir estragos y fisuras, quiebres epistémicos duraderos que combatan a las industrias belicistas, financistas e ilusionistas…de suépoca. Disparar ráfagas de imágenes, mediante el “automatismo psíquico” y la insurrección de la economía política para facilitar las erupciones más profundas del inconsciente creador. Como ellos lo entendieron. 

El Manifiesto sigue siendo una inspiración liberadora que se despliega en el territorio del sentido sin atenuantes, para desmantelar, a su modo, la ideología de la clase dominante, la alienación, la cosificación y la mercantilización de la especie humana. Advierte que intervendrá para arruinar las ideas conservadoras de familia, patria y religión, mientras convoca a una revuelta directa para la libertad relativa de las iniciativas artísticas y políticas transformadoras. “‘Transformar el mundo’, dijo Marx; ‘cambiar la vida’, dijo Rimbaud: estas dos consignas para nosotros no son más que una”.

Están vivas las convocatorias del Manifiesto de 1924 contra el palabrerío desatado por los santones intelectuales mientras se adheríasin reserva al materialismo dialéctico por considerarlo el mejor método para la liberación de la humanidad. Breton, cofundador del Movimiento Surrealista, insistió: “el surrealismo se considera ligado indisolublemente, como consecuencia de las afinidades antes señaladas, a la trayectoria del pensamiento marxista, y sólo a esa trayectoria”. No sin un debate sobre ciertas deudas en la autocrítica: “…también es imposible que el marxismo se abstenga más tiempo de tomar en cuenta la base científica de las investigaciones sobre el origen y el cambio de las imágenes ideológicas.” A. Breton.

Ese Manifiesto tendría poca o ninguna importancia si no fuese porque contiene la idea revolucionaria de que la ética sea la estética del futuro. Que la ética norme, como pensó Adolfo Sánchez Vázquez, esa parte decisiva de las relaciones sociales en las que, el juicio del gusto sea explicable como base y producto de la lucha permanente por la igualdad entre los seres humanos y la justicia social “deseable, posible y realizable”. 

En el Manifiesto se expide una mirada crítica que no está dispuesta a rendirse ante las emboscadas del olvido hegemónico ni ante las tergiversaciones que van hundiendo toda herencia revolucionaria en los pantanos de la chabacanería ideológica al uso. Por eso a Bretón y al Manifiesto no se les perdonan haber interpelado la lógica monstruosa del capitalismo en el periodo de entreguerras y más allá. No se le perdona su poesía y el lugar que le otorgó al amor como militancia humanista, única capaz de reconciliar a la especie humana consigo misma. No se le perdona la síntesis que propuso en el surrealismo para igualar al arte con los sueños, con la magia, con el azar, con lo lúdico, con el amor mismo y con la Revolución. No se le perdona politizar la filosofía y filosofar la política desde el arte revolucionario e independiente para demoler el imperio de la esclerosis ideológica en una burguesía adicta al consumo de la “obra de arte” como mercancía de vanidades.

Hoy, como en 1924, el Manifiesto Surrealista conserva la calidad subversiva de sus ideas y su rebeldía candente. Está vigente su llamado al resquebrajamiento de la hipocresía, la mediocridad y la estulticia que afligen a la especie humana y al planeta. El Manifiesto desnuda los propósitos de un sistema económico e ideológico monstruoso para quien contempla los acontecimientos con rigor de objetividad y subjetividad emancipadoras. Entiende a la vida hondamente y atiende todos los voceríos que en rebelión adquieren los más diversos caracteres que bullen en el espíritu que recorre al mundo. El mensaje del Manifiesto está especialmente destinado a los pueblos que incuban retoños revolucionarios, a su calidad y cantidad altamente subversiva reflejada en un documento firmado por talentos fulgurantes que se convirtió en brújula necesaria entre las expresiones filosóficas, artísticas y revolucionarias fundamentales de su siglo y del actual. Porque es un Manifiesto histórico de las inconformidades contra el conformismo, contra el conservadurismo y contra la domesticidad, lo pinten como lo pinten. Un Manifiesto para la creatividad revolucionaria y para la revolución del sentido. Algunos dieron por muerto al Manifiesto del Surrealismo, pero los muertos que ellos matan gozan de buena salud, 100 años ya. Hay que leerlo.

Columna

Los trabajadores volvemos a ponernos al frente, en unidad y con capacidad de decisión

Hacia el Paro Nacional del 9 de mayo.

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Por Hugo “Cachorro” Godoy, Secretario General de la CTA Autónoma

Son las 9 de la mañana de este lunes y por la autopista circunvalación de Rosario, camino a Santa Fe, una multitudinaria asamblea de trabajadores camioneros realizando su jornada de lucha en el mismo momento en que los trabajadores de ATE – ANAC me anuncian telefónicamente la contundencia de la medida en los aeropuertos de todo el país, que desarrollan en simultáneo con los trabajadores del transporte de la CGT, de nuestra CTA Autónoma y de la CTA de los Trabajadores, realizando una contundente medida de fuerza que precede a lo que va a ser el Paro General del próximo 9 de mayo.

Estas importantes medidas en unidad y masividad, vienen expresando un sentir muy potente que es rechazar la política económica, social y cultural que enarbola la motosierra y la licuadora que el gobierno de Milei lleva adelante, saqueando los bolsillos de los argentinos y entregando el patrimonio en una estrategia de disolución nacional, porque lo que se busca es que la soberanía del país y la soberanía sobre los bienes comunes sea avasallada y puesta en beneficio de los grandes grupos económicos.

Este presidente admira, obedece y saluda a quienes fugan capitales y los reconoce como héroes. Un presidente que alienta la rebelión de los ricos para que no paguen impuestos y que promueve leyes o dicta decretos como el DNU 70/23 o el Proyecto de Ley Ómnibus que algunos bien llaman la Ley Pasta Base porque es la antesala de la construcción del narcoestado en la Argentina. Un presidente que efectiviza a través de estas medidas la quita del pago de impuestos para los grandes grupos económicos, mientras que intenta restablecer el Impuesto a las Ganancias sobre los salarios de los trabajadores.

Las medidas que describíamos al inicio estuvieron precedidas por otras iniciativas de carácter masivo como lo fueron el Paro Nacional del 24 de enero, el Paro de las Mujeres y Diversidades del 8 de marzo, la masiva concentración del 24 de marzo recuperando banderas fundamentales por más Memoria, Verdad y Justicia, y la histórica marcha en defensa de las universidades y la educación pública, demuestran la enorme capacidad de nuestro pueblo para ponerle límites a esta nefasta experiencia de gobierno neofascista.

Una conducta de dignidad de nuestro pueblo, que evidentemente no tiene su correlato en buena parte de la representación política institucional, porque ya hemos visto como varios gobernadores se arrodillan ante las órdenes de las empresas transnacionales, a quienes han entregado el manejo del litio, del petróleo, del gas y el agua en cada una de sus provincias o ante las extorsiones del Gobierno Nacional, y cometen la infamia de haber aprobado en la Cámara de Diputados la media sanción a la ley “Base”, situación que esperamos no se repita en el Senado. Desde la CTA anunciamos que nos movilizaremos al Congreso cuando se trate la ley, y seguramente acompañados por varios sectores del campo popular como lo venimos demostrando hasta ahora.

Ante este escenario, hemos puesto en marcha una campaña de firmas para la anulación del DNU 70/23. No alcanza sólo con la derogación, porque en sus cuatro meses de aplicación se han producido reformas jurídicas que habrá que modificar, para lo cual es imprescindible que no queden firmes. Esto ya lo hicimos, por eso confiamos en nuestro pueblo, cuando se intentó dar garantía de impunidad a los genocidas con las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final, fuimos capaces de obligar al Congreso de la Nación a que se las derogara y anulara. Ahora vamos camino a una epopeya de similares características, esta vez para frenar a un gobierno que está reformando la Constitución por decreto.

Los trabajadores y las trabajadoras, en este Paro Nacional del 9 de mayo, en esta en esta campaña por la anulación del decreto 70/23 y en la tarea de derrotar a esta nefasta experiencia de gobierno neofascista, volvemos a ponernos al frente de estos desafíos, confiando en la unidad, en la solidaridad y en la conciencia de que sólo es posible alcanzar la plena soberanía nacional, construyendo poder y capacidad de decisión. Somos los generadores de las riquezas, y por tanto, con el derecho de decidir cómo esas riquezas deben ser distribuidas con equidad y con justicia. De allí, nuestra insobornable tarea de construir una democracia plena.

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