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Opinión

La farsa

La política sólo debe ocuparse de identificar al enemigo, aquel que pone en peligro la integridad de la comunidad.

Publicado hace

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Por Santiago González Casares

@filosofopueblo

Un mudo con tu voz y un ciego como yo

El Argentino

C. Solari

Ya me cansé de hablar de libertad, de justicia, de tener que aclarar cuestiones éticas básicas, definiciones políticas elementales, me aburrí. Es que, en el fondo, tarde o temprano, nosotros los filósofos nos cansamos de repetir lo mismo, de girar alrededor de una dialéctica superficial entre ideales aparentemente opuestos, aunque simplemente resolubles, y volver a comenzar de nuevo, sin sentido, ad aeternum. Lo cierto es que lo nuestro no es eso, nosotros debemos, por pacto socrático, dirigirnos a las cosas, a las cosas mismas. Investigar justamente detrás de estos fenómenos que son casi tan mediáticos como políticos, casi tan representados (tantas veces), como actuados; para dar lugar a la generación constante de contenidos para las vedettes pseudorocker del enojo, algunos con dinamita y otros con motosierra, que poco o nada tienen que ver con lo que realmente ocurre.  Es por eso que abandono el interregno de la farsa, al menos por un tiempo, al menos por un párrafo; para dedicarme exclusivamente a consideraciones de índole filosófica y nada más que eso, aunque nada menos.

Paradójicamente, fue una de estas puestas en escena que disparó estas reflexiones. En este caso, tanto el entrevistador, extranjero el, como el entrevistado, concordaban en que Buenos Aires, capital de la República Argentina, tenía dos estilos de arquitectura, uno socialista, y otro, liberal, y que para el primero, el arte no era de importancia, dada su función social limitante, y que el otro, al no tener función social, se podía dedicar a la belleza al no sufrir el acoso agobiante del Estado. Más allá de lo cómicamente anecdótico de la pretensión de dar un juicio tan rotundo desde la evidente premura y la consiguiente ignorancia sobre el tema; lo que se descubre aquí es la incapacidad de ese discurso de penetrar la realidad. Finalmente, la política, y mucho menos esta versión sofistica de la misma, no pueden hablar de belleza, no sabe, no tiene el lenguaje, no conoce las palabras. Lo bueno es que me recordó la importancia de la belleza en la vida de los seres humanos. Debo decir que, gracias a esta entrevista, me he sumergido en profunda meditación sobre el valor de la belleza y su utilidad social. Para hablar de belleza, entonces, no es suficiente la política, necesitamos de la gracia de la filosofía que quizás conserve aún algunas herramientas para pensarla.

Es que la belleza es anterior a la política, o en todo caso, no son del mismo mundo, no pertenecen a la misma especie. No es a partir de la función social que puede o no poseer un edificio que se puede evaluar su belleza. Carl Schmitt nos recuerda que lo político no debe confundirse ni con la ética (bueno, malo), ni con la economía (útil, inútil) ni finalmente con la estética (bello, feo). La política solo debe ocuparse de identificar al enemigo, aquel que pone en peligro la integridad de la comunidad. Debemos entonces entender que cualquier pretensión estética a partir de la política no puede ser más que una farsa, una exageración de los límites de la política y una tergiversación de los cánones de belleza.

El Argentino

En la antigua Grecia, la farsa (del latín farcire, rellenar) ocupaba el intervalo entre los actos de la representación trágica, y servía para denunciar diversas realidades a través de representaciones ridículas o grotescas del comportamiento de la sociedad. De esta manera ejercía una crítica sobre las miserias humanas, las posturas religiosas y las ideologías a través de exageraciones y humoradas. La farsa es un excelente ejemplo para entender que la estética es anterior a la política, pues es a través de las distintas manifestaciones artísticas que podemos descubrir algo de lo que acontece en la sociedad. Quizás nos sirva también para detectar los engaños que pretenden invertir este orden, y a partir de la utilidad (ética, económica), iluminarnos sobre la belleza de nuestra ciudad.

Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

El Argentino

Opinión

Un café con Fedón

Una obra en tres actos, tres personajes en un café, un damero amplio, un lugar vacío, y al fondo una mesa pequeña, y sentados allí, Platón, Nietzsche y Perón.

Publicado hace

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Por Santiago González Casares @filosofopueblo X

Ne vous déplaise en dansant la Javanaise, nous nous aimions, le temps d’une chanson. (Serge Gainsbourg)

A lo/as compañero/as del café

El Argentino

Me resulta aburridísimo tener que emprender la tarea de comentar por enésima vez lo poco que ocurre en la escena política argentina, la libertad y la justicia social, que el hombre sólo es libre en comunidad, que elige la libertad de estar con los demás.

Porque es tedioso redundar en lo mismo, continuar hablando de los discursos que no dicen nada, que giran sobre sí mismos sin voluntad alguna de llegar a las cosas, a los problemas ni a los fundamentos que los sostienen.

O, peor aún, detenerme a señalar los recurrentes discursos morales que perdonan solo a los que los profesan detentando la autoridad para juzgar a todos y cada uno de los denunciados sin necesidad de prueba alguna.

Es por esto, para darle algo de relieve a la chatura del discurso reinante, que decidí hacer una puesta en escena, similar al debate del domingo, pero propia, un debate sobre las cosas que yo estimo dignas de conversar, las que permanecen en el tiempo, las que siempre vuelven a brotar.

El Argentino

Una obra en tres actos, tres personajes en un café, un damero amplio, un lugar vacío, y al fondo una mesa pequeña, y sentados allí, Platón, Nietzsche y Perón.

Primer acto, Platón.

Platón es el primero en tomar la palabra y decide contar una anécdota de cuando su maestro, Sócrates, se juntó con su amigo Fedón para charlar sobre la naturaleza del alma. El alma, digna de una meditación profunda, aparece inicialmente como eterna e infinita. Para explicarlo, Sócrates observa que en el mundo natural “todo nace de su contrario”, como el día de la noche, la noche del día, la primavera del invierno, etc., y de la misma manera, la vida nace de la muerte, y la muerte, de la vida.

De la misma manera, el alma no tiene fin, sino que reencarna eternamente, y es por eso que no aprendemos nada nuevo, sino que recordamos nuestro aprendizaje adquirido en vidas pasadas. En un tiempo, en donde todo es nuevo y efímero, el alma yace eterna. En el fondo, para Platón, no hay ninguna novedad, no hay nada nuevo, todo se repite, eternamente.

Nietzsche, segundo acto.

El Argentino

Nietzsche, que nunca se llevó bien con Platón, toma la palabra, levanta la voz y asevera con aires de profundo convencimiento que la belleza es lo único que importa, y que la única manera de hacerla es ¡Aquí! ¡Ahora! Qué es esa belleza la que vuelve una y otra vez al mismo lugar, eternamente. Es esta su famosa fórmula, la más afirmativa de esta existencia, único resguardo frente al avance del nihilismo y el renunciamiento del ascetismo religioso; el eterno retorno del instante. Debemos vivir como si cada instante fuera a eternamente recurrir, volver a nosotros, en el mismo orden y sucesión. Eternamente regresar al instante presente como la única manera de vivir en la belleza y reivindicar esta vida y nada más.

Tercer acto, Perón.

Perón toma la palabra, celebra ambos discursos recién acontecidos y concluye que, frente a la insistencia de la necesidad de novedad, la novedad por la novedad misma, el imperativo del cambio, esa exigencia tan capitalista, tan fetichista, que todo debe cambiar, todo el tiempo; debemos pensar lo eterno, lo que no sabe cambiar.

La novedad se dice hoy en términos empresariales o científicos innovación, cada emprendimiento debe antes que nada ser innovador, innovar algo, cambiar. A este mandato tan actual, que siempre promete algo distinto, diverso, novedoso, oponerle un pensamiento de lo mismo, de aquello que no cambia, que permanece en el tiempo. En Platón, Perón recupera el alma del pueblo como el lugar de la idea, y en Nietzsche, la idea eterna de la vuelta. 

La idea de soberanía, no hay que inventarla, se debe recuperar, la independencia, se debe reconquistar, y la justicia, siempre debe ser social. A partir de un ideal de nación se puede construir la coyuntura y la realidad efectiva, y, para eso está la doctrina, quizás mejor que novedad, sea actualización.

El Argentino

Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

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