Por Martín Epstein (Politólogo y Analista Económico del CEPA)

A poco más de un mes para las elecciones generales, estamos frente a una oportunidad para recapitular y trazar algunas líneas de cara a octubre. Las PASO fueron un sacudón para el sistema político argentino, y dejaron muchas conclusiones: la infravaloración de la figura de Milei y su espacio, un descontento popular que se tradujo en baja participación electoral y voto en blanco, un escenario de 3 tercios. Dejó también la sensación de que el centro de la agenda política estaba copada por propuestas distópicas pero efectivas, que corrieron los focos del debate público hacia la dolarización, el desguace del Estado y la eliminación de derechos convertidos en servicios, vouchers educativos y esquemas de salud privada, mercados de órganos, niños y armas.

Casi como ocurre con un boxeador groggy, el oficialismo y la oposición de Cambiemos tuvieron que elaborar nuevas estrategias para intentar dar en principio dos respuestas: de un lado, interpretar las demandas populares canalizadas en ese voto a Milei, en sus múltiples orígenes y explicaciones posibles. Luego, recalcular, y plantear una nueva forma de dirigirse a una sociedad evidentemente golpeada por los últimos años de frustraciones, fracasos y propuestas electorales truncas.

Envalentonado con un resultado sorprendente, el autopercibido académico libertario dio rienda suelta a sus más diversos recursos para sostener un ideario que lo llevó a sostener el derecho de los empresarios a contaminar ríos, o hacer cuentas en el aire para asegurar que la dolarización es viable. Duele que en el discurso anti casta reaparezcan los Roque Fernández, actor fundamental de la destrucción del Estado en los noventa; que se vuelva a posicionar como potencial presidente del Banco Central a Federico Sturzenegger, artífice del megacanje delaruista. Más casta no se consigue.

Mientras tanto, una Bullrich triunfante en la interna, es incapaz de reaccionar frente al hecho de que Juntos por el Cambio no es ya la principal fuerza opositora.

Frente a la motosierra y el exterminio, Unión por la Patria parece haber asimilado el golpe de otra manera. Esconder o negar el descontento no tiene sentido, y hacerse cargo de una demanda por el incumplimiento del programa de gobierno fue el primer paso. Las medidas que se vienen impulsando desde mediados de agosto, tendientes a recomponer ingresos de todos los sectores sociales son ante todo un claro gesto de Massa para recuperar el valor de la política como instrumento transformador.