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Análisis

El programa político: ganar la calle

La movilización convocada para escuchar a Cristina fue sencillamente impresionante. Por la cantidad de personas que reunió, a pesar de las condiciones climáticas, y por la calidad de sus significancias políticas.

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Por Demetrio Iramain

La movilización convocada para escuchar a Cristina fue sencillamente impresionante. Por la cantidad de personas que reunió, a pesar de las condiciones climáticas, y por la calidad de sus significancias políticas.

Descartada por ella misma su candidatura a la presidencia, debido a la proscripción impuesta por el Partido Judicial, sin un conflicto o reclamos puntuales sobre los que intervenir con la movilización, haber generado esa concentración es de una magnitud difícil de medir todavía.

A propósito, la movilización fue realizada el jueves 25 de mayo, con la excusa de celebrar los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia. Esa celebración coincidió con otro aniversario: los 50 años del ascenso de Héctor Cámpora.

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A medio siglo del devotazo, la liberación de los presos políticos producto de la presión popular, y el comienzo del fin de la proscripción del peronismo, el país se encuentra a las puertas de ingresar a otra de nuevo tipo, aunque también con presos y procesados políticos.

La primavera que inauguró aquel triunfo popular de mayo de 1973 duró poco. La algarabía que rodeó la salida de la dictadura, no pudo evitar que menos de tres años después el país ingrese definitivamente a su noche más brutal, precedida por los crímenes de la Triple A.

Las contradicciones que contenía Perón se pusieron muy espesas a partir de su muerte y el genocidio que sobrevino luego fue la evidencia de que el capitalismo ya no disponía de ningún dique para conducirlas y resolverlas.

La muerte clandestina y sistemática fue el modo al que el capital debió descender para mantener su tasa de ganancia.

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¿Acaso la decisión de Cristina nos está advirtiendo sobre dificultades aún mayores que una candidatura censurada por el Partido Judicial, en un escenario electoral dividido en tres tercios, y un eventual triunfo del peronismo aunque muy ajustado?

Nunca son iguales dos hechos o momentos de la historia. Menos aún si nos separa entre ellos una distancia de medio siglo. Pero cuántas enseñanzas nos deja su profundo análisis, lo más desapasionado posible.

El fanatismo también precisa de nuestra furia fría. Así, la movilización del jueves 25 de mayo excedió las implicancias electorales y se convirtió en un decisivo acto de defensa propia y cuidado del futuro a construir.

Porque, a no dudarlo: el verdadero candidato es el proyecto. El proyecto es el pueblo. Y el programa, estar en la calle. Sin esa condición ya no serán posibles ni uno, ni el otro, ni el otro.

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El pueblo tiene una oportunidad todavía y depende de todos nosotros: vos, él, ella, y yo también. Somos nuestra única fortaleza. No es poco.

Opinión

Un café con Fedón

Una obra en tres actos, tres personajes en un café, un damero amplio, un lugar vacío, y al fondo una mesa pequeña, y sentados allí, Platón, Nietzsche y Perón.

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Por Santiago González Casares @filosofopueblo X

Ne vous déplaise en dansant la Javanaise, nous nous aimions, le temps d’une chanson. (Serge Gainsbourg)

A lo/as compañero/as del café

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Me resulta aburridísimo tener que emprender la tarea de comentar por enésima vez lo poco que ocurre en la escena política argentina, la libertad y la justicia social, que el hombre sólo es libre en comunidad, que elige la libertad de estar con los demás.

Porque es tedioso redundar en lo mismo, continuar hablando de los discursos que no dicen nada, que giran sobre sí mismos sin voluntad alguna de llegar a las cosas, a los problemas ni a los fundamentos que los sostienen.

O, peor aún, detenerme a señalar los recurrentes discursos morales que perdonan solo a los que los profesan detentando la autoridad para juzgar a todos y cada uno de los denunciados sin necesidad de prueba alguna.

Es por esto, para darle algo de relieve a la chatura del discurso reinante, que decidí hacer una puesta en escena, similar al debate del domingo, pero propia, un debate sobre las cosas que yo estimo dignas de conversar, las que permanecen en el tiempo, las que siempre vuelven a brotar.

El Argentino

Una obra en tres actos, tres personajes en un café, un damero amplio, un lugar vacío, y al fondo una mesa pequeña, y sentados allí, Platón, Nietzsche y Perón.

Primer acto, Platón.

Platón es el primero en tomar la palabra y decide contar una anécdota de cuando su maestro, Sócrates, se juntó con su amigo Fedón para charlar sobre la naturaleza del alma. El alma, digna de una meditación profunda, aparece inicialmente como eterna e infinita. Para explicarlo, Sócrates observa que en el mundo natural “todo nace de su contrario”, como el día de la noche, la noche del día, la primavera del invierno, etc., y de la misma manera, la vida nace de la muerte, y la muerte, de la vida.

De la misma manera, el alma no tiene fin, sino que reencarna eternamente, y es por eso que no aprendemos nada nuevo, sino que recordamos nuestro aprendizaje adquirido en vidas pasadas. En un tiempo, en donde todo es nuevo y efímero, el alma yace eterna. En el fondo, para Platón, no hay ninguna novedad, no hay nada nuevo, todo se repite, eternamente.

Nietzsche, segundo acto.

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Nietzsche, que nunca se llevó bien con Platón, toma la palabra, levanta la voz y asevera con aires de profundo convencimiento que la belleza es lo único que importa, y que la única manera de hacerla es ¡Aquí! ¡Ahora! Qué es esa belleza la que vuelve una y otra vez al mismo lugar, eternamente. Es esta su famosa fórmula, la más afirmativa de esta existencia, único resguardo frente al avance del nihilismo y el renunciamiento del ascetismo religioso; el eterno retorno del instante. Debemos vivir como si cada instante fuera a eternamente recurrir, volver a nosotros, en el mismo orden y sucesión. Eternamente regresar al instante presente como la única manera de vivir en la belleza y reivindicar esta vida y nada más.

Tercer acto, Perón.

Perón toma la palabra, celebra ambos discursos recién acontecidos y concluye que, frente a la insistencia de la necesidad de novedad, la novedad por la novedad misma, el imperativo del cambio, esa exigencia tan capitalista, tan fetichista, que todo debe cambiar, todo el tiempo; debemos pensar lo eterno, lo que no sabe cambiar.

La novedad se dice hoy en términos empresariales o científicos innovación, cada emprendimiento debe antes que nada ser innovador, innovar algo, cambiar. A este mandato tan actual, que siempre promete algo distinto, diverso, novedoso, oponerle un pensamiento de lo mismo, de aquello que no cambia, que permanece en el tiempo. En Platón, Perón recupera el alma del pueblo como el lugar de la idea, y en Nietzsche, la idea eterna de la vuelta. 

La idea de soberanía, no hay que inventarla, se debe recuperar, la independencia, se debe reconquistar, y la justicia, siempre debe ser social. A partir de un ideal de nación se puede construir la coyuntura y la realidad efectiva, y, para eso está la doctrina, quizás mejor que novedad, sea actualización.

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Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

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