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Análisis

La Revolución

Filosofía.

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Por Santiago González Casares  @Filosofopueblo (Twitter)

A la patria

¿Dónde habíamos dejado?… ¡Ah! ¡Si! Entonces…Retomemos.

Los profetas del progreso nos prometieron tiempo, decía Sábato, nos juraron que la máquina iba a resolver todo aquello a lo que no le queremos dedicar tiempo, que nos iba a regalar hermosos momentos de ocio, con nuestros seres queridos, entregados a algún deporte o pasatiempo favorito. Y las tareas administrativas, las compras, la mecánica en general de la vida y el funcionamiento del mundo quedarían a cargo de la máquina. No solo eso, sino que también nos ayudaría a trabajar, disminuyendo considerablemente las horas laborales para que podamos disponer de nuestro tiempo. Somos nuestros propios jefes, libres en nuestro hacer y soberanos de nuestro cuerpo. Claro que este aporte requiere de una mínima colaboración de nuestra parte, un modesto pago y un mínimo sometimiento a ciertas reglas de juego, nada más, ¿o nada menos?

La revolución de las máquinas. La situación recién relatada ha ido generando con los años lo que podemos llamar una relación cuanto menos tensa entre la máquina y el ser humano, sin ir más lejos, hace no mucho un conglomerado del establishment financiero, cibernético y hasta académico (que todos sabemos son lo mismo, todos son uno solo), se reunieron y le pidieron una tregua a los grandes desarrolladores de IA, para, como ellos mismos dijeron, poder ajustar las instituciones humanas al ritmo del desarrollo de la máquina, es decir, que vayan un poco más lento. Alertando sobre la necesidad de regulación estatal que todo desarrollo algorítmico debe tener.  La pregunta es si la revolución, es decir, el cambio de paradigma que esta situación está generando, será una transformación de los humanos hacia la máquina, o una evolución del ser humano.

La revolución científica. Thomas S. Kuhn, uno de los pocos pensadores que se dedicaron a pensar a la revolución en su fenómeno, encontró una lógica a su funcionamiento intrínseco. Una revolución ocurre cuando la vigencia del paradigma actual ha perdido su valor y, por ende, debe dejar lugar a la emergencia de un nuevo paradigma. La posibilidad para que esto ocurra debe estar precedida por la tan famosa sentencia, la crisis. Según Kuhn, una crisis implica que aquello que no puede estar contenido dentro del paradigma vigente terminará por hacerlo, dando lugar a una revolución. De la misma manera ocurre con las revoluciones políticas cuando las instituciones cesan de dar respuesta a los problemas que ellas mismas ayudaron a crear.

En términos metafísicos, una posible revolución de las máquinas implicaría una inversión de la diferencia ontológica formulada hace no tanto por Martin Heidegger, que desarrolla una amplia ontología fenomenológica para dejar clara esta distinción, las máquinas no son seres humanos, y viceversa. El desafío entonces es mantener despierta esa diferencia ontológica para luego lograr establecer una diferencia óntica (entre seres humanos) y saber con quienes forjar un destino común. Una vez establecido el hecho de que no somos un simple medio para un fin (máquina), sino un fin en sí mismo, que somos parte de una comunidad que se dirige irremediablemente hacia un destino común, la felicidad.

Mayo. 1969. Primero. Veinticinco. Tres ejemplos de cómo se pone en funcionamiento el sí del fenómeno de la revolución en términos políticos (y también científicos). El mayo francés denuncia la falta de imaginación del régimen francés reinante y exige lo imposible como sentido de la emancipación. El mayo proletario, la necesidad de reconocer la diferencia entre el humano y el método de producción capitalista que no hacía más que pretender transformarlo en una simple polea de la maquinaria. El proletario es un ser humano que debe ser liberado. Y, por último, la liberación de un pueblo frente a la opresión imperial de otro. Quizás esta sea la forma más efectiva de distinción entre seres, aquellos que no responden de sí mismos sino de intereses foráneos, y los nuestros.

Revolutio: Vuelta.

¡La imaginación al poder! ¡Proletarios del mundo, uníos! ¡Patria o Muerte!

¡Braden o Perón!

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Análisis

El programa político: ganar la calle

La movilización convocada para escuchar a Cristina fue sencillamente impresionante. Por la cantidad de personas que reunió, a pesar de las condiciones climáticas, y por la calidad de sus significancias políticas.

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Por Demetrio Iramain

La movilización convocada para escuchar a Cristina fue sencillamente impresionante. Por la cantidad de personas que reunió, a pesar de las condiciones climáticas, y por la calidad de sus significancias políticas.

Descartada por ella misma su candidatura a la presidencia, debido a la proscripción impuesta por el Partido Judicial, sin un conflicto o reclamos puntuales sobre los que intervenir con la movilización, haber generado esa concentración es de una magnitud difícil de medir todavía.

A propósito, la movilización fue realizada el jueves 25 de mayo, con la excusa de celebrar los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia. Esa celebración coincidió con otro aniversario: los 50 años del ascenso de Héctor Cámpora.

A medio siglo del devotazo, la liberación de los presos políticos producto de la presión popular, y el comienzo del fin de la proscripción del peronismo, el país se encuentra a las puertas de ingresar a otra de nuevo tipo, aunque también con presos y procesados políticos.

La primavera que inauguró aquel triunfo popular de mayo de 1973 duró poco. La algarabía que rodeó la salida de la dictadura, no pudo evitar que menos de tres años después el país ingrese definitivamente a su noche más brutal, precedida por los crímenes de la Triple A.

Las contradicciones que contenía Perón se pusieron muy espesas a partir de su muerte y el genocidio que sobrevino luego fue la evidencia de que el capitalismo ya no disponía de ningún dique para conducirlas y resolverlas.

La muerte clandestina y sistemática fue el modo al que el capital debió descender para mantener su tasa de ganancia.

¿Acaso la decisión de Cristina nos está advirtiendo sobre dificultades aún mayores que una candidatura censurada por el Partido Judicial, en un escenario electoral dividido en tres tercios, y un eventual triunfo del peronismo aunque muy ajustado?

Nunca son iguales dos hechos o momentos de la historia. Menos aún si nos separa entre ellos una distancia de medio siglo. Pero cuántas enseñanzas nos deja su profundo análisis, lo más desapasionado posible.

El fanatismo también precisa de nuestra furia fría. Así, la movilización del jueves 25 de mayo excedió las implicancias electorales y se convirtió en un decisivo acto de defensa propia y cuidado del futuro a construir.

Porque, a no dudarlo: el verdadero candidato es el proyecto. El proyecto es el pueblo. Y el programa, estar en la calle. Sin esa condición ya no serán posibles ni uno, ni el otro, ni el otro.

El pueblo tiene una oportunidad todavía y depende de todos nosotros: vos, él, ella, y yo también. Somos nuestra única fortaleza. No es poco.

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