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Análisis

Sentirse en casa: se suspendió el desalojo del edificio de Santa Cruz 140

Después de una jornada de tensión y arduas negociaciones, se estableció el armado de una mesa de negociación para buscar una solución a la falta de vivienda.

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Por Mariana Collante

Se suspendió por seis meses el desalojo de las 107 familias que viven en Santa Cruz 140, Parque Patricios. Durante este tiempo se establecerá una mesa de negociación entre funcionarios del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, y las y los vecinos organizados. Deberán evaluar la situación de cada uno de los habitantes del edificio y encontrar una solución a la falta de vivienda.

El acuerdo incluye, además, que el propietario del inmueble, Leonardo Ratuschny, reciba el pago de un canon por parte del gobierno porteño. Desde la tarde del lunes comenzaron a llegar organizaciones sociales, y políticas como la UTEP, Barrios de Pie, y partidos de izquierda para acompañar a los vecinos en la resistencia al desalojo.

En tanto, el Gobierno de la Ciudad desplegó un enorme operativo de seguridad con policías antimotines, agentes de calle un camión hidrante. Valló varias cuadras alrededor de Santa Cruz 140, y dispuso una única entrada y salida en las cercanías del edificio controlada por uniformados.

En la puerta del lugar, los vecinos colocaron algunas lonas, y toldos a modo de techo. Un refugio mínimo para soportar el rocío, la lluvia y la ansiedad de saber si esa noche volverían a dormir en la misma cama, o si deberían reunir sus cosas y subirlas a un camión con destino incierto.

“Estamos viviendo una amenaza de desalojo desde hace 13 años con una angustia terrible” dijo Douglas, y continuó a toda velocidad: “Yo tengo 30 años, trabajo haciendo changas, cuido a mis dos hijos, los llevo al colegio. En estos días tan preocupantes para nosotros, los chicos del edificio no pudieron ir a estudiar, no queremos que pierdan el año, pero es muy difícil mantener la rutina así. La idea del desalojo es algo brutal. ¿Qué va a pasar con toda esta gente?”.

Entre la copa de los árboles y los cables, los vecinos pusieron no solo banderas con consignas, sino algunos guardapolvos, simbolizando que ahí viven niños, y adolescentes que tienen el derecho de estudiar, y necesitan un hogar donde poder hacerlo.

Nos organizamos en cooperativa para que nos ofrezcan algo, un lugar que podamos pagar, no queremos nada gratis”, aclaró Douglas.Gabriela es enfermera, vive con sus cuatro hijos, su marido, y dos perritos “como toda familia de bien” dice con una sonrisa.

Santa Cruz 140 está organizado y su prioridad es la convivencia y dar una mano a quienes no pueden conseguir trabajo por su edad. Crearon cooperativas para contratar a algunos vecinos, que cobren un sueldo y así mantener el edificio en condiciones.

Explica que cada departamento paga 3 mil pesos de esos gastos comunes, que vuelven también en forma de dignidad para las y los trabajadores-vecinos. Carolina, empleada gastronómica, no tiene hijos, pero si una madre diabética.

“Yo gano 180 mil pesos, no podría pagar un alquiler, y mi mamá sale a hacer changas porque tampoco le alcanza. Algunos medicamentos que necesita tomar no se los dan en el hospital y tenemos que comprarlos”.

Cuenta, además, que entre las 300 personas que habitan el edificio hay varias con discapacidad, y adultos mayores que no tienen familia, o que no los vienen a ver. “Nosotros tratamos de cuidarnos entre todos».

Gabriela, Douglas, y Carolina desean una salida colectiva que les permita seguir construyendo un hogar, una comunidad solidaria. El tiempo dirá si la organización vencerá a la especulación inmobiliaria. Deseo que sí.

Análisis

¿Milei revolucionario?

“Infligir dolor a otros por un sueldo oscuro tiene consencuencias. Pregúntenle al Duce”… La columna de Gustavo Zapata.

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El-Argentino-Javier Milei en llamas.

Por Gustavo Zapata*

Aun entre las filas patriotas es posible hallar asombro al considerar que la vuelta a los noventa es un cambio radical. ¿Las transformaciones sádicas y mutilantes que provienen de la dictadura son algo novedoso? Privatizar, endeudar, dolarizar, despedir trabajadores, achicar el Estado para dar más negocios a los ya poderosos… ¿es una revolución?

Una vez más nos aplican ajustes económico-sociales quirúrjicos, sin anestesia, sin colchón social ni red de contención. Sin piedad hacia nadie que no tenga cuenta en dólares en algun paraíso fiscal, viva en un barrio cerrado, torre hermética o tenga la botonera de despedir miles de trabajadores.

En primer lugar, muchos pensadores de izquierda o liberales habían previsto que la concentración de capital tendría un correlato: produciría que surgieran experimentos fascistas.

Si 4.000 billonarios acumulan la mitad de la riqueza que se produce en el mundo, necesariamente serán quienes financien, sostengan, capaciten, publiciten y asesoren a los oportunistas o aventureros que se vendan como profetas para que las mayorías expulsadas del trabajo formal se disciplinen a ese orden de cosas, y los que tienen trabajo acepten sin protestar.

Empresarios que figuran en Forbes modelan una sociedad al invertir y generar puestos de trabajo o no. Del mismo modo determinan quién entra y quién se queda afuera. Mientras tanto, o producen los cuadros que consoliden su poder económico o domestican con presiones, carpetazos o balazos a los que no acepten su conducción. Ahi aparecen los aprendices de Adolfo. Oportunistas con o sin camisa parda, pero con la voluntad de servir a los amos.

El poder real que enunciaba Cristina era el factor fundamental que limitaba su gobierno. La batalla de la 125 fue una prueba de esa balanza… que se desbalanceó con un ingeniero mendocino elegido para acompañar otra cosa. Su gobierno fue el pico más alto de lo que pudimos construir… Pero, ¿de dónde salio Scioli? ¿Para quién era confiable Alberto? ¿Para quién terminó trabajando Sergio Tomás?

El IFE en pandemia de nuestro gobierno, demostró que había 11 millones de seres humanos en edad de trabajar, estudiar, conducir familias, ser autónomos y miembros felices de nuestra sociedad, por fuera del “mercado laboral formal”. No evaluamos suficientemente ese dato.

La frase tan elegante y estadística de “mercado formal”, en igual sentido, sólo considera como capital útil a quienes reúnen las capacidades que la patronal considera productiva. Para la clase de aprovechadores del trabajo ajeno, quienes pasan el filtro de lo que se puede mostrar en la propaganda, tendrán la oportunidad de hacerce un poco más ricos.

Es decir, los que “dan” trabajo (traduzco: los que se aprovechan de su poder o riqueza…) determinan quiénes pertenecerán a lo que el sentido común de sus mercenarios de la derecha y de la prensa calificarán como “gente de bien”, ciudadanos normales, buenas personas y dignas de circular sin piquetes por las calles, habitantes de barrios seguros, con hijos en escuelas privadas y prepagas caras.

Quiénes sino desde 1976 fueron modelando esta sociedad sino la clase propietaria, agroexportadora, apropiadora de negocios con el Estado, beneficiaria de excenciones de impuestos, blanqueada cuando quieren poner unos dólares de los de afuera, para hacer unas torres o barrios privados por aquí…? ¿Quién dejó afuera a esos 11 millones que encontramos en la IFE? ¿Cómo consensuamos, y con quiénes, la planificación de nuestro futuro, cuando demuestran una y otra vez que desprecian al país y al pueblo que los enriquece?

Hoy el holograma presidencial, un autodenominado economista propenso a copiar y pegar recetas ajenas, es quien lidera esta obra de 47 millones de ratas de laboratorio social para las grandes cuentas bancarias del mundo. Un miembro formado para que sea funcional a la ganancia de pocos a costa de los que puedan generar la plusvalía que los enriquece. Sin conciencia ni responsabilidad sobre los que quedan afuera, porque no cuentan.

En tercer lugar, y prometo que esto termina pronto: si el capital se concentra y su miedo a perder lo malhabido crece… ¿cómo no entender que sus representantes, abogados, defensores, publicistas, guardias, policías privatizadas de hecho, políticos y jueces a sueldo; serán cada vez más salvajes, incoherentes e impiadosos?

¿Milei plantea algo distinto a los empleados uniformados del 76, del caudillo comprado en los 90, del aburrido que no dudó en ordenar bala en el 2001 o que el contrabandista que nos endeudó y ayudó a fugarla en 2018? Habla y se peina distinto, es cierto, pero, ¿cuál es su objetivo, empeño y obrar?

Una revolución da vuelta una sociedad para que los que ayer fueron sometidos, luego manden. Que los que se quedaban afuera de los planes de los poderosos, decidan por fín hacia dónde va la Historia.
Respuesta posible: Milei es tan revolucionario como una guardia blanca 4.0.

No saber, no entender, recibir los dólares sin mirar los planes de quien financia, infligir dolor a otros por un sueldo oscuro tiene consecuencias. Pregúntele al Duce.

*Gustavo Zapata es secretario general de CTA MHI (Morón – Hurlingham – Ituzaingó).

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