Casi un mes después del homenaje que Boca le dedicó a Miguel Ángel Russo, la familia del exentrenador recibió la camiseta que el club había lanzado al cielo el 18 de octubre, antes del partido ante Belgrano. La prenda apareció en un campo uruguayo, a más de 150 kilómetros de la Bombonera, y su regreso cerró el tributo con una carga simbólica que desbordó de emoción a todos.

La escena final ocurrió este fin de semana, cuando Edinson Cavani invitó al hallador, el productor rural Agustín Eugui, al partido ante Tigre. Después del triunfo por 2-0, el delantero acercó al joven a la familia Russo para entregarles la camiseta. En ese momento, Nacho, hijo del entrenador fallecido, rompió en llanto.

“Es una señal de la vida”

“Es muy fuerte porque es una señal de la vida, que sigue estando entre nosotros”, expresó Nacho Russo ante el Canal de Boca, con la voz quebrada. Contó que la prenda lo conmovió desde el primer instante: “Cuando me la entregó se me puso la piel de gallina. Y cuando supe que había aparecido también. La quería ver, tener, oler”.

El joven agradeció el gesto del productor rural y también el de Cavani, que actuó como puente para que la camiseta cruzara nuevamente el río: “Agradecerte de corazón por el gesto, y a vos también Edinson por hacerlo tan rápido. No puedo creer todas las señales que aparecieron este tiempo”.

Para Eugui, el episodio también tuvo su impacto: “Es increíble que haya vuelto. Por algo volvió. Es una locura todo esto”, expresó todavía sorprendido.

Una camiseta que voló más lejos que lo previsto

El homenaje original tuvo lugar en la previa del partido ante Belgrano. Claudio Úbeda, junto a Leandro Paredes, soltaron la camiseta atada a globos con los colores del club. Nadie sabía dónde iba a terminar. Lo que sí se supo después es que el viento la llevó mucho más allá de lo imaginado.

Cruce del río, campo abierto y una imagen inesperada: la camiseta brillando en el pasto. Así la describió el periodista uruguayo Pepe Temperán, quien reveló que Eugui la encontró mientras trabajaba en su terreno en Cañada Nieto, Soriano.

El hallazgo completó un círculo poético: la camiseta de Russo emprendió un viaje sin rumbo, cruzó fronteras y volvió para abrazar a su familia.