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A 40 años de la gesta de Malvinas: los riesgos de la neo-desmalvinización

La columna de un ex soldado conscripto combatiente, en la actualidad director del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús.

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Por César González Trejo

En este año que conmemoramos el 40 º aniversario de la Gesta de Malvinas, verificaremos que la resistencia cultural del pueblo argentino a la desmalvinización, ha dado resultados.

Los discursos oficiales –mayoritariamente-, ya no hablarán del “manotazo de ahogado de un general borracho para perpetuarse en el poder”, ni de “los pobres soldaditos llevados al martirio”, ni de la “loca aventura de enfrentarse a las grandes potencias”, ni de “Malvinas como un nuevo campo de exterminio del Terrorismo de Estado”.

La obstinada decisión de la comunidad argentina, expresada en infinitas muestras de sentido indubitable en todos los rincones de nuestra extensa geografía, donde la silueta de las Islas Malvinas o los nombres de los caídos se convierten en reafirmación identitaria y desafío al status quo semicolonial, sumado a la labor de cuatro décadas de la inmensa mayoría de los Centros de Ex Soldados Combatientes/Veteranos de Guerra, han obligado a quienes circunstancialmente conducen los destinos de nuestro país, a producir un viraje discursivo.

Sin embargo, la objetiva situación en que nos encontramos, y la abismal asimetría existente entre las élites de la potencia que ocupa ilegalmente un tercio del territorio del Atlántico Sur (y que se enseñorea en el continente sobre los principales bienes estratégicos de nuestra Nación: minería, energía, alimentos, finanzas, etc.), y nuestras propias élites, no auguran un panorama esperanzador.

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Dos peligros se ciernen sobre el horizonte de quienes luchamos para que la Causa de Malvinas se convierta en proyecto emancipatorio. La grieta apócrifa, promovida cotidianamente por los centros del poder mundial y adoptada casi sin matices por el sistema político y de producción de sentido vernáculos, ya tienen en marcha la adopción de dispositivos neo-desmalvinizadores, convergentes en el objetivo de reducir a la Causa de Malvinas a mera retórica, vacía de contenido.

Por un lado, están los que exaltan la épica militar reivindicando la heroicidad de los caídos, pero que eluden prolongar el enfrentamiento con el colonialismo en el presente. Son propensos a asistir a reuniones de “camaradería” con los “ex enemigos” apelando a una supuesta confraternidad universal de los veteranos de guerra. Reivindican un nacionalismo abstracto, mientras se alinean con personajes de innegable valentía en los combates, pero de evidente complicidad con el sistema de entrega del establishment político en la postguerra.

Por el otro lado, se encuentran quienes participaron durante casi cuatro décadas en la difusión de los principales argumentos de la desmalvinización, pero que hoy, ante la devaluación de querer entreverar la recuperación y defensa de Malvinas a los derechos humanos, practicarán una reivindicación exclusivamente simbólica, sin atacar las verdaderas causas de nuestra dependencia.

El mejor homenaje que podemos hacer a nuestros queridos muertos por la defensa de nuestra Soberanía Nacional, es continuar la lucha por la razón por la que ellos entregaron sus vidas. De nada valen los monumentos las condecoraciones, los hermosos discursos, las efemérides públicas, si continúa el sistema de depredación de nuestras riquezas, a manos de los mismos que combatimos en 1982.

En efecto, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no sólo sostiene bases militares en nuestras Islas Malvinas, amenazándonos con el uso de la fuerza a toda la América del Sur. No sólo otorga licencias de pesca ilegales a terceros países, depredando nuestras riquezas ictícolas. No sólo se prepara para la explotación hidrocarburífera en las aguas correspondientes a Malvinas. No sólo construye un nuevo puerto para disputar el dominio antártico desde Puerto Argentino, en manos coloniales.

También, empresas ligadas a la Comunidad Británica de Naciones (Canadá, Australia, Sudáfrica, la propia Gran Bretaña), son las principales concesionarias de la inmensa mayoría de los yacimientos minerales en el continente argentino-suramericano, llevando esas inmensas riquezas sin control y por moneditas, y dejando envenenadas y yermas las tierras adyacentes.

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La mayoría de la explotación energética de nuestro país, se realiza a través de empresas con mayoría accionaria de la British Petroleum o capital mixto con participación inglesa.

Mientras nuestra diplomacia realiza los reclamos formales por la explotación de la Cuenca Malvinas Norte, la Secretaría de Energía no cesa de otorgar permisos de exploración y explotación a empresas ligadas al saqueo ilegal de nuestros recursos, en las Cuencas Malvinas Oeste (Tierra del Fuego), Argentina Norte, o la de Mar del Plata, mientras los directivos de YPF suscriben acuerdos con Equinor, Tullow Oil y Shell.

Los Acuerdos de Madrid I y II, y el Foradori-Duncan mantienen plena vigencia, mientras en el sistema educativo siguen sin adecuarse los contenidos curriculares a la Ley Nacional de Educación y a la Constitución Nacional, y parte de la dirigencia política y diplomática aconsejan que dejemos el reclamo en el pasado.

Quienes juramos la defensa de la Patria a costa de nuestras propias vidas, protagonistas directos del combate contra nuestros enemigos históricos y testigos del sacrificio de nuestros compañeros, no queremos más homenajes retóricos, sino que nuestro pretendidos dirigentes pongan el oído atento a los reclamos de nuestro pueblo.

La única alternativa para recuperar Malvinas y demás territorios del Atlántico Sur, es encarecer los costos de la ocupación británica. Hacerles entender que les resultará más barato devolvernos las Malvinas, que no hacerlo.

Para ello, hay que retomar el Proyecto Nacional, en unidad con la Patria Grande, y reconstruir la Comunidad Organizada.

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Malvinas es la parte visible, de un sistema de dominación invisible. Nuestra tarea, por lo que nos resta de vida, es hacer visible ese sistema de dominación, enfrentarlo con las armas que nos ofrece la paz, y reiterar lo que el Padre de la Patria definió hace más de 170 años: “Los argentinos no somos empanadas que se comen con solo abrir la boca”.

Ex soldado conscripto combatiente en Malvinas. Director del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús.

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