Mientras el FMI presiona para que devaluemos nuestra moneda y así tornar en dólares mucho más barato los activos (como el litio, los minerales raros, Vaca Muerta, el campo), el trabajo y la producción; busca, a la vez, hacer cada vez mayor la deuda externa, porque el Estado recauda en pesos y debe dar más pesos por cada dólar de deuda.
De esa manera, la devaluación oficial de nuestra moneda en un 22%, pasó de $300 a $365, más la medida de subir las tasas de interés en igual proporción (las tasas de referencia del BCRA de 97% anual a 118% anual en igual lapso), impactan en el precio de todos los bienes y servicios, encareciendo la vida al trabajador y al jubilado o pensionado que perciben sus ingresos en moneda nacional.
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Haber aumentado de un día para el otro las tasas de interés y el precio del dólar en un 22% implica que la inflación va a ser de dos dígitos (en torno al 12 o 14% mensual) en el mes de agosto, y ese sólo puede ser el comienzo de una disparada en los precios.
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Mañana comenzará el congreso partidario que oficializará la candidatura presidencial del líder Evo Morales. Durante tres días, en las instalaciones del mercado feriante popular “Lauca Ñ”, las banderas azules del MAS ondearán mecidas por el viento de Cochabamba para inflar de mística un hecho político irrevocable: la ruptura definitiva del ex Jefe de Estado con el otro referente del partido, el propio presidente de la Nación, el pulcro y respetado economista Luis Arce.
La noticia de la nueva postulación presidencial de Evo Morales -que implica poner en máximo hervor la interna contra el presidente que él mismo ayudó a consagrar en las urnas- expresa, además, la voluntad política de Morales por no ceder su liderazgo en la fuerza de estandartes azules y blancos. En el inicio de la gestión de Arce, el histórico líder cocalero señaló, por caso, diferencias concretas con la administración, por ejemplo con la gestión económica del recurso litio, a la que juzgó de timorata.
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Luego, el encono de Evo hacia su ex delfín político creció por temas más difusos, menos ideológicos. Morales cargaba de forma intermitente su rencor, por caso, contra determinado ministro, al que señalaba responsable de equis casos de corrupción, o por temas más lacerantes contra su persona. Evo llegó a decir, y aún lo afirma, que el gobierno nacional utiliza la maquinaria del Estado para orquestar una permanente campaña de desgaste mediático y persecución política contra su persona.
En los mapas institucionales y de la militancia territorial del oficialismo emergen zonas cálidas y frías para la perspectiva sensorial de la fuerza política de Evo Morales. En el Poder Ejecutivo, Luis Arce y el Vicepresidente David Choquehuanca, un intelectual de la causa identitaria aymara, cobra fuerza la asonada renovadora dentro del MAS. Por otro lado, en el Poder Legislativo, las voces a favor de Morales y Arce son a priori equivalentes, la misma relación de fuerzas equilibrada se manifiesta dentro de las organizaciones sociales campesinas e indígenas, hoy divididas por el señalado debate interno.
Por ser tan portentosa la interna entre Morales y Arce es que figuras del oficialismo como el ex ministro de Gobierno Hugo Moldiz advierten que, de seguir así la disputa, el movimiento popular indígena boliviano tiene riesgo de sufrir un revés en las próximas elecciones presidenciales.
“Se ha creado un punto de no retorno, pero en política misma las cosas no son definitivas. Si hay una división, unos más a este lado, otros menos a este lado, va a haber derrota. Creo que por encima de todo hay que discutir cuál es la perspectiva para la recuperación y profundización de la revolución boliviana”, dijo Moldiz, en entrevista con “Piedra, Papel y Tinta”, un programa televisivo integrante del pool mediático liderado por el diario paceño La Razón.