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Opinión

El 2001 como emblema

El 20 de diciembre de 2001 marca un hito en la historia argentina, reflejando un proceso de luchas populares. A pesar de la nueva ofensiva sobre las mayorías, el pueblo demuestra que ninguna política de ajuste puede sofocar su creatividad y lucha por los derechos.

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Por Mariano Pacheco

El 20 de diciembre de 2001 es una fecha que funciona como un condensador de la historia nacional. No es tanto lo que ese acontecimiento abre (una coyuntura de semanas de creatividad y despliegue de potencia popular, que no es poco), sino lo que expresa como proceso de luchas desde abajo que empieza a asomar a la vida pública en los años ochenta y toma formas más definidas desde mediados de los noventa.

En Argentina el ciclo se abre en 1996 con la pueblada de Cutral Có y se cierra trágicamente el 26 de junio de 2002 con la Masacre de Avellaneda, momento de interrupción violenta, por parte de la represión estatal, de todo ese proceso, que ya sumaba sus muertos en protestas (asesinados por las “fuerzas del orden”) de a decenas. Aníbal Verón, Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Oscar Barrios son algunos de los nombres que se transformaron en bandera, junto con el de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

Los levantamientos populares son entonces el suelo sobre el que se edifica todo el edificio progresista de inicios de los dos mil. La democracia, hasta entonces, había sido una democracia condicionada, de la desigualdad, acechada por teorías demoníacas, leyes de impunidad y terror económico. En gran medida lo sigue siendo, aunque por varios años se haya avanzado con medidas de reparación económica y, sobre todo simbólica, respecto de un pasado traumático que en 2001, como en toda crisis de envergadura, se conmovió. Y se sabe: toda conmoción política presenta una oportunidad. En esa coyuntura, tomó el nombre de kirchnerismo, sobre bases de una memoria peronista pero incorporando la de los Derechos Humanos y otras nuevas agendas sociales. Durante una década larga lo más crudo del modelo neoliberal pareció haber quedado atrás. Pero la historia no es lineal, ni progresiva, y muchas conquistas que parecían intocables fueron puestas en cuestión en 2015. Después vinieron las grandes movilizaciones de la Economía popular, del movimiento obrero organizado y la conquista de la Ley de Emergencia Social y la larga pelea de las mujeres que se masificó, desde el grito de #NiUnaMenos hasta llegar a la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Sobre esas bases hubo 2019 y derrota electoral del proyecto neoliberal.

Este 20 de diciembre nos encuentra con una nueva ofensiva sobre las grandes mayorías, aunque estas hayan elegido el gobierno que desarrolla esta política que las empobrece aún más (“aún más”, ya que la gestión del Frente de Todos finalizó su mandato con el triste número de 140% de inflación, y 40% de la población sumergida bajo la línea de pobreza).

Más allá de la forma específica de la rebelión (que puede reeditarse o no), el 2001, como expresión de todo ese largo proceso previo, nos deja la enseñanza de que no hay políticas de ajuste que puedan con la creatividad de un pueblo que con sus luchas va conquistando conciencia de sus derechos.

Análisis

¿Milei revolucionario?

“Infligir dolor a otros por un sueldo oscuro tiene consencuencias. Pregúntenle al Duce”… La columna de Gustavo Zapata.

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El-Argentino-Javier Milei en llamas.

Por Gustavo Zapata*

Aun entre las filas patriotas es posible hallar asombro al considerar que la vuelta a los noventa es un cambio radical. ¿Las transformaciones sádicas y mutilantes que provienen de la dictadura son algo novedoso? Privatizar, endeudar, dolarizar, despedir trabajadores, achicar el Estado para dar más negocios a los ya poderosos… ¿es una revolución?

Una vez más nos aplican ajustes económico-sociales quirúrjicos, sin anestesia, sin colchón social ni red de contención. Sin piedad hacia nadie que no tenga cuenta en dólares en algun paraíso fiscal, viva en un barrio cerrado, torre hermética o tenga la botonera de despedir miles de trabajadores.

En primer lugar, muchos pensadores de izquierda o liberales habían previsto que la concentración de capital tendría un correlato: produciría que surgieran experimentos fascistas.

Si 4.000 billonarios acumulan la mitad de la riqueza que se produce en el mundo, necesariamente serán quienes financien, sostengan, capaciten, publiciten y asesoren a los oportunistas o aventureros que se vendan como profetas para que las mayorías expulsadas del trabajo formal se disciplinen a ese orden de cosas, y los que tienen trabajo acepten sin protestar.

Empresarios que figuran en Forbes modelan una sociedad al invertir y generar puestos de trabajo o no. Del mismo modo determinan quién entra y quién se queda afuera. Mientras tanto, o producen los cuadros que consoliden su poder económico o domestican con presiones, carpetazos o balazos a los que no acepten su conducción. Ahi aparecen los aprendices de Adolfo. Oportunistas con o sin camisa parda, pero con la voluntad de servir a los amos.

El poder real que enunciaba Cristina era el factor fundamental que limitaba su gobierno. La batalla de la 125 fue una prueba de esa balanza… que se desbalanceó con un ingeniero mendocino elegido para acompañar otra cosa. Su gobierno fue el pico más alto de lo que pudimos construir… Pero, ¿de dónde salio Scioli? ¿Para quién era confiable Alberto? ¿Para quién terminó trabajando Sergio Tomás?

El IFE en pandemia de nuestro gobierno, demostró que había 11 millones de seres humanos en edad de trabajar, estudiar, conducir familias, ser autónomos y miembros felices de nuestra sociedad, por fuera del “mercado laboral formal”. No evaluamos suficientemente ese dato.

La frase tan elegante y estadística de “mercado formal”, en igual sentido, sólo considera como capital útil a quienes reúnen las capacidades que la patronal considera productiva. Para la clase de aprovechadores del trabajo ajeno, quienes pasan el filtro de lo que se puede mostrar en la propaganda, tendrán la oportunidad de hacerce un poco más ricos.

Es decir, los que “dan” trabajo (traduzco: los que se aprovechan de su poder o riqueza…) determinan quiénes pertenecerán a lo que el sentido común de sus mercenarios de la derecha y de la prensa calificarán como “gente de bien”, ciudadanos normales, buenas personas y dignas de circular sin piquetes por las calles, habitantes de barrios seguros, con hijos en escuelas privadas y prepagas caras.

Quiénes sino desde 1976 fueron modelando esta sociedad sino la clase propietaria, agroexportadora, apropiadora de negocios con el Estado, beneficiaria de excenciones de impuestos, blanqueada cuando quieren poner unos dólares de los de afuera, para hacer unas torres o barrios privados por aquí…? ¿Quién dejó afuera a esos 11 millones que encontramos en la IFE? ¿Cómo consensuamos, y con quiénes, la planificación de nuestro futuro, cuando demuestran una y otra vez que desprecian al país y al pueblo que los enriquece?

Hoy el holograma presidencial, un autodenominado economista propenso a copiar y pegar recetas ajenas, es quien lidera esta obra de 47 millones de ratas de laboratorio social para las grandes cuentas bancarias del mundo. Un miembro formado para que sea funcional a la ganancia de pocos a costa de los que puedan generar la plusvalía que los enriquece. Sin conciencia ni responsabilidad sobre los que quedan afuera, porque no cuentan.

En tercer lugar, y prometo que esto termina pronto: si el capital se concentra y su miedo a perder lo malhabido crece… ¿cómo no entender que sus representantes, abogados, defensores, publicistas, guardias, policías privatizadas de hecho, políticos y jueces a sueldo; serán cada vez más salvajes, incoherentes e impiadosos?

¿Milei plantea algo distinto a los empleados uniformados del 76, del caudillo comprado en los 90, del aburrido que no dudó en ordenar bala en el 2001 o que el contrabandista que nos endeudó y ayudó a fugarla en 2018? Habla y se peina distinto, es cierto, pero, ¿cuál es su objetivo, empeño y obrar?

Una revolución da vuelta una sociedad para que los que ayer fueron sometidos, luego manden. Que los que se quedaban afuera de los planes de los poderosos, decidan por fín hacia dónde va la Historia.
Respuesta posible: Milei es tan revolucionario como una guardia blanca 4.0.

No saber, no entender, recibir los dólares sin mirar los planes de quien financia, infligir dolor a otros por un sueldo oscuro tiene consecuencias. Pregúntele al Duce.

*Gustavo Zapata es secretario general de CTA MHI (Morón – Hurlingham – Ituzaingó).

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