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Opinión

La CELAC dejó un acuerdo de 111 puntos de coincidencia entre los 33 países de América Latina y el Caribe 

El resultado de la Cumbre.

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Por Gustavo Martínez Pandiani*

Concluyó la XII Cumbre de presidentes y primeros ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con una asistencia perfecta de 33 países y delegaciones de alto nivel. Alberto Fernández cumplió la presidencia pro témpore de 2022 y la traspasó a Ralph Gonsalves, primer ministro del país del Caribe San Vicente y las Granadinas, decisión tomada por consenso unánime.

El resultado concreto de la cumbre fue un acuerdo de 111 puntos de coincidencia aprobados por unanimidad por la totalidad de los integrantes expresados en la declaración Buenos Aires. Vale destacar que existe una altísima diversidad política e ideológica que no impidió llegar a estos acuerdos muy importantes en materias como cambio climático, género, seguridad alimentaria, seguridad energética, integración cultural, educación, salud, producción de vacunas, entre muchos otros relevantes para los habitantes de América Latina y el Caribe.

Asimismo, se aprobaron 11 declaraciones especiales que tratan temas específicos como la solidaridad con Argentina por Malvinas, la solidaridad con Cuba por el bloqueo, una resolución de lenguas indígenas pedida por el Estado Plurinacional de Bolivia, una de integración energética y eléctrica solicitada por Colombia y una de desarme nuclear, entre otras.

Las presentaciones tuvieron un fuerte contenido político que, a pesar de las diferencias que fueron marcadas por delegaciones como las de Uruguay, Venezuela, Ecuador y Colombia, lograron establecer al menos dos cuestiones básicas en las cuales todos los integrantes coincidieron: por un lado, seguir trabajando con una agenda de unidad en la diversidad, es decir priorizar el territorio común que existe entre estas naciones y, por otro, ratificar la decisión política de constituir en América Latina y el Caribe una verdadera zona de paz en la cual los conflictos entre países se solucionen de manera política y sin recurrir a sanciones  ni a medidas unilaterales.

Lo más importante de la jornada es haber alcanzado el consenso y el compromiso de los 33 integrantes de seguir trabajando a lo largo de 2023 para continuar apoyando el desarrollo de esta región en paz y respetando las singularidades de cada régimen político.

Lo más destacado en términos de participaciones fue la presencia del presidente Lula, quien trajo de nuevo a Brasil a la CELAC luego de algunos años de ausencia por decisión de Bolsonaro. También de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, una verdadera líder mundial del cambio climático. El presidente Gustavo Petro de Colombia hizo una presentación muy interesante acerca de los hidrocarburos y los recursos fósiles. El mandatario de Chile, Boric, planteó la necesidad de avanzar en las prácticas democráticas en la región. Luis Arce, presidente del Estado plurinacional de Bolivia y muchos otros que dejaron su huella en un debate que por momentos fue fuerte pero siempre cordial.

El canciller Santiago Cafiero realizó un balance de la gestión de la presidencia pro témpore 2022 y describió detalladamente la labor de Argentina con un plan consensuado que incluyó 70 acciones concretas a lo largo del año, con 15 objetivos estratégicos y 5 áreas priorizadas como la recuperación pospandémica, la cooperación en ciencia y tecnología y el avance en materia de comunicaciones en la región. 

Un dato peculiar fue la participación de actores extra regionales invitados por el presidente Alberto Fernández, entre ellos representantes de la Unión Europea, de Estados Unidos, de China, de la Unión Africana y de la Unión Asiática. Esto demuestra que la CELAC tiene una fuerte unidad hacia su interior pero también una tendencia creciente a interactuar de manera abierta con el resto del mundo y con una vocación de participar del diálogo global entre los bloques.

*Embajador, subsecretario de América Latina y el Caribe de la Cancillería y coordinador nacional de la CELAC.

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Opinión

Malvinas y Atlántico Sur: profundizar la Soberanía Popular para recuperar el ejercicio de la Soberanía Nacional

César Trejo es veterano de Malvinas y Director del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús.

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Por César Trejo

El año pasado, durante la conmemoración de los 40 años de la recuperación transitoria de nuestras Islas Malvinas y demás territorios que aún permanecen usurpados por el colonialismo británico, se produjeron dos manifestaciones singulares.

Por primera vez en cuatro décadas, un gobierno encaró el homenaje a los combatientes, sin incurrir en los lugares comunes de la victimización, reconociéndolos como a Héroes Nacionales, y destacando el sentimiento compartido mayoritariamente con la consiga “Malvinas nos une”.

Finalizando el año, los festejos argentinos por el triunfo en el Mundial de Fútbol, mostraron con total contundencia y a escala planetaria, lo que venía expresándose en infinitas manifestaciones populares en toda la geografía de la Patria en forma subterránea.

La entonación de “Muchachos”, poniendo a los más grandes ídolos futbolísticos de nuestra historia junto a “los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” y el recurrente mantra “y ya lo ve…y ya lo ve…el que no salta, es un inglés…”, sentenciaron el fracaso definitivo de la política de desmalvinización cultural promovida por la inteligencia y la diplomacia británicas. Al menos, entre las mayorías populares.

Así como la dictadura militar no estuvo a la altura de las circunstancias, impidiendo la participación popular, tampoco hoy la dirigencia política –salvo honrosas excepciones-, parece estar en condiciones de salir del laberinto en que nos encontramos.

El actual Gobierno nacional ha tomado decisiones que se enmarcan en el camino adecuado. En materia de política exterior, anunció la finalización de las medidas acordadas en lo que fuera conocido como el “pacto Foradori-Duncan”, suscripto durante el gobierno de Mauricio Macri. En materia de Defensa Nacional, durante la última gestión de Agustín Rossi y la actual de Jorge Taiana en el Ministerio de Defensa, se inició la recuperación de las capacidades militares en nuestra Patagonia, se establecieron objetivos adecuados en la Directiva Estratégica Nacional y se encuentra promoviendo a través del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) la paulatina restitución de nuestras capacidades en la materia.

Sin embargo, quienes militamos la Causa de Malvinas desde el campo nacional y popular, creemos que estas medidas son gestos en la dirección correcta, pero que no alcanzan para enfrentar el formidable despliegue desarrollado por las potencias colonialistas a las que nos enfrentamos.

Durante las más de cuatro décadas posteriores a la batalla de 1982, Gran Bretaña y sus aliados de la OTAN construyeron bases militares que amenazan la Paz en el Atlántico Sur, y a cada uno de los países suramericanos. Extendió su pretensión territorial colonial desde las islas ocupadas (Malvinas, San Pedro y Sándwich del Sur), hacia la plataforma continental de 350 millas, proyectándose hacia el territorio antártico argentino y chileno. Desde la suscripción de los Acuerdos de Madrid I y II, saquea nuestros recursos ictícolas, lo que les permite auto-sustentar la economía de la colonia y se prepara para la explotación hidrocarburífera, cuando las condiciones internacionales hagan rentable la explotación offshore.

En las postrimerías del gobierno de Boris Johnson, se publicó un documento titulado “Gran Bretaña: su carácter global en una era competitiva: Revisión Integrada de la política de seguridad, defensa, desarrollo y exterior”, donde se afirma la decisión de relanzar a la Comunidad Británica de Naciones como uno de los poderes que disputen la hegemonía global, y ligando los planes de defensa y seguridad en la conquista de sus intereses económicos, estratégicos y geopolíticos.

De más está decir que uno de los escenarios principales para tal dominio, es el Atlántico Sur.
Para enfrentar esta situación, nuestro país necesita de toda su energía y capacidad, que tiene su base en la voluntad del pueblo argentino por afirmar su soberanía. Pero también, en la renovación de su clase dirigente, surgida de su base social y comprometida con la concreción de su definitiva Independencia.

Como estrategia principal, dos son los factores que se imponen:

  1. El encarecimiento de los costos de la ocupación, que implica no sólo actuar con firmeza en el Atlántico Sur, sino también en la afectación de la cartera de negocios británica en el continente argentino (minería, energía, finanzas)
  2. La aceleración del proceso de integración suramericana, que garantice actuar de conjunto contra el neocolonialismo anglosajón.

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