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Opinión

Colombia: la sombra de un golpe

Las denuncias del presidente colombiano de izquierda Gustavo Petro sobre la existencia de un plan político para derrocarlo.

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Por Emiliano Guido

El escritor Gabriel García Márquez solía decir que si una persona se ausentaba siete días de Colombia al retornar al país vería uno totalmente distinto; por el contrario, sostenía que no observaría cambios de fuste si volviera tras 20 años de ausencia. En un país de vértigos políticos y abismos sociales, hay una trama constante, parecía decir.

Las denuncias del presidente colombiano de izquierda Gustavo Petro sobre la existencia de un plan político para derrocarlo están inscriptas en la mencionada línea narrativa. Primero, es oportuno realizar un bosquejo informativo de Petro. Se trata del primer dirigente de izquierda en alcanzar la presidencia tras el asesinato del popular mandatario Jorge Gaitán en 1948, el hecho político que estructuró la lógica política del país pacífico caribeño desde ese momento.

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En diez meses de administración el ex cuadro de la guerrilla urbana M19 ha dado muestras de voluntad política para equilibrar una nación edificada económicamente por el neoliberalismo: promovió mesas de diálogo con las guerrillas y los paramilitares, trazó una senda ambientalista en pos de reducir la expansión de la industria petrolera, y además impulsó en el Congreso una serie de reformas –laboral, jubilatoria y salud- para fortalecer la incidencia de las políticas públicas en dichas agendas.

Días atrás, ante la parálisis del Poder Legislativo y el rodaje periodístico de una serie de fake news de índole judicial que buscan horadar su legitimidad, Petro advirtió en la red social Twitter la puesta en marcha de “un golpe blando” contra su administración. A su vez, puso el cuerpo en una nutrida movilización ciudadana para dejar en claro que no retrocederá con su plan de gobierno. Su denuncia tuvo el apoyo de líderes progresistas de todo el mundo: desde el líder laborista Jeremy Corbyn al ex presidente ecuatoriano Rafael Correa.

El dirigente de izquierda Gustavo Bolívar explicó en el portal colombiano Cuarto de hora quienes son los adversarios de peso: “los miembros de ocho familias presidenciales que gobernaron por décadas a Colombia y que llevaron el país al hambre, a la depredación de nuestros recursos naturales, a la concentración de la tierra fértil en pocas manos, a la violación de los derechos humanos, son los principales opositores, junto con sus partidos, del primer presidente elegido, qué casualidad, sin el permiso de ellos”.

La experimentada periodista local María Jimena Duzán realizó en su último podcast un atinado análisis que expone, precisamente, las dos velocidades políticas de Colombia a la que aludía García Márquez en el sentido de describir a un país que avanza a puro vértigo en algunos aspectos, pero que en otros luce sumamente estanco: “Sobre las denuncias vertidas por el ex embajador Benedetti solo puedo decir que ni los guionistas de House of Cards se atrevieron a tanto. Ese escándalo también reveló que en el gobierno del cambio muchas cosas no han cambiado porque Benedetti, un viejo zorro de la política local, no llegó por gracia divina a su cargo diplomático”.

Las opiniones expresadas en la presente nota de opinión y/o análisis son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de El Argentino Diario o de sus integrantes. Las denominaciones empleadas en la misma y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de El Argentino Diario juicio alguno sobre la información y/o datos y/o valoraciones aquí expuestas.

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Volver al pasado

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Por Martín Epstein (Politólogo y Analista Económico del CEPA)

Se presentaba como lo nuevo, rupturista y antisistema, pero a la primera oportunidad que tuvo se acomodó al lado de los jugadores de la champions de las finanzas y en vuelo privado encaró su primer destino como presidente electo. Así es, Milei se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en la cara visible de un nuevo viejo programa de valorización financiera, mucho más clásico y conocido que lo que el libertario pretendía en campaña. Telegramas de despido que empiezan a llegar bajo el amparo de la eliminación de la obra pública ya anunciada, incertidumbre respecto a continuidad de puestos de trabajo en todos los sectores de la economía, hasta inquietud sobre el cobro del aguinaldo de repente son parte de una diaria muy vertiginosa que nos empuja desde hace una semana.

La confirmación de Luis Caputo al frente del ministerio más importante, es toda una definición: Milei no va a ser quien tome las decisiones trascendentales en materia económica en el inicio de su gestión. La dolarización quedó en los papers académicos, la eliminación del Banco Central también parece ser slogan de una campaña que rápidamente quedará para el recuerdo. Pero, ¿para qué viajó la comitiva a Estados Unidos días antes de la asunción presidencial?

Milei, en principio, a un viaje casi místico religioso, pero su futuro ministro a hacer negocios. Sí, porque lo que se está cociendo en estos días no tiene otra explicación. Dicen desde el entorno de Macri-Milei que las LELIQs son un problema, que tiene que resolverse de forma urgente. Dicen, que si se desarman de manera rápida todos los pesos liberados en la economía provocarían una hiperinflación. Entonces, los dos caminos que plantean son la confiscación de depósitos vía plan Bonex, o tomar deuda en dólares para asegurar la salida de esos pesos.
Pero, las LELIQs no son otra cosa que la contrapartida de los plazos fijos de los ahorristas, y de hecho, hoy ya están desarmándose a pases diarios (un instrumento mucho más líquido) por temor a una devaluación que el mercado descuenta cercana al 80% y su consiguiente suba de tasas de interés. No hay que hacer nada con las LELIQs, o con los pases, no hace falta tomar decisiones abruptas. Habría que generar incentivos para que desde los bancos se promueva el crédito, y con eso se resuelve el problema de los pasivos remunerados. Aunque sería un programa bien distinto del que se anuncia para el nuevo gobierno.

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La medida que se viene, ya se aplicó y parte de un error fundamental de conceptualización que los amantes de la valorización financiera repiten al infinito: igualar deuda en pesos con deuda en dólares. Es más, endeudarse en dólares para pagar deuda en pesos es como cuando en el juego de la oca caemos en el casillero que nos manda devuelta al inicio.

Argentina se encamina, una vez más, al sendero de endeudamiento, apertura, especulación financiera, y veranito en dólares mientras por abajo las PyMES se desploman, los puestos de trabajo desaparecen, y la desigualdad se profundiza.

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